xxiv. últimos momentos

Comenzar desde el principio
                                    

Entonces, mientras sollozaba, todo lo que lo chicos podían pensar en hacer era lo mismo que hicieron con Todd. Se juntaron a su alrededor y la abrazaron con fuerza. Sus respiraciones se mezclaron y las lágrimas cayeron sobre el viejo piso de madera.

Para Eliza, sus sollozos no eran para Neil. Ella ya había derramado sus lágrimas por el chico la noche que apretó el gatillo y seguiría llorando por él cada vez que despertara por una pesadilla. Pero ese día, esas lágrimas eran para los chicos que se habían convertido en sus hermanos, eran para Charlie, que se quedaría en Vermont mientras ella se mudaba lejos de ahí. Eran para Welton, que pronto sería un recuerdo desvanecido.

—Los voy a extrañar, chicos.—susurró, sus brazos rodearon firmemente a Todd y Charlie. Tal vez si se pegaba a ellos lo suficiente, no tendría que separarse de ellos e irse.

—¿De qué estás hablando, Liza?—Knox preguntó, con el ceño fruncido.

—¿En qué crees?—Eliza soltó un suspiro de cansancio.—¿Dónde crees que está Cameron?

—¿Le dijiste sobre esta reunión?—Charlie preguntó a Pitts, apuntándolo con su cigarrillo.

—Dos veces.—asintió Pitts.

La habitación se llenó de leves sollozos mientras Eliza se apoyó en el pecho de Charlie.

—Entonces Birdie tiene razón. Eso es todo, muchachos. Estamos fritos.—suspiró Charlie, dándole una larga calada a su cigarrillo.

—¿Qué quieres decir?—preguntó Pitts.

—Cameron es un informante. Está en la oficina de Notan ahora mismo, informando.—explicó Charlie, encogiéndose de hombros.

—¿Sobre qué?

—El club, Pittsie.—Charlie volvió a responder.—Piensa. La junta directiva, los administradores y el Sr. Nolan. ¿Pensaste por un momento que van a dejar que esto se olvide? Los colegios se hunden por cosas como estas. Necesitan un chivo expiatorio.

La puerta del armario se abrió con un chirrido; los chicos se apresuraron a apagar sus cigarrillos y ahuyentar el humo. Todos menos la pareja en la esquina, que se quedaron cómodamente sobre sus asientos. Habían aceptado su destino en esto, y si los atrapaban fumando no haría gran diferencia.

Cameron entró al armario, con una expresión de falsa alegría en su rostro. Miró a los chicos y Eliza, pero su mente estaba en otra parte.

—¿Qué sucede muchachos?—preguntó con una pequeña sonrisa.

Charlie se puso de pie, arregló su camisa y arrojó su cigarrillo a una olla de metal.—Has hablado, ¿no es así, Cameron?

—¿"Hablar"?—Cameron rió, mirando a Charlie y luego al resto de los chicos.—No sé de que demonios estás hablando.—dijo soltando una risa.

—Le has dicho todo a Nolan sobre el club, de eso hablo.

Cameron rodó los ojos, su fachada comenzó a disminuir.—Mira, en caso de que no hayas oído, Dalton, hay algo llamado código de honor en esta escuela, ¿no es así? Si un maestro te hace una pregunta, dices la verdad o te expulsan.

Charlie se lanzó hacia adelante, enojado y cansado de la traición de Cameron. Knox y Meeks le sujetaron por la espalda, tratando de prevenir un error del que nunca podría volver.

Eliza se levantó de su asiento con el resto de los chicos, la misma ira que sentía Charlie ardía en su pecho. Todd se paró a su lado y puso una mano sobre su hombro para mantenerla donde estaba.

—¡Es una rata! Está metido hasta el cuello por eso nos ha entregado para salvarse él mismo!—Charlie gritó, tratando de salir del agarre de sus amigos.

—No lo toques, Charlie.—Knox dijo con calma.—Lo haces y estás fuera.

—¡Estoy fuera de todas formas!—Charlie exclamó, quitándose de encima las manos de Knox y Meeks. Se giró hacia atrás para encontrarse con la mirada de Eliza sobre él. No pudo soportar sus ojos verdes mirándolo, así que se volvió hacia Cameron.

—No lo sabes. Aún no.—suspiró Knox, dando un paso hacia atrás.

—Tiene razón, Charlie.—Cameron dijo, llamando su atención.—Y si son inteligentes, harán lo mismo que yo y cooperarán. No están tras nosotros. Somos las víctimas. Nosotros y Neil.

—¿Qué significa eso? ¿A quién persiguen?—preguntó Charlie sin quitar su mirada sobre Cameron.

—¡Del Sr. Keating, por supuesto!—Cameron gritó, Eliza se tensó ante esas palabras y agradeció que los chicos obstruyeran su camino, o si no, estaría sobre Cameron.—¡El mismísimo "Capitán"! No habrán pensando que él podía evitar su responsabilidad, ¿no?

—¿El Sr. Keating responsable por Neil?—Charlie preguntó con un pequeño resoplido saliendo de sus labios.—¿Eso es lo que dices?

—Bueno, ¿quién más piensas, idiota?—Cameron preguntó; sus palabras hirieron a Eliza.—¿La administración?, ¿el Sr. Perry?—rodó los ojos.—El Sr. Keating nos puso en toda esta porquería, ¿no es así? ¡Si no fuera por el Sr. Keating, Neil estaría en su cuarto ahora mismo, estudiando química ¡y soñando que le dicen "Doctor"!

Eliza se echó a reír, su risa sonaba fría y distante. Los chicos se separaron para que ella pudiera enfrentar a Cameron que estaba rojo como una remolacha. No podía creer las palabras que salían de su boca. ¡Después de los meses que pasaron juntos, como amigos en la vieja cueva del indio!

—Lo siento por ti, Cameron.—Eliza le dijo con las lágrimas corriendo por sus mejillas. Las próximas palabras que salieron de su boca salieron en un tono ronco, nada comparado a su voz normal. Un destello apareció en los ojos marrones de Cameron que le dijeron que nunca se dio cuenta de que ella estaba en la habitación.—Lamento que nunca supieras quién era Neil. Pasé solo cuatro meses con él, y sin embargo, siento que lo conocí mejor que tú y por el resto de tu vida tendrás que vivir con eso. ¿Dónde estabas? Porque fuiste a todas las reuniones, pasaste todos los almuerzos con nosotros y asististe a todas las clases. Entonces, ¿qué diablos pasó en esa mente tan jodida que tienes que no te deja ser nada más que un cobarde?

Eliza había caminado lentamente hacia Cameron mientras respiraba con dificultad, pero Cameron sintió que ella se elevaba por dos metros encima de él. Se sentía tan pequeño bajo su mirada penetrante que ni podía moverse. Sus labios se abrieron y las palabras que ella que ella diría ahora pronto lo consumirían.

—Espero que cuando me vaya de aquí por tu culpa no tenga que volver a verte nunca más, porque si lo hago te golpearé hasta apagarte las malditas luces.

Cameron mantuvo la compostura lo más que pudo mientras esperaba a que ella se alejara. Su rostro se había vuelto más rojo y brillante y sus fosas nasales estaban dilatadas, pero mantuvo la boca cerrada. Después de hoy, no tendré que volver a verla. Era lo que se recordaba a sí mismo.

—¡Ella tiene razón, Cameron!—Todd gritó mientras lo señalaba con el dedo.—¡Tú lo sabes! Él no nos metió en nada. Neil amaba actuar.

Cameron se estaba poniendo más furioso al ver que los chicos que lo habían rodeado por años le daban la espalda.

—Cree lo que quieras pero digo que dejemos que frían a Keating.—siseó, observando fijamente a Eliza mientras hablaba.—Quiero decir, ¿por qué arruinar nuestras vidas?—continuó, pero Eliza se mantuvo firme, aferrándose a la promesa de que el día que lo viera ella pondría su boca en el lugar que correspondía, ósea su trasero.

Charlie, sin embargo, era otra historia. El chico se adelantó y golpeó a Cameron justo en la nariz. Cameron cayó sobre su trasero por el impacto y la fuerza, mientras los chicos empujaron a Charlie hacia atrás antes de que continuara. Nadie se movió para ayudar a Cameron.

—Acabas de firmar los papeles de tu expulsión, Nuwanda.—se burló Cameron con su mano sobre su boca, que estaban manchadas de sangre. Se puso de pie y miró a los chicos.—Y si el resto de ustedes es inteligente, ¡harán lo mismo que yo! Igualmente ellos saben todo. No pueden salvar a Keating pero pueden salvarse a ustedes mismos.


VOTEN—COMENTEN :)
━━━━━━━━━━━━

fiat nox ━ charlie dalton. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora