de

demonios.

Esas 3 palabras se quedaron pasmadas en tu cerebro, un cazador de demonios que por obviedad mata demonios. Cerraste los ojos al recordar todo, ahora todo cobraba sentido. Esos demonios a los que les llamabas monstruos atacaron tu pueblo mientras celebraban.

—Estábamos celebrando —hablaste mientras agachabas la mirada. —Ellos llegaron cuando la gente estaba tomando alcohol, mi padre me llevó a casa pero sé que no pudieron hacer mucho. Escuchaba sus gritos y a esos demonios, mi padre dijo que no me abandonaría y...

Rengoku se puso serio al escucharte.

—Señorita —lo volteaste a ver, había lágrimas en tus ojos. —¡Le prometo que mataré a todos esos demonios! Me encargaré de vengar a su familia y pueblo por usted.

Una sonrisa triste apareció en tu rostro mientras te echabas a llorar.

—Me llamo ________.

—Deberías de comer algo, ________ —Kyojuro se levantó y se fue por un momento.

Te secaste las lágrimas mientras volvías a acomodarte sobre la cama con cuidado, te levantaste la camisa que llevabas para ver como se encontraba tu herida. Pensaste que estaría abierta o algo por el estilo pero se encontraba vendada con cuidado. Tus ojos se aguadaron nuevamente, ¿tanta suerte tenías? Un hombre que mata demonios, al mismo tiempo tu salvador... Te ayudó y después del infierno que viviste es como estar en el cielo pero sin delirios. Él entró poco después, lo pudiste apreciar mejor y más de cerca. Cabello rubio con las puntas rojas, su cabello es largo y una parte la lleva amarrada. Efectivamente porta el uniforme de los cazadores lo pudiste leer por el kanji en su espalda.

Cuando entró, volvió a sentarse a un lado de la cama. Llevaba comida entre las manos.

—¿Aún tienes frío? —preguntó.

Miraste el objeto con el que te encuentras tapada, una capa blanca con llamas en ella. Tragaste saliva mientras negabas apenada.

—¿Segura? Será apropido que te quedes así, ________. Por si acaso.

—Si quieres tomarla hazlo —te quitaste de encima la capa y se la devolviste. —puede que usted también tenga frío, Rengoku-san...

—Está bien —rió. —Toma come esto.

Te dio un onigiri y una gyoza¹ las recibiste tímidamente y le diste una mordida al onigiri.

—¿Está rico? —preguntó.

Asentiste comiendo aún más.

—Mi hermano cocina bien —comentó intentando sacar plática. —Él me dio comida antes de venir acá pero es mucha.

—¿No te preocupa?... —preguntaste cuando tenías la boca vacía. —Que no vuelvas a ver a tu familia debido a tu trabajo...

Él se dio cuenta del tono en que lo preguntaste. Una sonrisa dulce se formó en su rostro mientras se acomodaba en el respaldo de la silla. Desvió la mirada y puso una cara pensativa.

—¿Lo preguntas por lo que sucedió? Pues no, no me preocupa. Es algo que ha sucedido en mi familia desde hace mucho quizás sea la costumbre. Pero tú no te preocupes tanto por eso, lo estás sobrellevando de buena manera. ~

—Rengoku-san...

—Tengo que irme, debo ir a revisar si hay más demonios allá afuera.

—Por favor tenga cuidado, Rengoku-san...

—Está bien, volveré para cuidarte.

• • •

Era de madrugada te despertaste debido a que escuchaste el sonido de la puerta. Te moviste con cuidado tratando de no quejarte por el dolor, cuando levantaste la mirada viste a Rengoku con una cobija. Él se acercó a ti y se dio cuenta de que estabas despierta. Desdobló la cobija y la acomodó con cuidado sobre ti, arropándote.

ᴋɪᴍᴇᴛꜱᴜ ɴᴏ ʏᴀɪʙᴀ ᔕⓞⓝⒺ ⓢⓗⓞⓣⓢᔕ TERMINADO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora