7

34 1 0
                                    

La curiosidad pudo conmigo, y seguí a la niña hasta las fronteras de la reservación.

Vi como busco una mochila escondida en el tronco de un árbol y con saltitos desapareció por la carretera, supongo que rumbo a su casa.

....
Los cachorros estaban más grandes, ahora al jugar podía sentir sus afilados colmillitos, sus sentidos han mejorado y soportaban mejor el frío.

La manada tiene buenos genes.

Nunca hemos tenido pérdidas por malos nacimientos o por enfermedades.

Una ráfaga de aire frío recorre la cueva, erizando mi piel y haciendo que las crías dejen de jugar, para hacerse un ovillo refugiándose del frío.

Podría prender una fogata, pero eso sería acostumbrarlos al fuego, demostrar que no es peligros y que dejen de temerle.

Me dirijo al fondo de la cueva y ellos sólo me siguen, me transformó.

Mi calor los reconforta. La tarea se hace más fácil cuando Atla llega, se recuesta junto a mi. Reposando su cabeza en mis patas.

Los adolecentes son quienes los cuidan mientras los demás cazamos, pero hoy empezaban sus lecciones de cacería.

El grupo va a introducirlos poco a poco, Primero como espectadores y luego el Alfa los hará participar.

Los truenos alumbraba la cueva con sus rugidos. La fría noche se vuelve siniestra, haciendo tiritar y chillar a las crías.

...

Abro los ojos, registrando la cueva, sin mover un solo músculo. Giró a ver a Atla que también sé encuentra despierta.

También lo a oído.

A lo lejos sé escuchan pisadas, de varias personas.

Me pongo de pie, Atla hace lo mismo. Su cabeza gacha y el pelo erizado de su lomo indican que está asustada, puedo ver como el vapor de su respiración agitada empaña su nariz.

Tiemblo ligeramente por el pánico.

Me transformó lentamente, con los fijos ojos en la entrada.

_ A la madriguera.

Susurro la orden con vos quebrada, que es acatada sin siquiera duda de sus parte. Sabe que aunque luchemos con todo no podríamos ganarles. Hay que esconder a los pequeños para así alejarlos de aquí.

Despierta ligeramente a las crías, toma a una con su asicó para transportarla a un agujero que se encuentran en una de las esquinas en la cueva.

La madriguera era de una serpiente que vivía en ella pero cuando llegamos tuvimos que matarla. En ella solo caben las crías y un lobo mediano.

Veo los ojos brillantes de Atla desde su escondite.

Dos esferas planteadas como el acero infernal.

Me acerco a la entrada, el aire frío pinta mi respiración de blanco. Puedo ver linternas a escasos metros entre los árboles, me acerco convirtiéndome, los observo.

Tres hombres vestidos de forraje verde y obscuro, caminan manchando este suelo sagrado con sus huellas.

Son ágiles y casi silenciosos. Llevan el arma como si no pesaran, como si fuera una extensión de sus cuerpo.

Elevó mi vista, veo a los cuervos seguirlos desde la distancia. Eso sólo significa que lo que viene no es bueno.

Carroñeros de alas negras, que siguen a los hombres, que siguen a la muerte.

Respiro hondo y salgo de entre los arbustos, a unos pasos de ellos.

separo mis patas, bajo mis orejas y endiablo mi apariencia. Mi boca se abre mostrando mi saliva caer como veneno, muestro los dientes con ferocidad.

Veo como dan una pasó hacía atrás en conjunto, con corazones atropellados y con ojos abiertos de terror.

Pero rápidamente elevan sus armas, me echo a correr entre los árboles, de un lado a otro, Zigzagueando.

No tan cerca como para que puedan dispararme, ni tan lejos como para que se rindan.

La idea es perderlos en el límite del bosque, luego transformarme para que así pierdan mi rastro.

Corro, me alejo de mi familia.
Entre los arboles, saltó y esquivo.

Mi cuerpo es cubierto por pequeñas gotas de llovizna, la niebla dificulta mi vista y la humedad es insoportable.

Sin embargo, no me detengo ni menos aún cuando escucho sus risas a lo lejos.

Salto un tronco que obstaculiza mi única salida. No lo pensé, no pensé que fuera raro el sendero al tronco, ni las hojas mal desparramadas, ni las huellas de personas cerca.

tal vez eso fui siempre, solo un animal. perdido y encerrado en un cuerpo equivocado . capaz solamente fui un orgulloso cazador que nació para morir como una indefensa presa.                                                                                                                                                                                                                              Yo no lo supe.

No supe como mi pata llegó a esa trampa. Era aplastada entre garras de metal, vi como mi desesperación empezaba a llenarme.

Pude ver mi final, y no por que lo supiese, lo sentía.

Chillaba de dolor ,cada movimiento aumentaba la fuerza con la que apretaba la trampa. Las astillas en mi pata se hundían cada vez más, no podía hacer nada. La sangre caliente ardía al contacto con mi piel.

Chille y lloré, pero deje de hacerlo al oír como los cazadores se acercaban, no iba a darles el gusto de ver a una presa.

Los hombres se acercaron cada uno con una sonrisa ladina y triunfadora.

__Corre rápido la desgraciada.
Dijo el más joven, su gorra verde tenía un estampado de pinos blancos.

__Bueno terminemos con esto, quiero ir a casa y estar con mi mujer. Dijo un hombre obeso.

Mi mirada pasó al anciano que no dejaba de mirarme, sus compañeros reían y charlaban mientras él no despegaba sus ojos de mi.

__¿Es un ejemplar bastante grande no creen? Y tiene una mirada extraña.

Dijo por fin el anciano pero me seguía incomodando su escrudiño.

Gruñí, pero me ignoraron.

__ Si, si, es bastante grande, pagarán mucho por ella. Te dije que valdría la pena venir. Contempló el joven, acercándose. Intentó posar su mano en mi cabeza. Me gire tan rápido como pude, atrapando su mano en el aire.

El grito que salió ronco de sus garganta estalló en el bosque, no podía soltarse no iba a soltarlo.
El joven pedía ayuda pero se mezclaba con su llanto, haciendo casi irreconocibles sus palabras.

Es un cobarde.

Un verdadero cazador no se acercaría tanto a su presa aún viva.

Sentir el metálico sabor de sus sangre me hizo olvidar como sangraba mi pata.

Mi pecho se inflo de orgullo y satisfacción, mordiendo más fuerte. Sintiendo los huesos quebrarse.

No me sentí mal al verlo sufrir. la bestia dentro de mi lo disfrutaba.

__deja de llorar como una mujer, Dios no debí traerte, tu madre me matara.

Dijo en anciano antes de elevar su arma y disparar.

___

Helena.             ( Trilogia Fragancia De Amapolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora