22. EL CIELO

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Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Mateo 6:14

Ana Paula

Estoy de nuevo en el kiosko, mi kiosko para hablar con Dios.

Han sucedido muchas cosas en poco tiempo: Me perdí con Margarito en estas tierras, desperté en una clínica, estuve herida, ahora estoy preocupada por  mi hermano quien se ha lastimado un brazo y está sin trabajo, en fin,  todo esto me podría llevar a reclamar a Dios por este tiempo dificil, pero Él me permite ver también lo bueno en medio de todo:  que me he reconciliado con mi tía, quien me ha pedido perdón y yo también se lo he pedido porque a causa de su actitud yo también me alejé de ella y me refugié en mis metas, en mis amigos y aún en la iglesia para escapar de una situación triste y dolorosa, así que fue un perdón mutuo.  En este tiempo he visto el favor de Dios por medio de personas que me han ayudado, como todos en la Hacienda, sobre todo don Rogelio, quien ha hecho todo lo posible para que yo esté bien.  Así que viene a mi mente este bello versículo:  "Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman..." Romanos 8:28

Cuando me dirijo hacia la Hacienda me lo encuentro por uno de los pasillos.

-Así que ya regresa de su cielo - Me dice

-¿Mi cielo? 

-Si, el kiosko es su cielo - 

Me parece un bonito nombre para mi kiosko así que sonrió y le digo:

- Creo que de ahora en adelante le seguiré llamando así "Mi cielo", gracias por la idea.

- Mejor vamos a desayunar.- Me invita

Después del accidente y mi regreso a la Hacienda siempre desayuno con ellos, ha sido idea de Daniela y a él no parecía molestarle, yo preferiría hacerlo en la cocina con María y Consuelo, pero no quería despreciar su amable ofrecimiento y debo reconocer que cada vez son más agradables estos momentos. 

Mientras nos dirigimos al comedor de la terraza aprovecho para decirle:

- Don Rogelio, creo que podemos iniciar las terapias, ya me encuentro muy bien de la muñeca.

- Eso lo dirá el médico, cuando su reporte diga que puede moverse con libertad empezaremos de nuevo - Me dice serio.

- Pero...

- Nada de peros - Me interrumpe - Usted debe cuidarse ¿o es que su trabajo y carrera no dependen de sus manos?

Con ese argumento no puedo debatir, así que me callo y sigo caminando un poco cabizbaja.

- ¡Pero por Dios! por una vez he dejado a mi fisioterapeuta sin palabras. 

Cuando lo miro está sonriendo, hacía mucho no lo hacía, por lo que suelto las palabras sin pensar:

- ¡Qué bien le queda esa sonrisa!- Y cuando miro sus ojos sorprendidos caigo en cuenta de lo que he dicho y creo que me pongo roja, gracias a Dios parece que dejar pasar mi impertinencia y no dice nada.




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- Bueno Ana Paula ¿Y qué haremos para tu cumpleaños? - Daniela dice esto cuando estamos en el comedor y no lo puedo creer, no quería que ellos se enteraran y se sintieran comprometidos conmigo de alguna forma.

- ¿Cómo te has enterado? - Es lo único que logro decir.

- Te lo tenías bien guardado, pero si recuerdas bien tuve tu documento en mi mano muchas veces para hacer trámites cuando estabas en la clínica.

El que sí podía amarWhere stories live. Discover now