Capitulo dos. "Llegada a infratierra"

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Capítulo dos.

No hay palabras para describir lo que sentí en ese momento, fue como si me hubieran disparado más de mil veces con la misma bala.

La adrenalina empezó a fluir en mi, una de las personas más importantes de cuando fui a infratierra había desaparecido, y si le pasaba algo sería peor que la muerte de mi padre.

-¿Y qué hacemos? -le conteste desesperadamente, me valía si me iba en ese instante.

-Vámonos, te necesitamos. Las cosas en infratierra han cambiado.

En cuestión de segundos mi corazón palpitaba a mil por hora, y el conejo blanco se encontraba corriendo dejándome a mi atrás.

Rápidamente comencé a correr detrás de el, mientras pensaba ¿A donde iba a ser que me iba a llevar?, pues el agujero que me llevo al país de las maravillas no estaba aquí.

Nos acercamos a un árbol, era un árbol común y corriente como los demás a los que habíamos pasado cerca.

Pero al momento de llegar al otro lado del árbol nos encontramos con un árbol y debajo de el un agujero exactamente igual al que había esa vez en la "fiesta de compromiso", en mi segundo viaje a infratierra.

Sin pensarlo dos veces me lance, la caída fue más corta de lo que me era familiar. Tal vez fue causa de la adrenalina que corría por mi cuerpo a mil por hora.

Al caer, fue como lo recordaba. La mesa en el centro, yo me encontraba en medio de puertas de todos estilos, tamaños y colores.

Pero esta vez, era a la vez también diferente. Todo estaba destruido, una situación de horror recorrió todo mi cuerpo.

Una parte de techo ya no se encontraba, las paredes se encontraban todas quebradizas y sucias, las puertas, unas ya no estaban. Otras estaban sucias, otras rotas. Era horrorizante.

La poción estaba toda derramada alrededor de la mesa y el pastelito ya no se encontraba.

Pero ya no hacían falta, la mayoría de las puertas estaban destruidas, así que atravesé una y entré a infratierra.

El aspecto de como era no me impresiono mucho, estaba igual que adentro. Destruido.

Pero apesar de eso una sensación de estrago me revolvió el estómago. Ese no era el lugar que ya había visitado dos veces, no era.

Los árboles estaban caídos, la mayoría destruidos o secos, ya no se encontraban criaturas existentes y el suelo se había descompuesto, todo era un caos.

-¿A dónde vamos? -pregunte al conejo blanco con rapidez.

-Vamos a ver a la liebre, seguro así sabremos que paso y podremos dar con el.

Nos tardo un poco en llegar pero lo hicimos, la adrenalina de ambos hacía que nuestro paso fuera mucho más acelerado.

Y ahí se encontraba, la liebre. Pero esta vez la silla del frente, la central se encontraba vacía, el recuerdo que el sombrerero había desparecido se apoderaba de mi en un miedo impresionante.

-¿Qué ha pasado liebre? -pregunto el conejo blanco nervioso, estaba temblando ya, y probablemente estaba igual yo.

-Se lo han llevado -dijo la liebre con un aspecto triste, estaba decaído, como si lo hubieran golpeado.

-¿Quien se lo llevo? ¡¿Qué paso?! -sentí como las lágrimas se acercaban a mi, pero las contuve y no las expulse fuera de mi.

-Estaba... Dormido, y unos enormes gritos me despertaron, eran los gritos del sombrerero, eran gritos ahogados, desesperados.

Salí lo más rápido que pude, la adrenalina fluía en mi y no sabía que hacer, al momento de salir... -su voz se empezó a apagar y lo interrumpi.

-¡¿Y?! ¡¿Qué paso?! -le dije.

-Al momento de salir, dos hombres altos y vestidos de negro se lo habían llevado, lo habían encadenado y lo tenían con ellos a lo lejos, por más que corrí, nunca los alcance.

-¡Ah! -dije mientras las lágrimas estaban apunto de inundar mis ojos y mis puños los azotaba contra la mesa.

-¿Quienes eran? ¿A dónde de lo llevaron? -dijo el conejo blanco.

-No se, ¡No se! ¡¡No se!! -dijo la liebre entre una situación de desesperación y tristeza.

-¡No puede ser! -dije mientras azotaba de nuevo mis puños en la mesa, mientras me sentaba y lloraba.

Nos quedamos callados por unos buenos instantes, y luego rabia, rabia de apodero de mi. Necesitábamos recuperar al sombrerero.

-¿Qué hacemos? -les pregunte segura.

-No se, ¿Qué... que podremos hacer? -dijo la liebre.

-Em...¿Podemos ir con la reina blanca? -dijo el conejo blanco.

-Excelente idea -le conteste.

Tomamos las cosas que creímos que íbamos a necesitar y emprendimos el viaje.

Al poco tiempo nos encontramos con sonriente, el gato. Contamos nuestra historia y nos siguió, todos eran fieles seguidores del sombrerero.

Comenzamos nuestro viaje, pero a la mitad del camino un suceso paso, algo que fue algo impresionante... al menos eso pienso yo.

Alicia en el pais de las maravillas.Where stories live. Discover now