D o c e

2.2K 182 0
                                    

―Espera

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

―Espera. ¿Y que se supone que hagamos?― lo tomé por el brazo antes de que se atreviera a salir de ahí.
Kalum mientras tanto se inclinaba a la altura del pequeño niño que salía de un costal y le hacía algunas preguntas, como su nombre y su edad.
Yo no pude prestar atención a ninguna de sus respuestas, pues estaba más preocupada por lo que Harry haría.
La situación era abrumadora, me quitaba el aliento y me hacía sentir insegura.

―Tan solo ocúltenlo, no puedo quedarme mucho tiempo, debo volver al campo.

―No, no puedes hacer esto― susurré a regaña dientes cuando salimos de la trastienda y atravesamos en silencio el bar, donde los visitantes charlaban.
Dos hombres en una esquina y otro más que recientemente había llegado.

―Harry― gruñí cuando salimos del bar hacia la calle y ahí afuera me encontré con su vehiculo militar.

―Tranquila, todo estará bien, lo prometo, pero debo irme, en verdad debo irme, si el comandante nota mi ausencia preguntará por mí y sabrá que mentí para venir hasta aquí...

―Si nos descubren con el niño van a matarnos― le advertí atemorizada a susurros. Quería decirle que no podía arriesgarme de esa forma porque apenas lográbamos sobrevivir, pero entonces tendría que explicarle que era judía y eso no podía suceder.

―No, eso no pasará, lo prometo, tan solo escóndanlo por unas horas― tomó suavemente mi mano e invadió mi espacio personal para hablarme muy de cerca― yo volveré a verte por la noche y te ayudaré a decidir qué hacer con él.

Negué con un suspiro y bajé la cabeza, encontrándome ahí abajo con nuestras manos entrelazadas. La mía estaba cerrada en un puño y se sentía como una pequeña bolita en el interior de su cálida palma que la acunaba por completo.
Era incorrecto que estuviera ahí, que estuviera tan cerca de mí y que su mano tocara la mía, pero sobre todo, era incorrecto que yo no lo hubiese apartado aún, porque el calor de su mano me resultó regocijante y pese a saber perfectamente cuanto me arrepentiría después, no pude evitar permitirlo.
Y él no era tonto, por primera vez notaba que yo no estaba apartándolo ni tratándolo con hostilidad. Esa ocasión tan solo me había quedado quieta, mirando hacia abajo, avergonzada de mí misma.

Sus dedos, poco a poco se deslizaron en el interior de mi puño y su pulgar acarició mis nudillos al mismo tiempo en que sentía su aliento tocar mi frente cuando volvió a hablarme con un susurro.

―He pensado tanto en ti...― trató de decir, pero tan pronto como comenzaba con esas palabras, se las reprimió todas y dio un paso atrás― hablemos en la noche, debo irme ahora.

Nuestras manos se soltaron, aunque la sensación se quedó conmigo durante unos minutos más, cuando se subió a su vehículo y partió.
Eso estaba mal, sumamente mal, pero al entrar al bar me esforcé por olvidarlo.
El hombre que había llegado ordenó una cerveza y luego se reunió con los otros dos que estaban en una mesa.
En la trastienda sabía que continuaba Kalum con el niño judío, pero no me atrevía a acercarme a ellos aún.
Por una parte no quería estar asociada a eso, por otra, sabía que debía hacerlo. Ese niño estaba solo y yo no tenía el corazón para negarle mi ayuda, en especial después de que a mí me habían ayudado a llegar hasta ese lugar.
Así que aunque tuviera miedo, no podía negarme.

La chica bajo la farola |H.S|Where stories live. Discover now