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Pudo ver, la delgada figura de la mujer que amaba. Ahí en el acantilado, a escasos centímetros del borde, con intenciones suicidas. Con la dolorosa intención de sentir en carne propia la fuerza del mar. Aquél mar con un fondo incalculable, con brazos que rasguñaban el borde para tragarla y no soltarla más.

Él le grito que se de tuviera, que nadie podía separarlo en alma, que el tiempo los volvería a unir.

Ella tan frágil y apasionada se voltio a ver el rostro de su amado. Lagrimas empapaban su piel oscura, la piel de una esclava.

Ni siquiera estando en el filo de la muerte dejaba de sentirse segura y amada.
Él rudo hombre del que se había enamorado cayo de rodillas en el suelo llorando como un frágil niño. Y rogándole con ojos cristalizados que no lo hiciera.

Si pensarlo se lanzo al vacío, no hubo gritos por parte de ella. Solo cerro los ojos y se lanzo.

Su vestido se extendía por el viento de la inercia tapando sus moretones y cicatrices. En sus muñecas se encontraban trenzadas las marcas de cadenas.

No le importa que tan bello fuera el cielo, eligió el abismo y su oscuridad, donde ni los demonios podrían llegar.

No quería tener una vida sin él, ese seria el peor de los castigos. Uno que solo le pudo dar el destino o el mismísimo dios en persona.

Solo quería una vida libre, y poder amar tanto como su propia mente y cuerpo se lo permitiera. Pero en esa vida no podría.

Y si quitarse la vida seria estar eternamente condenada al infierno, lo haría solo... por tener otra oportunidad.

Ese día murieron dos personas, una en cuerpo y otro en alma.

La luna fue testigo de todo, de aquel amor profundo como el espacio y brillante como el sol esa noche las olas dejaron el bullicio, las horas pasaban y la eterna noche no era interrumpida por el sol.

Las estrellas brillaban con mas fuerza para consolarla, los grillos empezaron  a cantar para hacerle olvidar de aquel tonto suceso.

Estaba sola en aquel vacío espacio, entre estrellas que la dejaban ciega con tanto fulgor y molesta con aquel horrible concierto de los grillos, nadie podía hacer que dejara de llorar y parar con su intensa pena.

Aquel satélite natural no paro de llorar hasta que lo oyó, un llanto acompañaba el suyo. Desde el espeso bosque lobos salieron a la luz. Con un llanto duradero y eterno. Eran seres trasparentes, que entendieron su sufrimiento. Aglutinándose al borde del acantilado todos lloraron.

La Luna supo que no estaba sola, y que había esperanza para aquellos con un amor imposible.
Y Solo entonces se puede apreciar el dulce martirio de saber que algún día se volverán a encontrar y entonces, solo entonces se amaran con cada suspiro.

Se amaran con respeto y como iguales.

Y ese, señores no es el amor verdadero, es el simple amor en su máxima expresión.

Mi voz resuena en la cueva, con ecos susurrados. Estos no disminuyen los chillidos de los cachorros que juegan.

Dejo el libro de cuero, tanto anhelado por los cachorros para masticar, en una grieta inalcanzable para las crías.

Totalmente desnuda me dirijo al bosque con pasos lentos y confiados.

Con naturalidad me encorvo, de cada poro de mi piel sale abundante pelo negro, mecánicamente mis huesos se amoldan y cambian para darme la clásica estructura de un ágil depredador.

Mi cuerpo ya no duele cuando cambio, solo toma un suspiro hacerlo.

La nieve cruje bajo mis enormes patas. Azabache entre el blanco de la nieve no es un gran dizfras para cazar pero de noche es bastante eficiente.

Me detengo cuando escucho otra pisadas cerca.
Veo a los lados con las orejas en alto. De la nada un lobo salta sobre mi,hacien que caiga, este muerde mi cuello clavando sus colmillos en el.

Chillo de dolor, soltándome inmediatamente.
Frente a frente gruñimos, y mostramos nuestros dientes con ferocidad. Sangre sale de la herida manchando el blanco suelo.

El cachorro marrón sale corriendo entre los pinos, lo sigo tratando de agarrar sus patas.

Se detiene de espalda a un pino me detengo de inmediato. Me transformó.

_¡¡Espera!!,quédate quieto. Retrocede ignorando mi orden.

Los pinos tienen agujeros al rededor de su tronco, es donde la nieve no puede llegar. Con ayuda es fácil salir de ahí lo difícil es respirar y moverse con kilos de nieve encima.

No puedo verlo, la nieve se lo ha tragado, vuelvo a transformarme para escavar cerca de donde escucho los chillidos.

Logro encontrarlo con mis mano lo arrastro lejos, lo alzo dirigiéndome al la cueva.
--Bueno ya lo sabes, no te acerque al tronco de un pino en invierno. Él lame mi cuello limpiando la sangre seca de su mordida.

Los cachorros no logran controlar su fuerza al jugar, por eso mi cuerpo esta lleno de cicatrices. He tenido suerte de ser aceptada en la manada, ningún forastero lo logra.

Mis rodillas se hunden en la nieve mientras camino. Los inviernos son crudos y es muy difícil encontrar comida. Y más para una manada de diez miembros incluyendo a los cachorros.

Helena.             ( Trilogia Fragancia De Amapolas)Where stories live. Discover now