2.Inconvenientes

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Mi vida era sencilla hasta que mi padre murió, desde ese momento aprendí a convivir conmigo misma y afrontar mis problemas por mi cuenta.

Un día me replanteé porque el ser humano tiene tendencia a buscar retos, a buscar algo que les dé un aporte de adrenalina a sus vidas. Por ejemplo, mi amigo Matt Laurent de primaria, el cual era pésimo en matemáticas y un genio en Inglés. ¿Porqué quería ser ingeniero, si con solo leer el libro de Inglés se sabía todo a la perfección?

Al final llegué a la conclusión. Para superarse a ellos mismos y saber que pueden con todo.
Por desgracia, en este mismo instante no puedo ni cerrar la boca, de manera que puedo afirmar, que yo no soy como Matt Laurent. Qué prefiero estudiar Literatura Inglesa antes que volver a sentir todo con la misma intensidad que antes.

Un carraspeo me saca de mi trance. ¿Qué hace él aquí? ¿Porqué estoy tan enfadada y siento que se me va a salir el corazón?

-¿Me vas a dejar pasar o te vas a quedar en la puerta para siempre?- dijo Dylan.
Su voz era más grave que hace unos años, era una mezcla entre ronca con un ligero matiz aterciopelado. Mis ojos instantáneamente recorrieron su cuerpo. ¿Qué cojones había comido? Porque, a mi parecer, se había bebido todas las botellas de leche del supermercado y se había alimentado a base de barritas proteicas. Estaba realmente...

Un ruido del fondo de la casa me impulsa a moverme hacia un lado para dejar que, el individuo X, entre a la casa.

Cerré la puerta y me aferré a ella intentando evitar un infarto, que seguro que me daba al ver como reaccionaría mi madre. Me puse lo más erguida que pude y me dirigí al comedor con paso decidido y recordando las frases que mi padre me decía.

"la vulnerabilidad es nuestro punto débil, corrige eso"

"Eres igual que yo, debemos guardar las apariencias porque ellos saben encontrar nuestros defectos"

De manera que al entrar a la sala, las cabezas giraron en mi dirección y como si nada ocurriese, me senté en la silla al lado de Mario y levanté la cabeza en cuanto Dylan comenzó a hablar.

- Te he traído el contrato revisado y firmado, puedes leerlo cuando quieras. Mi empresa ya ha hecho los tramites, lo único que queda es que hagáis vuestra parte.- dijo a la vez que le daba unos papeles a mi madre.
Como si la situación no fuera poco tensa, el padre de Dylan se levantó de la mesa para abrazar a su hijo, el cual correspondió el abrazo de mala gana, y se giró para mirarnos a Mario y a mi.

- Mario, creo que no conoces a Dylan, uno de mis hijos- Dijo el señor Smith.

Tan educado como siempre, Mario se levantó para darle la mano a Dylan, este último parecía de todo menos amistoso y le dio la mano fulminándolo con la mirada y apartándola en menos de un segundo. ¿Qué coño le pasaba?

- No Señor, Sara nunca me había mencionado que tuviera ningún hijo- Dijo Mario volviendo a tomar asiento al mi lado. El padre de Dylan sonrió.

- Qué raro- dijo y sentí como era el objetivo de todas aquellas miradas.- Ellos se llevaban muy bien, era una relación poco común.

Al decir eso, la ira inundó mi ser y maldije interiormente. Sabía que Dylan me estaba mirando, lo notaba.

" la vulnerabilidad es nuestro punto débil, corrige eso"

Lo recordé y miré a Dylan. Sus ojos conectaron con los míos. Era casi doloroso lo que sentía al ver mi pasado reflejado en ellos, le hice un repaso de nuevo con los ojos y podía admitir que no se veía para nada como antes. Era alto, fuerte y musculado. Su pelo estaba pulcramente peinado y sus ojos miel me anonadaban como el primer día. Su aura seguía transmitiendo frialdad y siendo oscura, pero ahora había algo nuevo... poder. Ya no era el mismo adolescente, tenía entre mis ojos a un hombre intimidante, sexy y , al parecer, peligroso.

Mis ojos fueron a parar en un tatuaje que le adornaba en el antebrazo, eran unas alas...

- Se me ha pasado- mentí, con la voz helada y diseccionando al prometido de mi madre con la mirada.

- Bueno, pues os gustará saber que el nuevo propietario de vuestro hospital es mi hijo- dijo mirando a Mario- Mi mujer y la empresa de Dylan acaban de hacer todo oficial esta misma mañana.

Las cosas no me cuadraban en la cabeza, pero la conversación que mi madre acababa de tener con Dylan recobraba el sentido. Lo que no llego a entender es como Dylan ha podido acceder a dicho puesto y como ha conseguido convertirse en el jefe, del jefe, de mi jefe.

- ¿"Vuestro hospital"?- Pregunta Dylan mirándome.

- Mario y yo hemos empezado a trabajar ahí- Contesto mirándole y mentalmente formulándole miles de preguntas que no soy capaz de contestar por mi misma.

Contemplo como al mencionar a Mario se tensa y una parte de mi se sorprende porque me he dado cuenta de ello. Pero también veo un atisbo de orgullo al conocer dónde trabajo y la forma en que me gano la vida, él fue alguien que siempre me apoyo y se mantuvo a mi lado en todas mis decisiones.

- Es verdad, además, aceptamos el trabajo el mismo día que nos prometimos- suelta Mario.

Giro mi cabeza bruscamente para mirarlo.Mierda. Mi madre que permanecía callada como si de un culebrón se tratase, suelta un gritito y se levanta de la mesa sonriente.

- !Cómo no me lo habías contado!- dice mirándome - !Esto hay que celebrarlo con unas copas del mejor Möet & Chandon!.

- Mama...-la miro y me mira seria.

-Ni mama ni nada, se hace y punto- dice pareciéndose a la Sr. Trunchbull - Dylan, hijo, siéntate con nosotros para celebrarlo.

Al decir "hijo" siento como si perforasen mi corazón e inconscientemente pienso en el daño que le debe de haber hecho ese comentario a Dylan. Al pensar en él lo miro, pero permanece inmóvil, al notar mi mirada se fija en mis ojos y yo en los suyos, por un instante veo una pizca de dolor pero se recompone rápidamente y mira a mi madre.

- No, gracias. Debo de irme ya- comenta y mira a Mario- Un placer.

Conforme termina de hablar, se despide fugazmente y se va por donde ha venido.

Al oír el ruido de la puerta cerrándose, mi madre sale disparada hacia la cocina y el padre de Dylan vuelve a sentarse enfrente nuestro. Comienza a hacerle preguntas a Mario sobre la boda, cosa que me satura sobrenaturalmente la cabeza y siento la necesidad imperiosa de salir de ahí.

- Voy un momento al baño- me disculpo y sonrío a Mario para indicarle que todo va bien, aunque al parecer, no va nada bien.

Llego lo más rápido que puedo al aseo, cierro la puerta con pestillo y me apoyo sobre el frió mármol del lavabo, dejando mi peso, totalmente consumida y abarrotada de pensamientos. Me echo agua en la cara y me miro en el espejo. Me frustro y me sujeto la cabeza con ambas manos.

Esto no estaba en mis planes. Esto no tenía que suceder.

!Mierda!

Déjate quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora