C u a r e n t a y u n o

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—Nicola, ya esta amaneciendo— escuché un susurro a mi oído

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—Nicola, ya esta amaneciendo— escuché un susurro a mi oído.
Pocas veces despertaba tan fácilmente, pero esa ocasión era Harry quien me hablaba y su voz tenía un don. El de hacerme temblar un poco y luego una expresión de gozo me iluminaba el rostro al sentirle abrazarme.

A veces, me parecía que no eramos del todo concientes del problema que podíamos llegar a tener si alguien nos descubría en una de esas veces que compartíamos la cama, bajo el techo de los Bieleck.

—Te tengo una sorpresa— habló de nuevo.

Tal vez era su peculiar acento lo que me cautivaba más. Un alemán siempre se escuchaba mejor cuando hablaba en polaco. Su original idioma estridente no me parecía atractivo.
Harry pronunciaba las palabras polacas como si su lengua fuera demasiado grande para su boca, o como si estuviera adormilado aún y eso también provocaba que su voz fuera más ronca que de costumbre, lo cual me emocionaba un poco.

Sonreí sin más sueño y subí a su cuerpo, él tenía una expresión fresca en la cara, como si hubiera despertado desde largo rato atrás.
Yo, en cambio, presentía que mi cabello era como un nido de aves, especialmente porque Harry sonrió y se sentó también, sin quitarme de su regazo, y deslizó las manos por mi cabello tratando de peinarme.

—Tienes mucho cabello— susurró mientras yo lo besaba y lentamente lo empujaba para volverlo a recostarlo y tenerlo a mi completa disposición.

Ahí, por encima de él, lo consentía a besos, como si la mañana fuera toda nuestra y no supiéramos que debíamos salir de esa casa antes de que los Bieleck o Kalum despertaran.

Harry suspiró disfrutándolo. Abrió los brazos con las palmas hacia arriba, cerró los ojos y sonrió.
—Ah, cómeme— bromeó y reí contra su pecho, bajando un poco más a su abdomen y subiendo lento para encontrarme en el camino de sus ojos.
Me miró intrigado y abrió la boca como si fuera a decir algo, pero de pronto la madera del suelo rechinó, haciéndonos sobresaltar.

En esa temporada la casa de los Bieleck solía hacer bastante ruido.

—Me encanta lo que estás haciendo, pero deberíamos salir de aquí antes de que alguien me vea— susurró.

Así lo hicimos.

Al poco rato salíamos de la casa con cuidado, tratando de no despertar al vecindario con todo el ruido que ese suelo de madera hacía.

Harry salió corriendo como un niño hacia la calle, cruzando la verja sin esperarme.
Reí siguiéndolo y tuve el instinto de mirar hacia arriba, hacia la ventana de la habitación de Kalum, donde por un segundo creí que estaba él de pie, al otro lado del cristal, mirando.

Me relaje al notar que no estaba ahí. Todo estaba en orden.
Cerré la reja con cuidado mientras de un lado de la calle, soplaba el viento con fuerza.

Era un día bonito. El viento era fresco, el sol se asomaba poco o casi nada a través del nublado cielo, pero no me daba la sensación de que fuera a llover.
Era simplemente uno de esos días en los que el cielo amanecía gris y había una vibra deliciosa en el viento.

La chica bajo la farola |H.S|Where stories live. Discover now