🌻Capítulo 5🌻

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Chocamos el puñito, terminamos de arreglar la tienda para dejar todo listo para el lunes y nos fuimos. Fueron demasiadas emociones para tan pocas horas y necesitábamos un descanso.

En casa, mi mamá me preguntó que había ocurrido. Aunque ya no tenía cara de llorona, mi madre se dio cuenta de que algo me había pasado. «Las madres son brujas», eso es lo que dice Andrea todo el tiempo, y yo la secundo.

     Le inventé una vaga excusa: que se me había dañado un pedido grande y me habían tratado mal. Estoy segura de que no me creyó, pero lo dejó pasar. Pasamos el domingo juntas, me hizo sopa de pollo para el «mal de amores», según ella, y para el inicio de semana ya me sentía mejor.

Ya es martes y no me he encontrado con Pepe en lo que va de semana. La distancia que separa nuestras tiendas siempre me había molestado porque no podía verlo con tanta frecuencia, pero hoy lo agradezco.

El trabajo los primeros días de la semana es más relajado, es media mañana y solo hemos tenido un par de clientes hasta ahora.

—¡Vamos, chama! Canta conmigo —propone Andrea. Ha pasado toda la mañana escuchando canciones para, según ella, animarme, aunque creo que lo que busca es deprimirme.

Send my love to your new lover. Treat her better. We've gotta let go of all of our ghosts. We both know we ain't kids no more...—cantamos juntas.

—No hay nada mejor para pasar un despecho que escuchar a Adele —afirma con seguridad.

—Yo no estoy tan segura. Lo mejor es comerse un pote de helado de chocolate —contradigo.

Andrea se voltea y me ve con los ojos entrecerrados.

—Claro, te aprovechas de mí porque no puedo comer chocolate.

Le saco la lengua en respuesta. Lo cierto es que no como chocolate cuando estoy con ella para cuidarla. Es alérgica y, a menos que quiera verla medio muerta, es mejor mantenerla alejada de todo lo que contenga cacao.

—¡Hola! ¿Está abierto?

Una chica joven está en la entrada de la floristería. Le doy un vistazo breve antes de responderle.

—Sí, claro, adelante. ¿Buscas algo en particular? —me dirijo a ella con una sonrisa de bienvenida.

—Por ahora no, solo voy a mirar, ¿está bien eso?

 Asiento y aprovecho que se distrae para observarla mejor.

Parece algo tímida, la forma en la que ambas manos se aferra a su bolso cruzado de lado me lo confirma. Viste unos jeans clásicos y una franela blanca, acompañada con un chaleco de mezclilla. El cabello negro le cae en ondas suaves a mitad de la espalda y combina a la perfección con el tono oliva de su piel. Sus ojos son almendrados y de un color café intenso.

—¿Irá a comprar? —susurra Andrea a mi lado y yo alzo mis hombros en respuesta. Ambas estamos viéndola recorrer los pasillos de la tienda hasta que se detiene frente a unos ramos de jazmines blancos.

La chica sonríe al verlos, no logro descifrar por completo lo que siente, pero me transmite mucha melancólica. Espero un rato antes de acercarme a ella.

—Son hermosos, ¿no te parece? —digo, tratando de iniciar una conversación.

—Sí, lo son. De hecho, son mis flores favoritas —confiesa la chica.

Tardo solo unos segundos en pensarlo, pero mi cuerpo y mi boca reaccionan antes que yo. Tomo uno de los ramos y se lo ofrezco.

—Si gustas, puedes llevártelo —propongo.

Cartas de la chica girasol - COMPLETA ✅Where stories live. Discover now