Capítulo 11: El cuartel se va a rumbear

410 31 7
                                    

Justo cuando se terminó aquella pequeña reunión con los Mendoza, al cuartel se le ocurrió la "brillante idea" de irnos a rumbear a algún otro lado.

Patricio todo emocionado dijo:

—Por supuesto que vamos a ir ¿cierto Ángel?
—No lo sé— dije nervioso— mañana tenemos que trabajar.

Jimmy rodeándome con un brazo me suplicó que fuera:

—Ándale Ángel ¿qué te cuesta salir a rumbear una noche?

Después de tanto insistir por parte de mis amigos yo accedí diciendo:

—Ok vamos a ir un ratito, pero yo a las dos de la mañana ya me regreso para mi apartamento.
—Pero si a esa hora inicia lo mero bueno Ángel—respondió Laura María.
—Es eso o no voy.
—Puf ya que— dijo Laura María un poco decepcionada por mi falta de ganas de salir de rumba.

La razón por la que no quería enfiestarme demasiado era por mi jefa, no podía darme el lujo de que me viera en esas pésimas condiciones.

Bueno después de tomar entre todos un y casi quedar aplastados como sardinas llegamos a la taberna dónde sería la rumba.

—¿Y usted? ¿qué va a tomar?— me preguntó el mesero que nos atendía.
—Para mí un refresco de manzana por favor.

Jimmy muy sorprendido me preguntó:

—¿A poco no tomas Ángel?
—Sí tomo, pero el alcohol se me sube muy rápido y preferiría no hacer el ridículo con ustedes.

Patricio sabiendo mi "pasado oscuro" en las fiestas de Madrid a la que medio me obligaba a ir me preguntó:

—Vamos Ángel, sólo tómate un traguito con nosotros ¿sí? para que nos acompañes.
—Está bien, tráigame un ron con mi refresco de manzana por favor.
—De acuerdo, en seguida les traigo todo lo que pidieron— respondió el mesero tras irse para traer nuestros tragos.

Todos los del cuartel me aplaudieron por mi cambio de decisión y cuando el mesero trajo nuestros tragos Laura María exclamó:

—¡Salud chicos, brindemos por Ecomoda!
—¡Salud!

Y así en un abrir y cerrar de ojos ya todos estábamos tomándonos nuestros respectivos tragos y comenzábamos a entrar en ambiente.

—Muy bien chicos, no nos podemos a quedar aquí sentados toda la velada así que vamos a bailar—dijo Alejandra y con ella todo el mundo se salió de la mesa para bailar yo no podía ser la excepción ¿verdad? venía con ellos y ahora me tocaba bailar con ellos.

Entre todos formamos un bolita y bailábamos salsa al ritmo de la música. Debo admitir que me estaba divirtiendo, salir a rumbear de vez en cuando te quita el estrés al que estás sometido por el trabajo.

No sé si era consecuencia del alcohol en mi sangre, pero Alejandra no paraba de mirarme mientras bailaba se enroscaba el pelo y me guiñaba un ojo constantemente lo que me hacía sentir un poco incómodo.

—¿Ahora sí me crees que le gustas a Ale?— me preguntó Patricio bailando a pocos centímetros de mí.
—Tú cállate Patricio, mejor sigamos bailando.

No se los niego Ale es una chica muy linda a pesar de su gordura y me parece muy simpática, pero simplemente mi corazón ya estaba ocupado por una persona y esa era la doctora Camila Mendoza Pinzón.

En el corazón no se manda a quién amar ¿verdad?

—Oye Ángel—me dijo Ale acercándose cada vez más a mí.
—Sí Ale ¿qué pasa?
—¿Quieres bailar esta pieza conmigo? ya sabes solos tú y yo.
—No lo sé Alejandra no quisiera que tú...

La hija de Betty la feaWhere stories live. Discover now