V e i n t i c i n c o

2.5K 160 12
                                    

En Noviembre el crudo invierno azotó Cracovia y los días se volvieron sumamente fríos, largos y oscuros

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

En Noviembre el crudo invierno azotó Cracovia y los días se volvieron sumamente fríos, largos y oscuros.
Habían días en los que las calles se tenían de tinieblas blancas y la gente se perdía al distanciarse por tan solo unos metros, pero en otras ocasiones cuando el aire se despejaba, salía hacia el bosque de nuevo, guiada por una serie de ruidos que siempre me habían fascinado.
En el bosque, el camino del río se había congelado y por debajo de este, parecía que se escondía un monstruo.
Un enorme ser que producía extraños sonidos que parecían de otro mundo.
Se trataba de un fenómeno natural que ocurre al fragmentarse las finas capas de hielo que cubrían el río y ocasionaban una fascinante melodía.
Cómo escuchar tambores, cascabeles y otros muchos instrumentos jamás inventados por el hombre.
Me gustaba pisar el hielo delgado y escucharle fragmentarse y hacer monstruosos sonidos y mientras tanto, imaginaba que me encontraba dentro de un libro de historias fantásticas. De aventuras increíbles y seres mitológicos que viven bajo el hielo y la nieve.

Pero me gustaba también el silencio.
Las aves habían emigrado y los roedores hibernaban, ahí tan sólo estaba yo, así que era un silencio penetrante como la gélida ventisca que corría entre los troncos deformados, cuyas ramas se habían quedado sin hojas varias semanas atrás y ahora eran como garras oscurecidas que en contraste con el cielo gris, lucian fantásticas.

La naturaleza era una inquietante maravilla. Me sentía siempre íntimamente conectada, como si dentro de mí hubiera un pedazo de ella. Cómo si mis huesos fueran madera y mi sangre de tierra y agua dulce.

No le temía, aún pese a que, jugando con el hielo frágil a la orilla del río, mi bota se hundió en esta un par de veces y comencé a temblar al poco rato.
Pero el frío no me parecía razón suficiente para marcharme y menos sabiendo que esa mañana esperaba ver a Harry.

Tenía ansias de encontrarlo. Me parecía el momento ideal porque todo ahí me sabía a magia y su presencia sería el toque perfecto para acompañarla.
Llevaba unos días sintiéndome diferente por dentro, como llena de una energía extraña que me hacía radiar alegría.
Me sentía plena por primera vez en mucho tiempo.
Era una paz interna que creí que no sería capaz de disfrutar ni siquiera aunque la guerra terminara, pero con la llegada del invierno, mi perspectiva cambio bastante y deseaba con todo mi corazón que mis emociones se mantuvieran de esa manera.

Me gustaba sentir que tenía el control absoluto de mi misma, de mis esperanzas y mi paz.

Apoyé de nuevo un pie contra el hielo, un paso más hacia lo profundo del río y di un salto al escuchar al monstruo quejarse por debajo.
Un fuerte estallido se escuchó en toda la redonda cuando el hielo se fragmento con violencia y mis piernas se fueron hacia lo profundo.

Un grito se quedó atorado en mi garganta y me sostuve con ambos brazos de la fina capa de hielo que restaba mientras la escuchaba agrietarse más y más.

El grito salió con retraso.
El agua helada impactaba con mi piel como filosas púas que me atravesaban.
Volví a gritar y el eco dió vueltas por todo el lugar.
Patalee y subí de nuevo al hielo a duras penas. Ya no sentía las piernas en absoluto pero de alguna forma lograba moverlas, me arrastré como un cocodrilo sobre mi estómago por unos pocos metros y luego rodé como un tronco, la distancia que me restaba hasta la orilla.
Otro violento golpe bajo el agua hizo escándalo, parecido al sonido de una bala pero por suerte yo ya no estaba ahí para ser su presa.
Estaba helada, temblando, pero aún no tenía miedo, estaba en trance.

La chica bajo la farola |H.S|Where stories live. Discover now