Capítulo 11

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Dedicatoria especial para;

Hidanjella Morales Zea y Nayarith Morales Zea.

Feliz cumpleaños hermosas.
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(Meses atrás)

Tomó las navajas con firmeza y las lanzó al lavado.

Debía dejar todos esos fantasmas en su pasado y enterrarlos para poder vivir en paz.

Levantó su mirada y al encontrar su reflejo en el espejo la hizo temblar.

Carlotta...

La miraba con una horrible sonrisa en sus labios y sus ojos estaban inyectados de furia.

Tan rojos como la sangre que corría por sus venas...

Al ver la decisión en su mirada...

Supo que había perdido la poca cordura que le quedaba.

Al querer girarse para huir lejos de ella...

Ella perdió el control y todo se volvió oscuridad.

Y cuando caes en manos de la oscuridad... No hay manera de que salgas de ella.

Carlotta sostuvo con firmeza el bastón con el que golpeo la cabeza de Aleidy y la miro caer completamente inconsciente al piso.

La silueta de Aleidy desvaneciéndose en el suelo fue como si un bello ángel cayera del cielo, su cabello largo quedó extendiendo por los azulejos del piso en un hermoso cuadro.

Y eso la hizo enfurecer más.

—Como es que aún estando ahí tirada te sigas viendo hermosa, maldita estúpida — escupió Carlotta con ira.

Se subió sobre ella y jaló su cabello hasta levantar su cabeza del suelo y acercarla a ella.

—Si tan solo hubieras desaparecido de esté mundo todo sería perfecto... Yo sería feliz... Pero no maldita niña, tenías que sobrevivir — gruño cegada de la furia.

Observo el rostro de Aleidy, siempre con sus mejillas de aquél característico rojizo durazno, piel canela resplandeciente, pestañas largas y negras, tupidas marcando sus ojos grandes, labios carnosos y rojizos.

Su cabello lacio y largo, brillante y suave, con un cuerpo hermoso, senos grandes y caderas anchas, piernas espectaculares.

—Eres gorda... — dijo Carlotta mirando el cuerpo de Aleidy.

Pero ella misma se engañaba, supo desde hace mucho que el cuerpo regordete de Aleidy se había esculpido con el paso de los años.

—Te dije que te iba a destruir... — dicto con ira.

Sacó una navaja de chamarra y estaba dispuesta a apuñalarla hasta sentirse satisfecha.

Pero se detuvo al ver las navajas en el lavado.

Y una sonrisa llena de locura se presentó en sus labios.

—Vamos hacerle creer a todos que sólo eres una estúpida suicida — susurro con una sonrisa.

Se levanto y tomo las navajas, no sin antes colocarse guantes para no dejar evidencias.

Se sentó nuevamente sobre ella en un acto de supremacía y tomo el brazo de Aleidy.

MAGNATE AMADOWhere stories live. Discover now