Capítulo 30

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La noche había caído sobre la bella ciudad de Los Ángeles, el cielo lleno de estrellas los recibía.

Aleidy suspiro lentamente, contempló su espalda unos segundos más, la cual subía y bajaba al ritmo de las exhalaciones.

-Sé que estás ahí - la voz ronca de su primo le hizo dar un salto en su lugar.

Se acero finalmente a él, y se puso a su lado, mirando el hermoso paisaje que la ciudad iluminada de los Ángeles les regalaba.

Se encontraban en uno de los balcones de la mansión.

-Cuando exploto sólo tu estas aquí conmigo, todos me deben estar odiando en estos momentos - dijo Alfredo llevando su cigarrillo a sus labios.

Aleidy negó con la cabeza aún si que su primo la mirara.

-Ellos nunca te odiarían, sólo que no les gusta como lastimaste a Michelle con lo que le dijiste, tampoco te portaste bien con Scarlette, Danielle y Dominik, son nuestros amigos - respondió ella mirándolo.

Alfredo se encogió de hombros y suspiro.

-Siempre termino lastimando a lo que amo - dijo.

Ella permaneció en silencio, quizás lo decía por cierta rubia Hudson, sin embargo, no quiso profundizar en ese tema pues su primo se veía visiblemente consternado sobre ese tema.

-¿De verdad crees que si me caso con Alexander será un error? - preguntó en voz baja.

Entonces Alfredo la miró y negó con la cabeza de inmediato.

-No, no lo decía por ustedes maldición, sé mejor que nadie lo mucho que Alexander te ama, es justo que finalmente puedan estar juntos y si es casados mucho mejor - hablo tranquilo.

Aleidy lo miro confundida.

-¿Entonces no te alegras por Jazmín, Carlos, Danielle y Dominik? - cuestionó nuevamente confundida.

Alfredo suspiro pesadamente.

-No es eso - dijo frustrado.

-¿Qué pasa entonces? - pregunto de nueva cuenta.

Alfredo negó con la cabeza y sonrió secamente.

-No lo vas a entender - dijo finalmente.

Llevó el cigarrillo a sus labios, a Aleidy se le formó un nudo en la garganta.

Quizás el tiempo que había pasado en coma había cambiado más cosas de las que pensaba.

Con lo que le había confesado su prima, lo cual aún la tenía con la mente llena de preocupación y ahora la actitud de su primo se daba cuenta cada vez más de eso, todo había cambiado sin que se diera cuenta. Y eso dolía.

-Eso te hace daño - dijo ella señalando el cigarrillo.

Alfredo miró el cigarrillo en sus manos.

-No tanto como la cocaína y las otras drogas que consumía - respondió con una mueca.

Aleidy se congeló al escuchar eso, miró a su primo con los ojos abierto y con voz tensa habló.

-¿Qué? - dijo con un hilo de voz.

Entonces Alfredo se dio cuenta de lo que dijo, la miró alarmado.

-Mierda - susurro al ver cómo los ojos de ella se llenaban de lágrimas.

-¿Consumiste drogas? - susurro con voz ahogada Aleidy.

Sentía como el aire se escapaba de sus pulmones, el nudo en la garganta resultó más doloroso con aquella declaración y sus manos temblaron, de repente el viento que soblaba sobre ellos era helado.

MAGNATE AMADOOnde as histórias ganham vida. Descobre agora