Capítulo 16: La primera cita

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No sé cuándo no sé cómo terminé en la playa corriendo de la mano con mi amada jefa siendo los más felices del mundo.

—Lo amo Ángel, lo amo.
—Yo también la amo doctora.

Estábamos apunto de besarnos cuando escuché una voz muy familiar.

—Ángel, Ángel despierta.

Y dicho y hecho era Jimmy despertándome, todo eso de la playa había sido solamente un sueño.

—Maldita sea Jimmy ¿porqué me despertaste cuándo estaba soñando tan bonito?
—Lo lamento Ángel, pero ya tenemos que ir a desayunar sino nos van a cerrar el buffet.

Cierto me convendría comer algo.

—Sí ya voy.

Me cambié la pijama y me tuve que ir con Jimmy al buffet, la especialidad del chef era un omelet de espinacas que se veía deli deli.

Estaba apunto de pedir que me lo dieran cuando Mariano Calderón apareció de la nada y me lo arrebató.

El muy descarado todavía me preguntó:

—Como lo siento Ángel ¿a poco lo querías?

Obvio que lo quería idiota, pero bueno no podía perder los estribos sólo por un omelet, no le iba a dar el gusto a ese hombre de arruinar mi mañana.

—Sí pero no se preocupe yo me puedo esperar al siguiente omelet.

Algo extrañado Mariano se sentó en su mesa y Damiana Valencia le preguntó:

—¿Y desde cuándo a ti te gustan las espinacas?
—No me gustan, solamente quería molestar al "horrendo" quitándole su omelet.
—Y entonces ¿porqué no estás feliz?
—Porqué él ni pio dijo ¿no se te hace extraño?

Hay Mariano si supieras que te acabo de quitar a la mujer que amas, probablemente te morirías ahí mismo je je.

—Tal vez se cansó de tus estupideces y sólo te dio el avión.
—¡Oye!

Eso es doctora Valencia, póngalo en su lugar. Cuando ya regresaba con mi desayuno Jimmy me preguntó:

—¿Te vas a comer todo eso?

Bueno confieso que además del omelet tomé unos panqueques, una ensalada de frutas y un saludable jugo de zanahoria ósea toda una montaña de comida.

—¿Sí qué tiene?
—Que te vas a poner como "una vaca" si continúas comiendo así.

Patricio quién me conocía de toda la vida le dijo a Jimmy:

—No te preocupes Jimmy, Ángel siempre ha comido así y nunca ha engordado.

Ale suspiró y me dijo:

—Uf que envidia, pero de la buena.
—Sí Ale lo que tú digas je je.

A lo lejos mi jefa estaba viéndome con una sonrisa de oreja a oreja, lo que provocó que me sonrojara al instante.

—¿Qué tienes amigo?
—No nada Pato, mejor sigamos desayunando.

Uf eso estuvo cerca, tengo que aprender a disimular mejor que estoy que cacheteo las banquetas por mi jefa y ahora "mi amante", apenas puedo creérmelo.

Cuando terminamos aquel desayuno esperamos 30 minutos en nuestras habitaciones y luego todos los empleados de Ecomoda nos pusimos nuestros trajes de baño y nos fuimos a una piscina algo alejada del resto del hotel para comenzar con la nueva actividad.

La hija de Betty la feaWhere stories live. Discover now