T r e i n t a y o c h o

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Aquellos judíos que escaparon de los campos de trabajo, se fueron de la ciudad tan sólo algunas horas más tarde, pero a los soldados alemanes, les tomó un par de días descubrir la ausencia de ellos y los rastros de un túnel cubierto a medias

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Aquellos judíos que escaparon de los campos de trabajo, se fueron de la ciudad tan sólo algunas horas más tarde, pero a los soldados alemanes, les tomó un par de días descubrir la ausencia de ellos y los rastros de un túnel cubierto a medias.

Y tuve la esperanza de que no habría nada que hacer, pero no fue así. Los Nazis siempre encontraban una forma de cobrar venganza.
Los saqueos en las casas se volvieron más exhaustivos y un hombre fue inculpado de ser judío.
Lo desnudaron a mitad de una calle y descubrieron que no estaba circunsirado.
En sólo unos segundos cayó muerto de un tiro en la nuca y su sangre corrió calle abajo por las baldozas.
Su cuerpo humillado y ultrajado, podía imaginarlo en mi mente con solo haber escuchado la historia.

Quise decirme a mi misma, que no era mi culpa, pero si lo era.
Al ayudar a unos, morían otros y ahora, temía que nosotros fueramos los próximos.

Kalum también lo pensaba y en ocasiones ni siquiera me miraba.

Era difícil estar ahí y era dificil pedirle que me comprendiera, porque sabía que no lo haría nunca.

Pavel me hizo prometer que no volvería a ver a Harry, pero ambos eramos testarudos, idiotas o tal vez, solo estábamos tan hartos que ya no nos importaban las consecuencias.

Tal vez en el fondo pensábamos que un día tendríamos el coraje suficiente para escapar como lo habían hecho los judíos.

Pensaba en eso a veces. Lo soñaba.
Nos imaginaba huyendo sin nada más que la ropa que traíamos puesta y siempre llegábamos al mar.

En uno de mis sueños, recordaba que me soltaba de su mano y corría tan rápido hasta que el aire ya no me restaba en el cuerpo y entraba desesperada al mar y las olas me hundían hasta ahogarme.
Entonces despertaba exaltada, empapada en sudor, con el corazón acelerado y con lágrimas en las mejillas, como si en verdad hubiera corrido kilómetros sin parar.

Pero no era así. Seguía aquí.
En esta ciudad donde el verano se fue tan rápido como un parpadeo y fue como si hubiera pasado más tiempo esperándolo que disfrutándolo.

En los jardines, los parques y los bosques, las hojas se estaban volviendo marchitas de nuevo y sabía que era tiempo de volver a guardar suministros para el invierno que llegaría en sólo unos meses.

—Siento que este año ni siquiera existió. ¿Te has puesto a pensar en todo el tiempo que estamos perdiendo? Nuestras vidas se esfumaron por causa de la guerra— suspiré al desplomarme sobre el elegante sofá de la estancia en la casa Nazi donde Harry vivía y que con el tiempo cobraba una sensación familiar.

En ese lugar, las cosas solían estar muy tranquilas, desde que la familia de alemanes que la habitaba se había marchado por unas semanas.
Harry no dio explicaciones sobre las razones por las que se habían ido y yo tampoco se las pedí porque había aprendido que cuando averiguaba detalles sobre los alemanes, descubría secretos horrendos que prefería no escuchar jamás.

La chica bajo la farola |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora