30. Tres sabandijas

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— ¿Estas bien? — preguntó Gohan alarmado, tomando a su amiga de los hombros.

— Se llevaron las esferas, Gohan... perdón no pude evitarlo — decía entre sollozos la chica.

El semisaiyajin la abrazó con fuerza y acarició suavemente su cabello. Su amiga temblaba y se estremecía con su llanto, era evidente que estaba asustada, pero Gohan necesitaba comprobar que esos rufianes no la hubieran lastimado.

— Lime, mírame ¿estás bien? ¿Te lastimaron? — insistió acunando el rostro de su amiga entre sus manos para que ella lo viera a los ojos.

Lime fijó la vista en los grandes y preocupado ojos de su amigo y asintió ligeramente — ¿tú estás bien?... Recibiste el ataque directamente — cuestionó.

— No debes preocuparte por mí — contesto Gohan. — Ven iremos a buscarlos — ofreció poniéndose en pie mientras extendia una mano para ayudar a su amiga.

Lime aceptó e imitó a Gohan, sus manos seguían temblando, pero al menos había dejado de llorar — ¿Dónde está el Gran Dragón? — preguntó mirando hacia dónde se suponía que tenía que estar la criatura.

El semisaiyajin comenzó a buscar con la mirada a su amigo por los alrededores sin hallar pista alguna de él — supongo que escapó para mantenerse a salvo — comentó, pero la preocupación seguía latente en el rostro de su amiga — descuida, está bien, puedo sentir su ki, debe estar escondido en alguna parte — explicó regalándole una sonrisa a la niña. — Vamos tras esos rufianes ¿te parece? — exclamó tomando la mano de Lime.

— ¿Cómo lo haremos? No sabemos hacia donde se fueron — preguntó la chica.

— Con ayuda del radar del dragón — contestó Gohan.

— No tenemos el radar, ellos se llevaron tu mochila y allí teníamos todo — exclamó Lime soltando su mano del agarre de su amigo. — Lo lamento debí... debí ser más fuerte y no dejar que se lo llevaran — dijo llevando las manos a su rostro para cubrirlo.

— No... esto es mi culpa yo... yo bajé la guardia y ni siquiera fui capaz de percibir su ki, yo soy quien debía cuidar de nosotros, yo... me dejé aturdir con algo tan simple como esa arma — rebatió el semisaiyajin tomando a su amiga de los hombros. Ella bajó un poco sus manos de forma que sus ojos quedaron libr6e para mirar a Gohan.

Mientras tanto en el templo de Kamisama, Piccoro había pedido a Dende que le permitiera observar a su discípulo, por lo que fue testigo, a distancia, del ataque que habían recibido los dos niños — ¡No puedo creer que Gohan se haya dejado sorprender por esas sabandijas! — exclamó el namekusei ligeramente molesto por el descuido de su protegido. — No queda más remedio, iré a ayudarlo a atrapar a ese idiota de Pilaf — anunció a Kamisama y Mr. Popo.

— ¡Espere, Piccoro! — exclamó Dende tomando al aludido del brazo. — No creo que sea correcto — argumentó.

— ¿De qué hablas? Gohan está en problemas debo ir a ayudarlo — refutó Piccoro, molesto y sin entender porque Dende lo retenía.

— El Kamisamas tiene razón, es momento de que el niño aprenda a defenderse por sí mismos — opinó Mr. Popo mostrando su apoyo a la idea de Kamisama.

— Ese tal Pilaf no es alguien peligroso, Gohan puede hacerse cargo de él sin ningún problema — comentó Dende soltando el brazo de Piccoro.

— Pero él ni siquiera sabe por dónde empezar, en donde buscar, ni tan siquiera sabe a quien buscar — insistió el namekusei.

— Piccoros debe entender que Gohan ya no es un niños, ya se esta convirtiendo en un hombres y debe aprender a resolver sus problemas el mismos — dijo Mr. Popo manteniendo su cara inexpresiva.

En su ausencia || Dragón Ball ZWhere stories live. Discover now