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Puedo ver sus pies descalzos, luego ver caer su camisa y pantalón.

Tapó mi boca. Mi corazón va asaltar de mi pecho o peor él podría escucharlo.

Siento como las maderas de la cama se hunden, intentó tranquilizarme y que me dejen de temblar las piernas.

Después de unos minutos su corazón y respiración se vuelven más lentas, salgo cautelosamente de la oscuridad bajo la cama.

Cuando ya estoy de pie, me tomo el tiempo para detallarlo.

Pelo color café, abundantes pestañas y una muy notoria barba.

Tiene lunares en la mejilla derecha, cuello y sobre la ceja izquierda.

Su pecho está al descubierto, dejando a la vista tres lunares en su hombro derecho.

Como si fueran constelaciones.

Lo miro uno cuantos segundos más con indiferencia.

Suficiente.

Muevo mis piernas con dirección a la puerta, no sin antes surcar una últimas vez la figura del hombre.

Mi vista detalla unas marcas en sus muñecas, con curiosidad achino mis ojos para verlas mejor.

Me detengo en seco, volviendo a acercarme al nombre. Mi dedos pasan ligeramente por sus muñecas sin siquiera tocarlo.

Sólo son cicatrices, como las tuyas.

No, no lo son, son marcas de cigarrillos.

De mi cabeza va a salir humo, ¿Quién se la hizo?¿porqué?.

Eso no es de tu incumbencia.

Cierto.

Doy un paso a la puerta con mi vista ahora en el rostro del hombre.

Salgo de la cabaña, corriendo saltó los arbustos cayendo en los cuatro patas.

Llegó a la cueva, con cansancio me acuesto en el frío suelo. Luego de un rato acostada sobre mi espalda mis párpados se cierran.

...

Decidí que ya no es necesario ir a vigilar aquella vieja cabaña. Los adolescentes ya le perdieron el gusto.

Me encuentro corriendo, tan rápido que perderé mi alma, Atla está detrás, yo soy más rápida y más grande, ya qué mis zancadas cubren gran parte del frondoso bosque.
La loba gris logra alcanzarme, corriendo a mi lado con lo que pareciera una sonrisa. Las dos saltamos el enorme tronco.
A lo lejos lo veo, un hermoso prado, tan desconocido hasta para la presas. Mi nariz se regocija entre los olores.

Verde, amarillo, Rosa y azul son los colores que predominan en el floral paisaje.

Escondido entre montañas, este prado es sin duda el lugar más bonito que he visto en mi vida.

Me transformó e inmediatamente mis rizos se alzan con el ligero viento. Se extienden, brillantes y suaves. Inflo mi pecho y exhalo sacando todo el aire de mis pulmones. Estoy sudada y creo que me refrescare.

Giró mi vista a Atla, la cual no despega su vista del pequeño lago que se encuentra cerca.

Cuando era sólo una cachorra ella y su hermano cayeron en el delgado hielo, se forma en el lago después de las nevadas. La corriente los arrastró lejos de la orilla, intenté salvarlos pero desaparecieron en la aguas, Sin embargo, la manada recorrió las orillas para tratar de encontrarlos. Sólo la encontramos a ella, mojada y con sus patitas tiesas.
Sé que cuando aúlla lo recuerda a él.

No nos mata la pérdida, lo hacen los recuerdos.

Decidí que es mejor irnos.

__Atla, ya es hora de irnos. La mencionada fija sus salvajes ojos en mi y comienza a caminar devuelta con la jauría.

De camino a la cueva,no hay sonrisas ni corazones saltando,sólo un ruidoso silencio. De esos que son incómodos.

__¡Oye!. Le grito, la loba me mira sin girar la cabeza.
__¿Quieres ver algo gracioso?. Le pregunto, con un brillo entusiasta en mis pupilas. Sin siquiera es esperar una acción en respuesta, cambio el rumbo de nuestros pasos.

--¡esto te encantará!.

La vieja cabaña seguía igual de horrorosa, pero no hemos venido a criticar su horrenda fachada.

No hay nadie, es una suerte.

Subí las escaleras de la entrada con demasiada confianza, abrí la puerta de aquella casa de personas con el triple de mi confianza.

Bufe mientras mis ojos rodaban, es sentido común, cualquier loco podría entrar a tu casa si la dejas sin seguro.

¿no les enseñan eso en sus escuelas?

Empecé a buscar y entonces lo vi, anaranjado y chillón.

Salí corriendo con el juguete, cerrando de un portazo. Llegue a lado del animal e hice sonar las simpática calabaza de plástico.

Su cabeza se giró, mi sonrisa se agranda y lo aplaste en  mis manos repetitivas veces.

Una estruendosa carcajada se me escapó.
--¡Es genial! Con mi mismo entusiasmo Atla comenzó a saltar para quitármelo, eufórica.

Separe mis piernas y las flexione.

--¿Lista?. Pregunté a los que ella se acomodó preparada. Lancé el juguete al aire y fue inevitablemente capturada en las fauces de la loba.

Esta lo masticaba con demasiada emoción, sonaba y Chillaba tantas veces que me era imposible parar de reír. Pero el ruido de un motor atragantó las futuras carcajadas en mi garganta.


Helena.             ( Trilogia Fragancia De Amapolas)Where stories live. Discover now