Capitulo cuatro. "Caballos mortales"

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Capítulo cuatro.

Mis sollozos llegaron rápido, coloque mis rodillas en el suelo y mi frente en la tierra húmeda, las lagrimas aparecieron demasiado rápido, resbalando por mis mejillas, no entendía por qué pasaba eso, ¿Qué sucedía? ¿Por qué estaban pasando todas estas cosas? Pues sabía que era algo malo, y ahora había una persona menos en mi vida, la primera fue mi padre y ahora el perro. ¿Quién mas seguiría?

Pronto decidí que tenía que aplicar lo que había aprendido en mi última visita a infratierra, "Las lagrimas nunca han resuelto nada". Fue una de las enseñanzas más grandes, normalmente me aterraba todo, lloraba por todo, tenía miedo.

Pase el cabello detrás de mi oreja, mi cabeza miro hacia el frente rápidamente, y me levante. Iba a dar fin a quien fuera que haya hecho que desapareciera el sombrerero, cambiar al Bandersnatch y matar a Bayard.

-Vamos a Marmoreal -dije decidida.

Pronto la liebre y el conejo blanco se acercaron.

-Vamos, pero nos tardaríamos días, tal vez semanas en llegar caminando - contesto el conejo blanco.

-¿Qué hacemos entonces?- conteste.

Pronto una extraña y hermosa niebla color azul celeste comenzó a aparecer. Sonriente. Poco después, la niebla se unifico y comenzó a formarse su cabeza, la cual flotaba en el aire.

-Yo tengo la solución- exclamo, y poco después una enorme sonrisa fue apareciendo en su rostro- conozco gente, podríamos conseguir caballos.

Sin dudarlo, asentimos con la cabeza y emprendimos nuestra marcha, el lugar no se encontraba muy lejos de donde estábamos así que llegamos rápidamente.

Llegamos a un camino, estaba construido de una especie de arena color negro. Al pisar nuestros pies se hundían, y avanzábamos con dificultad. El gran camino, dirigía a una casa enorme, llena de colores y de pisos. Detrás, se encontraba un establo, no alcanzaba a distinguir pero se oían los ruidos que emitían los caballos.

Sonriente nos dirigía, el iba adelante y nosotros lo seguíamos. Al llegar al final del camino, el no toco la puerta y se dirigió a la derecha, rodeando la casa. Llegamos al establo, donde una inmensa cantidad de caballos se encontraban. Eran simplemente: hermosos. Había caballos blancos, grises y negros. Las montaduras que tenían cada uno eran de otro color de los que había en el establo, uno que contrastara bien con su tono de piel.

Mire a uno, y automáticamente supe que ese erigiría. Era color blanco, con una montadura negra llena de líneas curvadas, grises. Su pelaje era fino y el animal estaba fuerte y alto, era exuberante.

Una silueta apareció detrás de un árbol d corteza fina que estaba de un lado nuestro, después salió completamente e intercambio una mirada con sonriente. El era un niño, de aproximadamente 11 años, tal vez 12. Era un poco chaparro, y muy delgado. Vestía con colores blanco y negro acomodados de formas raras, lo note desde un principio, que había algo raro en el. Pero no lograba identificar que era.

-Es el momento -le dijo sonriente.

-Acompáñenme -el niño, se metió cuidadosamente debajo de un alambre, alzándolo con una mano despacio. Después todos los demás ingresamos al establo de la misma manera que lo había hecho el.

-¡Ahora! -el niño grito, y poco después corrió hacia un caballo de color negro, montándolo y ayudando a montar a la liebre. Poco después sonriente subió detrás.

Me espante, suponía que los pediríamos prestados o algo por el estilo, pero al ver la reacción del niño supuse que los estábamos robando, pero ya estábamos a la mitad de esto y no podía retroceder así que me apresure.

Ayude a subir al conejo blanco detrás del caballo blanco que había observado antes, y poco después subí yo, tomando yo el control, el mando. El caballo negro donde iba el pequeño niño comenzó a correr, provocado por el niño. Corrió, y salto demasiado alto, que logro atravesar lo que rodeaba el establo, que tenía una altura algo grande. Sin dudarlo dos veces, apresure al caballo donde íbamos montados y brincamos igualmente. Comenzamos a cabalgar apresuradamente, hasta que la casa, ni el camino se veían ya. Ya no había forma de que nos alcanzaran, entonces comenzamos a ir más lento.

Al poco tiempo llegamos, ese si era exactamente el mismo castillo que había visitado antes, todo hecho de mármol, extremadamente limpio, enorme, y hermoso. Pero ahora había mucha gente, ella ahora era la reina de infratierra. Tendría mil cosas que hacer pero seguramente sería más importante, la desaparición del sombrerero.

Cada que recordaba esas palabras: "El sombrerero desapareció" un miedo me asechaba velozmente.

Llegamos rápidamente dentro, y dejamos los caballos en un lugar donde estarían seguros.

Entramos, pero no lográbamos hallar a la reina blanca. La gente se movía como loca, parecían hormigas alteradas. Eso hizo que me frustrara más, estaba alterada.

Dentro de todo el caos, logre hallarla, la mujer era hermosa a su máximo esplendor, y se encontraba algo alterada, no de la manera de cómo estaban todos los demás, si no a su manera.

-¡Reina Blanca! -le grite fuertemente. Ella volteo, pero no logro identificarme al principio, no sabía de donde provenía esa voz, poco después grite de nuevo y ahora si me encontró.

-¿Qué pasa Alicia? -me dijo.

-Hay malas noticias -contesto.

-Ya lo creo, pero creo que son diferentes a las que tu traes, tu primero -contesto ella.

-Okey... -comencé a decir, pero las horribles imágenes de todo lo que estaba pasando me alteraban -el hecho es que, el sombrerero ha desaparecido. El bandersnatch ahora le pertenece a alguien más, y Bayard... el perro, está muerto.

La reina blanca se impresiono, y llevo sus manos a la boca, era una persona más que como yo, le aterraban las cosas malas, y sobre todo lo que pasaba.

-¿Cuales son tus malas noticias? -le dije preocupada.

-Creo que vienen de la misma persona que hizo lo que me contaste. Hoy... en la mañana llego un mensaje, lo dejaron fuera del castillo. Tal vez quieras verlo -concluyo la reina blanca y me entrego un pergamino, color marrón y algo desgastado.

El contenido era perturbador, y debajo a la derecha estaba el mismo signo que había notado en el Bandersnatch, un ojo ensangrentado, rodeado por un triángulo.
El escrito decía:

"Deberían de considerar darnos su reinado, o ver como se los arrebatamos de mala gana. Por cierto, tenemos a uno de los suyos"

Alicia en el pais de las maravillas.Where stories live. Discover now