-No te preocupes. ¿Quieres que espere un rato por ti?- Preguntó tocando mi mejilla. Puedo asegurar que enrojecí.

-N-no. De verdad, ya es mucho lo que haces por mi.-Dije casi en un susurro.

-¿Y qué tal que Arielle no esté? Digo, no contestaba su teléfono... ¿Cómo harías después?

Pensándolo bien, era verdad. No quería ir por ahora a mi casa. Iba a llegar al menos en la madrugada, donde todos estuviesen durmiendo para no verles sus hipócritas caras. O tal vez ni llegue. Pero si Arielle no estaba, estaría corriendo peligro en la calle, y más por lo que dijo Chase de el grosero.

-Está bien.- Dije a regañadientes. Él sonrió.- Pero sólo cinco minutos. Si en cinco minutos no salgo, te vas. ¿De acuerdo?

Él asintió. Yo le di un beso en la mejilla para disponerme a subir hasta el apartamento de Arielle.

Bueno, espero que ella me deje hablar con Michael en su apartamento. Ojalá y se ablande el corazón de piedra que tenía.

Soy su mejor amiga, ¿no? Tenía que ablandarsele.

Entré a su apartamento. Estaba algo ordenado. Pero no veía a Arielle en ningún lado.

Fui a la cocina para ver si estaba haciendo intento de comida, pero nada. Me dio esperanza su cocina porque estaba todo regado. No estaba ordenada como eventualmente está.

Me dispuse a ir hacia su habitación, pero, ese bendito sofá me la tenía velada.

Como iba caminando, sin presenciar que soy muy torpe, golpee mi dedo chico del pie contra el mueble. ¡¿Ese dedo de qué sirve?! ¡¿De qué?!

Como no pude aguantar mi maravilloso dolor grité un: ¡joder! Percatandome que Arielle había dicho lo mismo a la vez. ¿Se había golpeado el dedo chico también? Bueno, al menos eso me decía que estaba en casa.

Como pude, caminé hasta su habitación con mi mano sobando mi dedo chico del pie. En realidad, iba saltando de un sólo pie. ¡El otro estaba herido!

-Arielle, ¡¿También te golpeaste...-A medida que iba entrando a la habitación, mi voz se iba a disminuyendo con lo que estaba viendo.

Arielle no se había golpeado el dedo chico, ella se había golpeado otra cosa. Bueno, le estaban golpeando otra cosa. ¡Ufff, menos mal! Un golpe en el dedo chico es peor que.. Esperen... Me he desviado.

-¡¿Es en serio?!-Pregunté. Arielle se estaba revolcando con Michael. Así es, sorpresas que da la vida.

-Por favor, díganme que es un juego.-Supliqué. Estaba que me derrumbaba es mil pedazos.

-Eh... Es un...¿juego?-Preguntó Michael dudoso. En seguida tomé lo que más tenía cerca y sé lo aventé.

Mala puntería. Qué desgracia.

-¡¿Cómo pudieron?! ¡¿Por qué me hicieron esto?!-Pregunté. Arielle sólo se subía la sábana para taparse. Y Michael se rascaba la nuca.

No-agraciados hijos de sus madres 2.0

-¡Respondan! ¡Ni si quiera me invitaron! ¡Joder!-Exclamé.

-Bueno, si quieres...-No dejé a Arielle terminar su oración cuando ya le estaba aventando a ella otra cosa.

Tenía que tomar clases de puntería algún día.

-¡Cállate! ¡No se le ofrece un pan a alguien ya después de haberlo mordido!-Les grité.

-Chloe, por favor. Déjame explicarte. No es lo que parece.-Bufé. Qué cliché.

-Entonces, ¿qué parece? ¡Estaban revolcándose sin haberme invitado! Así qué todo eso de que se llevaban mal era un teatro, ¿no?

GROSERO ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora