Capitulo 3: La verdad oscura detrás de la Profecía.

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CAPITULO 3: LA VERDAD OSCURA DETRÁS DE LA PROFECIA.

Artemisa y Phoebe se encontrarían dentro de la tienda que pertenecía a la rastreadora.

"¿Qué sucede, Lady Artemisa? Preguntaría Phoebe, mientras se frotaba sus ojos, denotando su falta de sueño.

Artemisa bajaría un poco su cabeza, avergonzada. "Siento molestarte antes de la medianoche. Pero necesito que le digas al muchacho la cantidad de flechas que debe fabricar."

"Oh, está bien, ¿Ah la misma hora de siempre?" Preguntaría un tanto intrigada.

Artemisa alzaría la mirada seriamente. "Ah la hora que veas más conveniente. Pero ten en cuenta que debería de terminar 500 flechas para antes de las 10 de la mañana."

"¡¿Solo 500?!" Preguntaría Phoebe, un tanto disgustada.

Artemisa simplemente se inclinaría de hombros con desdén, mientras se levantaba. "Ten en cuenta que no saldremos por un mes, por lo tanto no necesitaremos tantas flechas. Con ese número está bien."

"Lo que usted diga." Diría Phoebe bajando un poco la cabeza en señal de respeto.

Antes de que Artemisa abandonara la tienda, miro sobre sus hombros para ver a Phoebe. "Me gustaría decírselo por mí misma. Pero tengo asuntos ahora mismo con el Olimpo, y creo que a estas horas ya estará durmiendo."

Después de decir esas palabras, Artemisa saldría de la tienda y luego de unos pocos segundos desaparecería en un destello plateado.

Phoebe alzaría la mirada con una sonrisa un tanto misteriosa. "De hecho, es bueno que me lo haya dejado a mí, Lady Artemisa."

SALTO DE LINEA.

Eran cerca de las 6:30 de la mañana El ruido de la naturaleza y los peces chapoteando en el lago se podía escuchar en toda la zona, junto con unos pequeños ronquidos que parecía perturbar un poco la paz del lugar, pero al mismo tiempo se mezclaba a la perfección.

Bell estaría durmiendo como un bebe en su pequeño colchón inflable, con un pie y ambos brazos desparramados por todo el colchón, junto con las frazadas tiradas a un lado.

Aunque, la paz de Bell no duraría mucho tiempo...

Una piedra le golpeo el rostro a una enorme velocidad con bastante fuerza, haciendo que se levantara de un salto por el susto.

"¡No mama! ¡Todo, menos con la chancla!" Gritaría con gran miedo, mientras se cubría el rostro con las dos manos.

"¿De qué mierda estás hablando?"

"¿Eh?" Diría Bell mientras apartada lentamente sus brazos, para ver a Phoebe parada en la entrada de su tienda, arrojando y atrapando una piedra del tamaño de su palma.

"Vístete rápido. Esas flechas no se aran solas, chico de la profecía." Diría Phoebe, con claro sarcasmo en sus últimas palabras.

"¿Podrías traerme la ropa que está colgada afuera?" Preguntaría Bell con una sonrisa nerviosa, ya que no se sentía muy cómodo estando en ropa interior.

Phoebe miraría con una ceja alzada a la ropa colgada en un tendedero improvisado de ramas.

"Veo que hiciste un buen trabajo con nuestra ropa." Nuevamente, la cazadora miraría a Bell con ambas cejas alzadas. "Cambiando de tema, ¿no tienes otro par de ropa?"

Bell se froto el cabello con gran vergüenza. "Vine tan rápido aquí, que me olvide por completo de ello."

Phoebe daría una sonrisa y arrojaría su piedra con todas sus fuerzas, pasando a unos pocos centímetros de su gabardina colgada.

Bell Cranel y los Olímpicos: La Profecía del Oráculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora