Capítulo 9

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Mis ojos se hallaban fijos mirando al frente con la cabeza en alto, estaba decidía a afrontar todo lo que atravesará en mi camino.

Superar cualquier obstáculo, fuese cuál fuese.

Era momento de salir de aquél tormento y entregarme por completo a la vida, una vida nueva junto a mi familia, amigo y...

Mi magnate Enamorado.

Junto a ellos afrontaría todo y superaría cualquier cosa.

Era mi decisión, y la iba cumplir.

Costará lo que costará.

Me sentía llena de fuerzas nuevas, con coraje y valentía para vencer aquella extraña obscuridad que me rodeaba.

Era como si una luz en mi ser brillará con más intensidad cada vez que pensaba en todas las cosas que viviría, y aquella luz vencía a la oscuridad.

Poco a poco todo comenzaba a verse más claro.

Y una enorme luz se abría más y más.

Justo cuando parecía que todo brillaría en luz blanca...

Un escalofrío me recorrió.

Giré lentamente y me encontré con una sombra.

El terror me recorrió el cuerpo, y un temblor de expandió por él.

Una mujer muy delgada, muy bonita que vestía muy elegante.

Se acerco lentamente a mi, y mire su cara de calavera, una sonrisa se expandió por su rostro calavérico.

—Estoy aquí por que se llego tu hora — me dijo con una voz suave y sin borrar su sonrisa que velaba la parca.

Y mi corazón se detuvo.

                        
(...)


Tomó la pequeña cajita entre sus delgados dedos, acariciando los bordes dorados esculpidos con oro a las orillas de la cajita.

Soltó lentamente el aire que guardaba en su interior, y cerro sus labios en una expresión decidida.

Camino a la puerta de su habitación y la abrió, dejando detrás de él, el miedo.

Bajo por las escaleras de su casa con aquellos pasos imponentes y decididos que siempre le habían caracterizado hasta la entrada principal de su mansión, donde ahí aguardaba su Cadillac por él.

Entró en él sintiendo aquella extraña familiaridad con el auto, y sujeto el volante con fuerza para después encenderlo y ponerlo en marcha.

Por su mente pasaban todos los momentos que compartió con ella.

Todos y cada uno de ellos...

Todos aquellos recuerdos pasaban por su mente como los paisajes por su ventanilla.

Habían recorrido un largo camino... Merecían estar juntos.

Ellos lo merecían.

La vida no podía ser tan cruel para que tuvieran aquél triste y cruel final.

Tenía que ser diferente.

Aparcó el auto frente al hospital y bajo de él, sintiendo el piso bajo sus pies casi temblar.

La decisión estaba impresa en su mirada y sus pasos.

Entro por las puertas de cristal y se sorprendió al ver tal escena.

MAGNATE AMADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora