Capítulo ocho. "Extraña Fortaleza"

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Capítulo ocho.

Sabía que de alguna forma u otra la jota de corazones alguna vez llegaría, y así fue.

Cabalgué directo a el tablero de ajedrez justo donde había matado al Jabberwocky y había sido nuestro último encuentro, esperé unos instantes y justo cuando creí que no llegaría; Ilosovic Stayne apareció.

-¿Con que lo has pensado bien?

-Se que suena raro, pero descubrí que todo es como tú lo dices, el reino no es nada fuerte y estoy segura de que no quiero caer junto con él -las palabras me sabían horrible al decirlas, pero mostraba la más grande sonrisa junto con una mirada de avaricia para hacerle creer a la jota de corazones que en verdad quería ser parte de ellos.

-Me sorprende, viniendo de un alma tan... "noble y buena" como la tuya.

Quería golpearlo, darle un gran puñetazo en la cara y matarlo, pero sabía que no había otra forma de descubrir que pasaba, rescatar al sombrerero y sobretodo tener información de donde se encontraban.

-Lo sé, pero uno llega a hartarse -dije silenciosamente, Stayne me miró y con una sonrisa algo perturbadora habló.

-Está bien, vendrás con nosotros

Sonreí pero antes de poder dar un paso se acercó bruscamente y me agarró del cuello, ahorcándome de alguna manera. Sus ojo ardían.

-Estarás con nosotros, pero te aseguro que si sospechamos algo en algún sentido te mataremos inmediatamente.

Me subí a mi caballo, el montó el suyo y nos abrimos paso a las tierras de infratierra.
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Subí silenciosamente hasta la habitación de Alicia, acabábamos de discutir la noche anterior y no quería molestarla en alguna forma. Llevaba una bandeja con comida y lo único que me disponía a realizar era pedir perdón de la manera mas gentil posible.

Toqué unas cuantas veces la puerta, sin embargo no hubo respuesta alguna asi que decidí entrar.

No había nadie, la habitación se encontraba completamente vacía, me dio un vuelco en el corazón y bajé a la estancia principal, recorrí los pasillos algo acelerada para mi forma de ser hasta encontrarme con el la liebre.

-¡Reina Blanca! -exclamó la pequeña criatura.

-Liebre, no sabes, ¿no sabes donde esta Alicia? -le pregunté intrigada, me encontraba bastante preocupada y nerviosa

-No, no sé nada de ella

No sabía el por qué no estaba si normalmente cuando no la podía encontrar dentro de su habitación la encontraba fuera con la liebre ya que el único que le quedaba, el sombrerero estaba desaparecido y el conejo blanco estaba en el hospital del castillo.

Fui con un guardia, probablemente alguno de ellos sabía lo que sucedía o donde podía encontrarla. Al acercarme el guardia me pregunto preocupado que pasaba, probablemente no era tan buena disimulando.

-¿No has visto a Alicia? -le pregunté gentilmente, siempre había admirado a los guardias que trabajaban para el castillo o en el reino, lo hacían por voluntad, solamente por el bien de infratierra. Y no eran obligados por el miedo que les daba mi hermana.

-No, no la he visto majestad pero puedo preguntarle a los demás si saben algo de ella.

-Muchas gracias -dije y sonreí de la mejor manera -pueden encontrarme en el cuarto de Alicia, intentaré buscar alguna pista.

Me dirigí al cuarto de Alicia sin escalas, mentalmente me prepare para buscar cualquier detalle con el que pudiera encontrar a Alicia, comenzaba a tener miedo que hiciera lo que quería.

Primero busque en su cama, estaba bien tendida como si no hubiera pasado la noche ahí, busque a los lados y por debajo pero seguía sin haber rastro de algo. Luego di con la ventana, era peculiar que estuviera abierta de par en par ya que eran días fríos.

Comencé a cerrarla, sin embargo algo se encendió en mi mente y me asomé debajo. Y fue ahí cuando sentí un gran hoyo en mi estomago. Los arbustos y plantas que estaban justo debajo de la ventana estaban casi totalmente destruidos. Habían sido aplastados, producto realizado por una persona lanzada desde la ventana.

Retrocedí unos pasos, Alicia había hecho justo lo que no debía. Se había ido con Stayne para infiltrarse, jugando son su propia vida.
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A pesar de querer golpear la cara de Stayne en cuanto lo vi de nuevo, subirme a mi caballo fue de muchas maneras la mejor forma de relajarme.

Emprendimos un viaje demasiado largo, estaba exhausta y no creía que estuviéramos ni si quiera cerca. Estaba segura de que lo hacía para que me confundiera, sin embargo conocía "el país de las maravillas" como la palma de mi mano.

El sol del día comenzó a salir, era reluciente y reflejaba en mis rizos dorados. Nos adentramos en el espeso bosque y seguimos cabalgando. Stayne no había dicho palabra alguna mas que un mu sincero y duro "Solo sígueme" desde que salimos del tablero de Ajedrez.

De pronto nos detuvimos, Stayne miró hacia arriba y encontró algo, volvió a tomar las cuerdas y nos dirigimos a la izquierda. Llegamos a un extraño árbol el cual se encontraba muy inclinado, tanto como para caminar por encima de él.

Y justo así fue, comenzamos a cabalgar encima de su tronco, pero justo cuando debíamos parar por que el árbol terminaba y solo nos caeríamos, Stayne siguió. Cabalgó hasta el final y ni en ese instante se detuvo, siguió cabalgando hasta que cayó y de pronto desapareció.

Yo hice exactamente lo mismo, ya que no podía perderlo ni un poco de vista.

El caballo corrió y caímos del árbol, caímos rápidamente sin embargo todo lo vi muy lento.

Cuando íbamos a estrellarnos en el suelo me di cuenta de que justo donde íbamos a caer no había un suelo, había un montón de hojas resecas. Las atravesamos y caímos a lo que había debajo. Un inframundo en infratierra.

Nos encontrábamos en un pasillo algo oscuro, alumbrado solamente por unas antorchas cada determinada distancia. A pesar de estar debajo del suelo había algo de espacio en el túnel, media por lo menos 3 metros de alto y no se alcanzaba a percibir que había al final.

Stayne me esperaba impaciente y cuando llegue seguimos cabalgando por un buen rato.

Justo cuando llegamos casi al final unas puertas enormes nos impedían el paso. Dos guardias a los lados al ver que nos acerábamos se pusieron alerta, sin embargo Stayne no se notaba preocupado ni un poco.

Noté que encima de las puertas había grabadas unas enormes letras que no significaban nada, o al menos eso creía.

"J I R G H"

Las observé detenidamente, sin embargo Stayne ya había hablado con los guardias y ellos abrieron las puertas, dejándonos entrar al enorme reino.

Alicia en el pais de las maravillas.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora