5. Auxilio

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El agua hirviendo recorre mi cuerpo, todavía no estamos en invierno pero es agradable fundirme junto al vaho que se va formando y que cada vez se torna más opaco. Abro la cortina de la ducha y salgo al exterior cuando he finalizado y no hay ni rastro de gel en mi cuerpo, tirito porque se me hielan los pies debido al brusco contraste de salir de repente del calor y notar el frío helado del mármol. Una vez vestida y con todo preparado, bajo a la cocina y me sirvo una contundente ración de café para activar un poco mi sistema. No he pegado ojo en toda la noche, recordando lo sucedido.

¿En qué estaba pensando? ¿Por qué me siento cohibida, alterada, dubitativa... excitada? !Debo de odiarlo, joder!

Miro el reloj de la cocina y alarmada por la hora que es, me dispongo a salir de mi casa para llegar a tiempo al trabajo. Los minutos en el coche se me hacen escasos y al divisar el coche blanco de Dylan en el parking gratuito me estremezco. ¿Qué hace su coche aquí? Echo una ojeada por alrededor para ver dónde puedo aparcar y no quedan plazas desocupadas, para variar. Suspiro frustrada. No, no voy a aparcar en la única plaza libre que está al lado de su coche. De manera que me tiro más de diez minutos buscando una misera plaza de aparcamiento.

Cuando salgo del coche me doy cuenta de que he aparcado demasiado lejos y estoy mas o menos a cinco minutos del hospital, esto va a ser un inconveniente para la vuelta... no me gusta ir sola por la noche y menos en una zona tan poco transitada como en la que acabo de aparcar.

Una vez dentro, decido coger el ascensor y así descansar un poco y no llegar fatigada al vestuario. Maldigo entre dientes cuando se abren las puertas del ascensor y aparece Dylan pulcramente vestido con un precioso traje gris, mierda, ya es demasiado tarde para echarse atrás y subir por las escaleras. Entro al ascensor, en el que gracias a Dios, hay dos personas más. Toco el botón del piso al que me dirijo y me pongo al lado de Dylan. Su aura se nota notoriamente en este espacio limitado, inspira respeto y seriedad aunque yo siento algo más... deseo junto a algo más primitivo, algo carnal.

- Has aparcado excesivamente lejos, Sara- dice y yo volteo la cabeza para mirarle.

Levanto una ceja y me doy cuenta de que ha aparcado ahí adrede.

- ¿Me estabas espiando?- digo sonriendo ladinamente. Capullo controlador.

- No, pero parece que acabas de correr una maratón- comenta con un tono de voz en el que solo él y yo oímos lo que dice.

- Es que no había sitio- digo y me encojo de hombros restándole importancia- Además, solo quedaba hueco al lado de uno que es demasiado petulante.

Dylan sonríe mordiéndose el labio, se abren las puertas en la segunda planta y bajan las dos personas que teníamos delante nuestra. A continuación se cierran las puertas y doy por hecho que la última parada es la mía porque solo quedan dos y yo no voy a la 3º planta sino a la 4º. La tensión es extremadamente fuerte, y me cuestiono como entre nosotros dos conseguimos que algo tan etéreo resulte hasta tangible.

!No debería sentirme así! Tengo novio... prometido.

- ¿Cómo no deberías sentirte?-pregunta Dylan mirándome directamente a los ojos. Mierda, otra vez he vuelto a pensar en voz alta. Me echo un rascapolvos interno y pongo los ojos en blanco.

- Señor Smith, usted es mi jefe, no debería de hacerme preguntas tan personales- contesto y este me mira impertérrito.

- Si nos ponemos así debo de comunicarle que haberse acostado con el jefe del jefe de tu jefe es una conducta inmoral grave, señorita Linton- dice pícaramente.

Me pongo pálida con sus palabras y Dylan me mira cauteloso.

- Era una broma Sara- dice en un tono más bajo que el anterior y sus ojos desprenden un atisbo de arrepentimiento.

- No, yo...- digo y me paso una mano por el pelo- Dylan, Mario no puede saber nada de lo nuestro. Él únicamente sabe que somos familia y enterarse ahora...- digo y lo miro atentamente.

Sus ojos emiten rechazo al mencionar a Mario pero a la vez hay algo más que no consigo adivinar.

- Vale- dice serio y mira al frente.

A los dos segundos las puertas del ascensor se abren y él sale escopeteado, dejándome confundida y abrumada.

Al final de la jornada me siento en la silla de mi consulta y me pregunto mentalmente si se me olvida algo. Miro en la agenda pero no tengo nada apuntado, que raro, la sensación me dice todo lo contrario. Llamo a Mario aunque las ganas que tengo son mínimas Y al tercer pitido me lo coge.

- Hola, amor- dice

- ¿Hola, cuándo aterrizas?- pregunto poniendo el manos libres para ir preparando todo para irme cuando acabemos la conversación.

- Llegaré hoy a la madrugada, ¿cómo estás?- pregunta.

Cuando ya ha acabado de contarme como ha sido su viaje y lo interesante que ha estado una charla acerca de comos los opiáceos pueden ser calmantes pero te pueden llevar a la adicción, cojo las llaves del coche y salgo del hospital. La noche es oscura y fría, me echo de nuevo un rascapolvos por haber aparcado tan lejos. Al pasar por al lado del coche de Dylan me sorprendo bastante. ¿Aún no se ha ido?. Qué raro. Son casi las doce de la noche, no hay casi coches conforme me voy alejando y el sitio no me gusta nada.

A lo lejos percibo una sombra de una persona bastante alta, robusta e intimidante. Me apresuro a llegar al coche que esta muy cerca, una sensación de nerviosismo me acecha y acelero el paso. Joder, que mal rollo. Giro la cabeza y veo que la persona se está acercando a mi, él también ha acelerado el paso.

Miro mi móvil en la mano. ¿A quién llamo? ¿La policia? ¿Urgencias?

Tecleo torpemente el único número que me sé de memoria a parte del de mi madre mientras corro hacia el coche. Le doy al mando distancia y la Dylan me coge el teléfono.

- ¿Hola?- dice desde el otro lado del aparato.

No tengo tiempo para responder. Abro la puerta del coche corriendo y echo el pestillo lo más rápido que puedo. Me tiemblan las manos.

- ¿Sara estás bien?- pregunta alarmado.

- Dylan, me están siguiendo- digo con la voz un tanto temblorosa y angustiada, no me gustaba para nada esta situación.

- Joder, ¿Dónde estás?- dice aunque no le escucho muy bien.

- En el coche- respondo fugazmente y me froto la cara.

- Quédate ahí y no abras la puerta- dice y cuelga. ¿Que no abra la puerta? Joder, eso ya lo sabia. ¿Todo me tiene que pasar a mi?. Miro por el espejo retrovisor y veo que la persona esta detrás del coche. Intento meter las llaves del coche en el contacto pero con la oscuridad no veo y se me caen al fondo, debajo de mis pies, mierda. Agacho la cabeza para buscarlas y la poca luz de la Luna que tenía anteriormente desaparece.

Toc toc toc

- Hola, guapa.

Déjate quererWhere stories live. Discover now