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—¿De cuánto es la fianza? —le pregunta Minnie al tío que nos está enseñando la casa de alquiler que hemos venido a ver. Mi amiga lo ha preguntado antes incluso de que nos deje ver el piso bien. O sea, de momento estamos en un salón completamente vacío que no pinta mal. No tiene goteras, es grande, tiene un pequeño balcón, parqué... No sé, no tiene mala pinta. Por eso creo que mi amiga desconfía.

—Quinientos mil wons —explica amablemente el nombre—. Y el alquiler de un millón de wons al mes. Si quieren, pueden ver el resto del piso, pero les puedo asegurar que es un precio bastante asequible para la zona en la que se encuentra ubicado.

—Sí, por favor, si nos deja unos momentos para inspeccionarlo... Verá, es que nos agobia un poco que nos persigan mientras tanto.

—Claro, claro. Dejo la puerta abierta, estaré esperando fuera...

El tío se pira y, en cuanto se va, aunque sé con total seguridad que nos está escuchando, Minnie se gira y me mira.

—¿Qué te parece?

—Que solo hemos visto el salón, Minnie.

—Ya, pero digo las condiciones. No voy a ver el piso entero, enamorarme de él y luego decir que no porque es caro. ¿Podemos permitírnoslo?

—Con mi sueldo extra, sí. De todos modos, los últimos meses le pagué el alquiler íntegro a Nam y eran unos cuatrocientos cincuenta mil. ¿Tú puedes?

—Mi piso de mierda son trescientos mil, pero creo que llego —responde, haciendo cuentas—. ¿Lo vemos?

—Lo vemos.

El piso, siendo sinceras, no es muy grande para el precio que tiene. Creo que es un poco más pequeño que el de Namjoon. Tiene solo un baño, dos habitaciones, la cocina y el salón.

—Por quinientos mil esperaría al menos dos baños —murmuro al ver el reducido espacio que, encima, tendremos que compartir. El baño del kamikaze es el doble de este cubículo. Por eso tiene una ducha microscópica que choca con el váter y, como engorde un poco, no entro para lavarme las manos.

—Ya, yo también. Nos vamos a pelear, ¿verdad?

—Hombre, es eso o que una se duche mientras la otra caga.

—Puaj —responde, y yo me río.

—Pensaba que teníamos la confianza para eso, Minnie. ¿A dónde han ido tantos años de amistad?

—Siguen ahí, pero ese es uno de mis límites.

—¿Ni a tu querido Yoongi se lo vas a permitir?

—Pues de momento no, lista. Además, ¡bastante tengo con escucharte cuando follas! Pensaba que nunca iba a tener que oírlo. Y ahora se va a hacer constante, no había pensado en eso...

Lucho por no ponerme como un tomate ante su declaración y contestar como siempre lo he hecho. Bueno, en realidad no, porque mi yo de siempre hubiese evitado el tema, seguramente.

—Yo también tengo que escucharte, lista. Al menos las habitaciones tienen puertas —respondo yendo hacia allí para comprobar mi teoría. Porque sí, el piso de Minnie no tiene puertas. No sé a quién se le ocurrió la idea.

—Pero dan pared con pared. Métete en esa, ya verás —me pide, y le hago caso. Cuando estoy dentro de la habitación (ridícula también, porque cabe una cama de noventa de milagro), escucho los golpes que da Minnie a la pared con total claridad. Bueno, y su voz. Incluso con las puertas cerradas.

—¿Ves? Te escucharía gritarle al kamikaze que...

—¡PARA! —grito yo, y escucho la puerta de su habitación abrirse, así que salgo de la mía—. No podemos vivir aquí.

Outlawed - jjk, knjWhere stories live. Discover now