17. PERDIDOS

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"Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia,  de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. Colosenses 3:12-14

ANA PAULA

Lo he logrado, con la ayuda de Dios he alejado de mi aquellas cosas que me apartaban de Él, he ido a aquella iglesia varias veces, la primera vez me fui caminando y cuando creí que tendría que regresar de la misma manera, don Gustavo, un arquitecto con quien tengo entendido que don Rogelio tiene negocios, ha sido muy amable al ofrecerse a traerme.

Tuve también el valor de hablar con el señor Montero sobre la escena que tanto enojo me había causado, le ofrecí disculpas por querer entrometerme en su proceso y haberle hecho enojar con mi sugerencia, él se quedo estupefacto y como no respondía continúe diciéndole que lo respetaba como mi jefe y que en futuras ocasiones que no estuviera de acuerdo en algo conmigo agradecía me hablara en un tono respetuoso,  que siempre iba a tratar de entender su punto y obedecer sus requerimientos con respecto a mi trabajo.  Él pretendió no entender, creo que no sabía qué decir,  y eso era más de lo que pudiera esperar de un hombre tan orgulloso.

Sin embargo me entristecía cada noche escuchar de nuevo sus gritos debido a sus pesadillas, cada vez eran más seguidas, pero no volví a correr el riesgo de acudir a su cuarto, sólo oraba a Dios y trataba de continuar descansando.

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El potro de Margarito cada día está mas grande y él cada vez está más contento, a veces debo ponérmele seria para que venga a hacer las tareas, hoy ha trabajado en éstas con alegría pues es sábado y hemos acordado con Daniela y Hugo que iríamos a montar, ya siento más confianza con el caballo porque he tenido una excelente maestra.

Al final no podemos salir tan temprano como hubiéramos querido, yo tuve la terapia con el señor en la tarde y Hugo tuvo que salir un momento con él después de eso.

Así que salimos a nuestro paseo cerca de las 5 de la tarde.  Margarito y yo vamos en el mismo caballo, él ya le ha perdido el miedo a éstos, además ha estado entrenando para montar su propio caballo, claro está, cuando ambos estén listos y para que eso ocurra falta mucho tiempo.  Daniela y Hugo van cada uno en un caballo y yo trato de no ir muy a su paso para que tengan privacidad y puedan hablar con libertad pues en la Hacienda no tienen muchos momentos para encontrarse.

Cuando llegamos al lago lo rodeamos, Margarito y yo por un lado y los enamorados se van hacia el otro extremo.  

A medida que avanzamos perdemos de vista a Hugo y Daniela, pero la estábamos pasando muy bien.  De pronto en una arboleda escuchamos el canto de un pájaro y Margarito cree reconocerlo:

- ¡Es es un petirrojo! - Dice- ¡Vamos!

Apuramos el caballo hacia la zona boscosa tratando de encontrar al pájaro hasta que dejamos de escucharlo, cuando tratamos de devolvernos ya no sabemos hacia donde dirigirnos, todo el paisaje se ve igual.

- ¡Dios mío, Ana Paula, nos hemos perdido!

Intento tranquilizar al niño, aunque yo también estoy asustada pues noto que ya está oscureciendo.

- Tranquilo Margarito, el caballo debe conocer el camino, él nos llevara de regreso.

Pero no es así, deambulamos hasta que está completamente oscuro y ya hace mucho frío.  Después de un rato respiro un poco más tranquila cuando el caballo nos saca del bosque y ya no vemos más árboles, me parece que estamos de nuevo junto al lago así que avanzamos despacio, pero no logro visibilizar un paisaje conocido, al contrario, estamos en una zona muy extensa de pasto que me es completamente extraña, le pregunto a Margarito si reconoce el lugar, pero no es así, le echo la culpa al hecho de que en la noche todo se ve de otra forma.

- ¡Daniela !!! ¡Hugo!!! - Empieza a gritar el chico y yo me uno.  

Nos bajamos del caballo y continuamos llamando a nuestros compañeros de aventura, lo hacemos hasta que nos rendimos al no escuchar respuesta.  Nadie nos escucha.  Estoy verdaderamente asustada, sobre todo por Margarito, yo soy responsable por él y nos encontrábamos perdidos.

Tenemos hambre y sed aunque ninguno lo diga, el frío es terrible, el caballo ya está igual de nervioso a nosotros y temo no poder controlarlo y perderlo, el viento empieza a soplar un poco más fuerte  y comenzamos a escuchar truenos a lo lejos, le pido a Dios que no sea una de esas tormentas que se saben desatar por aquí, "hoy no por favor", ruego mentalmente.

Andamos sin rumbo durante muchas horas, estamos mojados y por lo tanto el frío en nuestros cuerpos considero que llega casi a la hipotermia, con las fuerzas que tenemos nos subimos de nuevo al caballo, pues temo que atemorizado por la lluvia se vaya dejándonos aún más solos, así que trato de buscar un lugar donde refugiarnos ya que no encontramos la manera de regresar, pero de pronto nos ilumina un rayo y el caballo levanta las patas delanteras asustado,  advierto que es inevitable la caída así que abrazo fuertemente a Margarito intentando protegerlo, caemos y siento el golpe seco en mi espalda y cabeza, pero creo que estoy bien porque no me duele nada, he dejado de escuchar la lluvia y los truenos, Margarito se mueve y yo trato de moverme pero todo se vuelve muy oscuro y no me doy cuenta de nada más.


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¿Qué sucederá con Ana Paula y Margarito?

esperen el próximo capítulo 😉


El que sí podía amarМесто, где живут истории. Откройте их для себя