Capítulo 26: Reencuentro

2.8K 317 48
                                    

Estaba trabajando en el restaurante cuando Milo, Elizabeth y el señor Ramírez aparecieron.

Yo me quedé mirándolos atónita. ¿Qué hacían los tres ahí?

Milo me dio una mirada de terror, que imaginé que significaba: "esto no será bueno".

Se sentaron en una mesa y me quedé esperando un rato para ir a atenderlos. Nuevamente, una de mis compañeras intentó adelantárseme, pero la empujé antes de que lograra llegar.
 
—Hola. Bienvenidos a La Dulce Ruta...

—Ahórrate eso, Jessica —me dijo el señor Ramírez.

—¿Puedo tomar su orden?

—Me mentiste —dijo el señor Ramírez indignado—. Me mentiste descaradamente.

—Puedo explicarlo.

—Milo ya lo hizo —aclaró.

Elizabeth me estaba mirando, pero por primera vez no parecía mirarme con odio.

—Sabes... Milo también me dijo que eres traductora.

—Bueno, no aun. Me titulo el próximo año —aclaré.

—¿Y te gustaría tener un trabajo?

Yo reí divertida, pero luego lo miré asustada.

—¿Se encargará de destruir mis oportunidades laborales? —pregunté ansiosa—. Sé que hice mal, pero...

—No es eso —me interrumpió—. Vi los documentos que me entregó Milo, hice que los revisara un amigo y lo hiciste muy bien.

—Uh, genial —me sentía orgullosa.

—Sí entiendes y hablas tan bien como lees... Entonces eres muy buena —agregó—. Y quiero alguien como tú en mi empresa.

Milo, Elizabeth y yo abrimos los ojos con asombro.

—¿Qué? —preguntó Milo.

—Lo que oyeron —el señor Ramírez miró a Milo—. Y espero que tú vuelvas con nosotros.

—Un momento... Beth me despidió —recordó Milo.

—No debí hacerlo —dijo ella—. Estaba molesta y lo nuestro no tiene nada que ver con la empresa. No eres el único que ha cometido errores aquí... Lo siento.

Milo los miró extrañados.

—Esto es una trampa, ¿no?

—No —dijeron al unísono los Ramírez.

—¿Qué?

—Estuviste tres días seguidos conmigo después de lo que paso —dijo Elizabeth—. Pudiste haberme engañado y ser un infeliz, pero nuestro matrimonio siempre fue una farsa... debimos solo ser mejores amigos por siempre como habíamos quedado cuando niños.

Una sonrisa se formó en la cara de Milo, probablemente al recordar cuando él y Elizabeth eran niños.

—En parte fue mi culpa —dijo el señor Ramírez—. Los presioné hasta que no les quedó de otra.

—¿Quieren ordenar algo mientras tienen esta conversación? —pregunté. Los tres me miraron con seriedad—. Lo siento, pero es un restaurante.

—Trae tres capuchinos y tres waffles.

—Sí, señor.

Cuando volví con las órdenes, el señor Ramírez me miró.

—¿Aceptaras la propuesta?

—Pero aún tengo un año de estudios —le recordé—. ¿No es muy apresurado?

—Quiero que empieces el próximo año, haciendo cosas simples —explicó—. Tendrías que dejar este trabajo, pero...

¡Ese Es Mi Libro!Where stories live. Discover now