Capítulo 18

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Lo único que sentía era su mano, su mano grande y cálida, agarrando su cintura y manteniéndola sobre su regazo.

Apoyaba su cabeza en el hombro de Alexander, y respiraba hondo aquella costosa e imponente colonia, mientras el, ceñía su brazo alrededor de su cintura y presionaba sus labios contra su cabello y una suave corriente eléctrica la recorría de arriba abajo.

Su risa brotaba de sus labios.

Se sentía cómoda, segura, protegida, pero sobre todo amada.

Estaba muy segura de que justo ahí era el lugar donde deseaba pasar el resto de su vida, Alexander Hudson era su hogar.

Sus respiraciones eran tranquilas, ambos miraban por el ventanal como poco a poco la tarde iba cayendo, el cielo se pintaba anaranjado, oscureciendo poco a poco, el viento mecía las copas de los árboles, los cuales rodeaban la mansión.

A lo lejos, las aguas de la presa también se movían tranquilas al son del viento, y este comenzaba a enfriar el día.

El verano poco a poco se abría paso.

Desde hacia un rato, ambos habían llegado a la mansión, después de pasar un día en entero en la empresa.

Una de las condiciones que había puesto Alexander, era que antes de entrar a la facultad, debería pasar el tiempo posible a su lado.

Y ella estaba encantada de hacerlo.

–¿Tienes hambre, amor? la voz de Alexander llama su atención.

Frunce sus labios, dejando caer su cabeza en el hombro de su prometido.

–Un poco – responde Aleidy.

–No me sorprende, mi amor – concedió alexander basando su cabeza.

Aleidy sonrió.

–Así me amas – respondió Aleidy riendo suavemente.

–Eso también es muy cierto, mi vida – contesto alexander abrazándola con más fuerza.

Aleidy disfruto del suave abrazo que el magnate le daba, simplemente era tan cálido.

–¿Deseas que ya sirvan la cena? – pregunto alexander suavemente.

–No, aun no, esperemos a que lleguen los chicos – dijo aleidy.

Su estómago exigía comida, por lo que, con el dolor de su corazón, se levanto del regazo del magnate.

Camino con rumbo a la cocina, con mucha suerte y discreción podría adelantarse al postre.

–¿Te vas a comer el postre? – la voz del magnate resonó.

Aleidy volteo con una dulce mirada.

–No, solo voy por un vaso de agua – respondió ella con una sonrisa inocente.

Alexander la miro con una ceja arqueada.

–No comas mucho o se te quitara el hambre, amor – atribuyo el magnate.

Aleidy le dio un puchero mientras asentía, y camino a la cocina.

La elegancia y limpieza reluciente de la cocina la recibió, se aseguro de que no hubiera nadie y se acercó a la nevera.

Abrió la puerta, una vez mas volteo a los lados, asegurándose de que nadie la viera. Sus ojos fueron directos al pastel de fresas con vainilla que adornaba la nevera.

Uno de sus favoritos, por eso la cocinera lo había hecho, y se lo agradecía infinitamente y esperaba verla para dar le las gracias.

Se dispuso a sacarlo para robar tan solo una pequeña rebanada, solo un poco.

MAGNATE AMADOOn viuen les histories. Descobreix ara