Capítulo 19: La intrusa

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Bueno, después de un mes sin nada aquí tienen la continuación:

Al terminarle de contar mi triste historia, mi doctorcita bonita me abrazó y me dijo:

—De verdad lo siento mucho por usted Ángel, ¿cómo pudieron hacerle algo tan terrible?
—Ahora entiende porqué me daba miedo enamorarme de usted o de cualquier otra mujer, ¿porqué siempre me hice menos? fue porque no quería volver a sufrir la misma decepción, no soportaría vivir esa mala experiencia de nuevo.
—Le juro por lo más sagrado que conmigo no tiene nada que temer yo jamás voy a jugar con usted.
—Ya lo sé doctora usted no es nada parecida a mi ex usted es una mujer bella, refinada, de buenos principios y...

No pude seguir diciéndole todas sus virtudes porqué ella me terminó callando con un beso en los labios y cuando terminó de besarme me dijo:

—Lo amo Ángel, jamás dude de mi amor.
—No lo hago, ni lo haré jamás.

Nuestro amor fue creciendo y creciendo, agradecía a Dios y a la vida de tener una "amante" tan linda como mi jefa; hasta que llegó el día en que la próxima colección saldría a la luz.

—Estoy muy nerviosa Ángel, si algo sale mal estoy acabada contra Damiana— dijo mi jefa al punto de caer en el colapso.

Yo le di unas palmadas en la espalda y le dije:

—Cálmese doctora, yo me voy a encargar de que todo salga bien.
—Es usted mi héroe— me dio un corto beso en la mejilla que me hizo flotar por las nubes antes de ir a presentar la próxima colección de Ecomoda.

Las telas eran de buena calidad, las modelos eficientes y la diseñadora no estaba en sus "días de diva" ¿qué es lo que podría salir mal?

Sólo un pequeño detalle...

—No puede ser... esa horrible voz yo la conozco ¿Ángel? ¿Ángel Pinos?
—Viviana Romo.
—La misma.

Por un demonio lo que me faltaba.

—¿Qué haces aquí?— pregunté indignado.
—Pues me tuve que cambiar de país, debido a que la madre de "alguien" hizo hasta lo imposible para que no me dieran más trabajo en España.
—¿Y tú qué querías que pasara? me lastimaste de la peor forma posible.
—Sigues siendo un verdadero imbécil.
—Para lo que me importa tu opinión.

Ya no me importaba lo que pensara Viviana de mí, yo estaba de lo más feliz en mi relación con la doctora Camila y nada en el mundo podría arruinarla.

—Andas muy bravito conmigo Ángel ¿acaso alguna idiota se interesó en ti? por favor, de seguro está apostando un dinero para estar contigo tal y cómo lo hice yo.

¿En serio? ¿cómo no pude darme cuenta antes del demonio que tenía por novia?

—Piensa lo que quieras Viviana, tú haz tu trabajo que yo haré el mío.
—Espera—dijo bastante molesta— no me dejes hablando sola.

En ese momento apareció mi doctorcita querida al rescate.

—¿Está todo bien Señorita Violeta Torres?— genial la mustia se había cambiado el nombre.—Sí doctora.
—Entonces váyase a arreglar y no moleste más a mi asistente.
—Claro que sí jefa.

Huy se podía sentir la tensión femenina en el aire, por fortuna mi jefa logró sacarme de esa situación tan desagradable.

—¿Ángel qué le pasa? lo vi discutiendo con la señorita Torres.
—No es nada.
—Ángel lo conozco, por favor confíe en mí.
—Está bien se lo diré, pero aquí no que hay mucha gente y no quiero armar el escándalo.
—Vayamos a un camerino entonces.

La hija de Betty la feaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt