3. SEGUNDA ENTRADA

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ANA PAULA

¡Qué!! 

- Te pondrá en muchos problemas legales por incumplimiento de contrato, ya firmaste Ana Paula- Me dice Bruno.

¡Este hombre pretendía que me quedara!  Me bajé del auto, respiré profundo, miré al cielo, que por cierto aquí era un cielo hermoso, le pregunté a Dios si era su voluntad que yo me quedara, volví a respirar y me fui calmando.

"De verdad que no me la vas a poner fácil" pensé, sabía que me había escuchado a quien iba dirigido mi reclamo, definitivamente así lo sentía en este momento, nada había sido fácil en la vida y al parecer las cosas no iban mejorando. 

Del mismo lugar del que yo había salido hacía unos momentos venía un hombre alto, de ojos pequeños pero mirada noble, viene sonriendo y luego me habla como si ya fuéramos amigos:

- Tú debes ser la nueva

- Creo que si - Le dije titubeante y él volvió a sonreír. 

- Mucho gusto, soy Hugo Dueñas, el enfermero personal de don Rogelio, bienvenida - Me extendió su mano.

- Bueno, eres  el único aquí que me ha dado la bienvenida - estrecho la suya y Hugo sonrió 

-  Es que no nos has dado tiempo, así que por favor no te vayas, que la fría bienvenida de don Rogelio no te haga pensar que no te necesita, porque no es así.

- ¡Vaya! pero qué rápido llegan las nuevas noticias aquí -  Esta vez Hugo suelta una sonora carcajada.

- El alboroto está por toda la Hacienda: los peones, las señoras en la cocina, todos hablan de Paula, la nueva fisioterapeuta que puso en su lugar al señor y yo no me podía quedar al menos sin echarte un vistazo.

Ahora soy yo la que sonrío.

- Me quedo- Le dije decidida.

- ¡Pero qué bueno soy! yo creo que el jefe me va a subir el sueldo pues alcancé a entender que no quiere que te vayas.

- Pues espero que te lo suba porque imagino el trabajo que tienes al soportar su mal carácter.

- No es tan malo, Paula.  Cuando aprendes a comprenderlo, a llegar a la hora justa, a no entrometerte en lo que no te importa, a adivinar sus deseos y cumplirlos al pie de la letra ...

Empiezo a mirarlo con los ojos muy abiertos, él me mira de reojo y vuelve a soltar una de sus sonoras carcajadas.

- ¡Claro que no Paula! estoy exagerando, todo es cuestión de tener paciencia y temple, aunque de esto último hemos visto que tienes mucho, así que confío en que podrás con la labor, recuerda que trabajaríamos de la mano y de verdad que necesito una.

Sin decir nada más, él baja la maleta del auto y nos empezamos a dirigir hacia adentro, pero en ese momento me acuerdo de Bruno y cuando volteó veo que está con la boca abierta, me devuelvo, le doy las gracias a Bruno por todo y él ve como entro de nuevo a la Hacienda.

Conocí a María, una mujer mayor, generosa y muy buena, que me hizo sentir como en casa, ella es quien dirige todo lo que tiene que ver con la casa, me llevó a comer con ella y con Consuelo, la chica que le ayuda en la cocina.  Fue maravilloso conocer a todas estas personas ¿Por qué no podía ser igual con el jefe de la casa? 

Bueno, no todo podía ser tan perfecto.

Me instalan en un maravilloso cuarto, nunca había tenido un cuarto tan bonito, es más grande que la sala de mi casa, la cama es gigante, no lo podía creer, empecé a ver la bondad de Dios en todo esto, después de todo no era tan malo estar aquí, así que le pedí perdón por el reclamo de la tarde, yo no tenía derecho a cuestionarle.

Me permití dar gracias, cerrar los ojos y descansar.



El que sí podía amarWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu