—Llego tarde, ¿ves? Y Rino se pone muy pesada si tiene que esperar. Además, que se supone que viene su compañero de piso.

«Jungkook, ¿de verdad tenías que pensar en eso ahora?».

Tampoco es como si hubiese pensado en otra cosa hoy, por mucho que me joda.

Por suerte, la mención de la nueva incorporación a la carrera de hoy parece que distrae a Jimin lo suficiente como para no darse cuenta de que no he dicho ni una palabra sobre lo que ha mencionado antes.

—Ah, el escritor, ¿no? Te escuché decírselo a Yoongi hyung ayer.

—Sí. Le verás luego. Si me dejas salir, claro. ¿Me vas a dejar?

—¿Vas a contestar a mi pregunta?

Vaya, no se olvida.

—No has preguntado nada.

—¿Te gusta Haerin?

—¿Quién es Haerin?

—Jungkookie...

Qué pesado es.

—Me pone; pregunta resuelta. Nos vemos luego, hyung.

Le aparto sin dificultad de la puerta antes de que vaya a preguntarme más o a decirme que me ha pillado mintiendo, como siempre. Hubiese preferido que se quitase él solito para no tener que usar mi fuerza. Mi hyung hace deporte, pero es más pequeño que yo y eso se nota, así que, aunque noto su resistencia, no es un problema pegarle a la pared del pasillo para poder salir de la casa.

Subirme a mi coche me tranquiliza un poco, como siempre. Supongo que es mi lugar de paz, el único sitio en el que todo va bien. Aunque tengo que admitir que, últimamente, cada vez que subo solo me falta algo.

Hoy lo he intentado arreglar, porque le he robado a Hobi hyung su gel de vainilla, pero no huele igual. No huele nada, eso es lo peor. ¿Debería comprar un ambientador?

«Es una tontería, tampoco va a oler igual».

Mientras voy hasta su casa, pongo la lista con las canciones de IU. Antes me relajaba mucho su voz, sus letras. Me relajaba cantarlas en bajito mientras movía mis manos por el volante y cambiaba rápidamente de marchas. Supongo que el contraste me gustaba. Bueno, me sigue gustando, pero... me acuerdo de su risa cuando escuchó qué música me gusta. De su cara el otro día, cuando intenté que se relajara haciendo el payaso.

Sí, me gusta un poco.

Cuando aparco donde siempre (en doble fila, enfrente de su portal), ni ella ni su compañero de piso están abajo. Esperaba que al menos ella sí que lo estuviera. Así podría meterme un poco con ella y ver cómo está hoy. El otro día no estaba bien. Y si la Rino normal es difícil de abordar, la Rino agobiada (o al borde de un ataque de ansiedad, que es lo que parece que tenía) es mil veces peor. Es como... un muro de hormigón. De diamante. De algo que no se puede romper. Y mira que intenté hacer que lo bajara al menos... Pero no sé si sirvió de mucho, por eso quiero ver si hoy...

Dos golpes en el cristal de la ventanilla del copiloto me distraen de mis pensamientos. La sonrisa se me pone sola cuando la veo, y se hace más grande cuando pone los ojos en blanco y señala al interior del coche. Supongo que es porque está cerrado. Pulso el botón para dejarla pasar y veo como, justo después de comprobar que la puerta está abierta (no se fía de mí), va a abrir la de la parte trasera.

Sí, he estado desde ayer pensando en el intruso, pero por unos segundos se me había olvidado. Hasta que ocupa su sitio. Hasta que el olor a una colonia de tío muy fuerte me llega a la nariz, tapando el que quería que llenara el coche.

Outlawed - jjk, knjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora