❪ ❫━━No hay mayor adiccion que la que puede causar una persona. Y ellos todavía no sabian eso.
-Eres jodidamente adictiva.
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—Brandon ha ido a la farmacia a por antigripales—me informa mi madre entrando en la habitación—¿Quieres que te traiga algo de comida?
Lo pienso, de Brandon Russell, El novio de mi madre, no quiero recibir nada, bueno, si, una indemnización por acoso pero eso no es posible.
Aún así, no puedo respirar, y llevo tirada en la cama dando asco dos días y medio, algo de azúcar y guarrerias me animarán.
—Si, dile porfavor que compre algo—respondo yo.
Ella parece sonreir porque acepte y habla un par de palabras por el teléfono, que tenía apartado. Entonces lo apaga y se acerca a mi.
—¿Segura de que no quieres ir al médico?—pregunta sentandose en el pie de la cama.
—Segurisima—asiento yo con contundencia.
—Tu voz sale muy nasal... ¿Puedes respirar bien?—pregunta acercándose a tomar mi mano.
—Bueno—sorbo mis mocos—Mi cerebro acabará siendo más mocos que neuronas pero todo bien, sobreviviré a este gran resfriado—ironizó.
Mi madre rueda sus ojos—¡Siempre tan cabezona! Desde pequeña, nunca querías ir al médico por nada.
—Es que me aterra el medico—admito.
—Lo sé, cada vez que te iban a poner una vacuna gritabas como loca, y teníamos que ir tú padre y yo a sujetarte—se ríe.
—Que exagerada... —ruedo mis ojos.
Mi madre deja de reír y me mira con una sonrisa, se la devuelvo. Lleva ya un mes trabajando y sin haber tomado alcohol ni nada, solo sus antidepresivos recetados. Nunca la he visto tan feliz y me gusta que este así. Al principio era extraño, es decir, llevamos dos años sin tener una buena relación, pero a pesar de todo ella simepre será mi madre, y que haga un esfuerzo por mi me hace perdonarla
Su sonrisa se borra y mira hacia el suelo—Tengo que hablar contigo de algo...
—¿que pasa mama?—pregunto y le hago un sitio a mi lado.
Ella niega y se queda donde esta—No, será rápido porque no me quiero meter pero... Tu padre ha tratado de contactar contigo.
Mi mundo de cae a mis pies y siento como un sudor frío recorre mi espalda. Llevo casi tres años sin verle, sin hablar con el y sin saber la más mínima noticia o como esta. Llega a estar muerto, y ni me entero.
—¿Conmigo...? Dirás con ambas
—No, llamo desde la cárcel el otro día pero tu estabas por ahí y bueno, obviamente le dije que no estabas, el colgó—dice sin más.
La miro—¿Estas bien?
Niega—TE mentiría si te dijese que no me afecto.
—El ya no puede hacernos nada mamá—susurro tomando su mano, tiro de ella y dejo que entierre su cabeza en mi pecho.
