Capítulo 23

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Dedicatoria especial; Melissa Esther.

Feliz cumpleaños.

*

Tenso su mandíbula mientras miraba los papeles en sus manos, se dio cuenta de que había una perdida enorme de cargamentos, los cuales venían en un buque por Nueva York.

Sus manos temblaron furiosas, mientras arrugaba los papeles y los arrojaba a un lado, las llevo a sus cabellos blancos, pasando sus dedos despeinándolo.

Saco un puro de su bolsillo, lo llevo a sus labios para después encenderlo y dar le una calada profunda, el tabaco fermentado deleito su sistema, se permitió cerrar los ojos unos momentos.

La furia recorría su sistema lentamente, el cosquilleo en sus dedos por tomar un arma, salir a matar al bastardo que se había atrevido a tocar su mercancía le carcomía, pero debía esperar, y planear bien cual debía ser su siguiente movimiento, eficaz y certero.

Pero pronto aquello quedo atrás, cuando un mayor problema lleno su mente, quiso gruñir frustrado, pero en su lugar, rebusco entre los bolsillos de su pantalón, de donde saco su móvil.

Tocando un par de veces la pantalla, logro encontrar aquella imagen que había logrado robarle el sueño la noche anterior.

Los ojos brillosos, llenos de luz, pero a su vez con mirada perdida, lograron colarse y sentarse en los lugares más recónditos de su mente, sintiendo el frio que la cobijaba carente de calor materno o paterno, la pequeña infanta aparecía en aquel triste cuadro.

Sus pequeñas manos buscando algo o alguien quien la cobijara, quien cuidara de ella, quien la protegiera, su cuerpo delgado producto de un mal cuidado durante el embarazo, y sus ojos perdidos de luz como fruto de la irresponsabilidad de una mala madre.

Llegando a este mundo carente de luz, cegada y carente de vista, sus ojos perdidos en la oscuridad, un mar eterno de oscuridad, quizás un cruel castigo no correspondido para la pequeña inocente.

Tan pequeña y tan frágil, como una muñequita de porcelana, la cual al mínimo roce se rompería.

Definitivamente aquella niña no tenia la culpa de ser hija de una mujer como Carlotta y Dominik era consiente de aquello.

Soltó un respiro largo y profundo, llevo su tabaco de vuelta a sus labios, con una calada profunda llego a una conclusión final.

Aquella niña viviría.

Desgraciadamente con la maldición de ser ciega.

El ruso guardo su móvil, con aquella decisión tomada.

Bebió un poco del whisky, aquel de frutos secos, el cual descubrió que era el favorito de Alexander.

Miro con un poco más de atención aquel despacho en la mansión de Hudson, donde se había instalado temporalmente, mientras su estadía.

Un tanto oscuro, adornado con detalles cafés, vinos y oscuros, perfecto para él.

Se recargo en el respaldo de su asiento, tomando todo el liquido de un solo trago, saco su móvil nuevamente para enviar a sus mejores hombres a buscar respuestas para dar con la ubicación de su mercancía.

Se levanto de su lugar con su puro entre sus dedos, camino hasta un ventanal y se recargo en el marco mirando los enormes patios de la mansión.

Su mente iba de un lugar a otro, sus pensamientos no eran precisos, parecían estrellas fugaces, pasaban rápido sin dejarlo pensar con claridad.

MAGNATE AMADOWhere stories live. Discover now