11. Amantes

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El cosquilleo brota de mi espina dorsal y se expande al resto de mi cuerpo. No la recordaba así, tan grande... tan potente.
Se quita los calcetines mientras me espabilo y salgo de mi trance post-orgásmico. Me siento aturdida, pero no se si es porque su lengua me ha hecho sentir mejor que todo lo que me ha hecho mi prometido o porque su imagen de Dios griego funde mis neuronas.

Me incorporo lentamente y me acerco a donde él está, una sonrisa se me escapa al ver el tatuaje de la pierna y recordar esa noche.

Estoy en el sofá viendo Anatomía de Grey y de repente suena el timbre, es de noche y mi madre está fuera de casa. Asustada, cojo lo primero que pillo del salón, una maceta, y me dirijo a la puerta. El corazón se me para al ver que el sospechoso es Dylan.
Dentro de mi casa, su sonrisa de complicidad, porque nos tenemos muchas ganas, me cambia la tarde y sin casi tiempo para que reaccione me tiro a sus brazos como una ninfómana. Todo era muy romántico hasta que, como no, la cago.
Sin querer, le clavo toda la maceta en la entrepierna y el salto que da nos propulsa a los dos hasta caer en el suelo. Me sorprende ver que se levanta mucho más rápido que yo y no se queja de que le haya metido un macetazo en sus partes, sino que como si nada, se quita los pantalones mostrándome un dragón en la parte alta de su pierna.
No se en que fijarme, si en el dragón chino que tiene dibujado en rojo y amarillo o los bóxers comprimiéndole la erección que reclama ser aliviada.

- Sara, ¿te gusta?- me pregunta.
Doy un último repaso a su cuerpo y me muerdo el labio.

- Sabes que siempre me ha gustado- respondo lujuriosamente mientras que me voy desabotonando la camisa.

Sonríe ladinamente y se acerca a mi. Se acopla a mi cuerpo y mete las manos por debajo de las copas de mi sujetador. Noto que me pellizca los pezones fuertemente y acerca su boca a mi oído.

- Nena, te lo preguntaré una vez más, ¿te gusta el tatuaje? - pregunta mientras empieza a hacer círculos en ambos.

No se salen las palabras, solo puedo asentir, joder, estamos en la entrada de mi casa.

- No te he entendido bien...- dice y pellizca más fuerte haciendo que pegue un gritito.

- Joder si, tu puto dragón me pone tanto como mini Dylan- digo y él se rie.

- Nena, nada te gustará tanto como mi polla, te lo aseguro.- dice y a continuación me fundo con su boca.

Dylan está delante enfrente mía, como aquella noche ambos estamos disfrutando del placer, pero nada es igual. Ya no soy la única que ha visto ese puto tatuaje.

- ¿Te dije alguna vez que tu tatuaje era muy sexi? - pregunto poniéndome enfrente suya de rodillas.

Desde mi posición lo miro a los ojos y me lamo los labios, notando que su polla da una sacudida ante la imagen. Siempre hemos sido lujuria, siempre nos ha gustado follar... ¿Hemos confundido eso con amor?

- Siempre me lo decías mientras que te corrías- responde sonriendo y mostrando su perfecta dentadura.

Evado la mente y me meto su miembro a la boca. Es enorme y duro, suave y sabroso, me encanta. Lamo y saboreó una y otra vez acompañando los movimientos con mi mano en la base de su falo.
Lamo reiteradas veces y se me hace la boca agua al ver su cara de placer, me excita mucho.
Absorbo suavemente la punta de su glande y me la meto entera hasta atragantarme.
Gime. Joder, como me pone. Necesito más.

Me levanto y me alza como si fuese un peso pluma, pegándome a la pared.

- Te la voy a meter nena, di que si, estoy limpio- dice con la voz ronca.

Déjate quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora