xvii. como una babosa

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—Es un idiota, ¿lo sabías?—Eliza preguntó a Knox y se volvió hacia Meeks y Pitts.—¿Qué hizo él?

—Umm.—comenzó Knox, mirando a Meeks y Pitts en busca de ayuda, pero los chicos bajaron la mirada, intimidados por Eliza.—Él, eh, llevó un teléfono a la asamblea y le dijo a Nolan que Dios quería mujeres en Welton.

—Oh, Dios.—Eliza jadeó, dando un paso hacia atrás.—¡Lo van a expulsar!

—No lo sabemos todavía, Liza.—Knox dijo y colocó una mano sobre su hombro.

Detrás de ellos apareció Charlie. Los chicos se hicieron a un lado mientras él se acercaba con las lágrimas contenidas en sus ojos marrones. Mantuvo la mirada fija en la nada hasta que se encontró con Eliza. Ella pasó un brazo alrededor de él para ayudarlo entrar a la habitación.

—¿Te expulsaron?—Neil preguntó.

Charlie se detuvo en el marco de la puerta, pero no se volvió. Realmente no quería hablar con nadie en ese momento, aunque Eliza era la única excepción.

—No.—el chico aseguró.

—¿Entonces qué sucedió?

—Tengo que entregar a todos, disculparme con la escuela y seré perdonado.—explicó Charlie con voz temblorosa mientras se apoyaba en la puerta derrotado,

—¿Entonces qué vas a hacer?—preguntó Neil con pánico, ya que Charlie entró a la habitación sin responderle.—¡Charlie!

—¡Maldita sea, Neil!—Charlie exclamó, molesto.—El nombre es Nuwanda.—Charlie lo corrigió con una sonrisa de labios cerrados para finalmente cerrar la puerta.

Charlie guardó silencio mientras cruzaba la habitación para acostarse en su cama, luchando contra el dolor. Posó sus manos detrás de su cabeza mientras Eliza miraba la habitación con curiosidad. Se puso de pie con torpeza, contemplando el lado pulcro de Cameron y el desastre en el lado de Charlie.

—¿Qué compraste?—Charlie preguntó de repente, observando la bolsa de papel marrón en su mano.

Eliza quitó su mirada de la fotografía de Cameron y su familia, notando que Charlie tenía una ceja arqueada y sus labios estaban curvados en una pequeña sonrisa.

—¡Oh! Te traje un regalo.—explicó, extendiendo la bolsa hacia él.

Charlie la tomó vacilante.—¿Para mi? Pensé que estabas enojada.

—Me recordó a ti.—dijo, encogiéndose de hombros.—Y solo porque esté enojada no significa que no me gustes.

Charlie tarareó divertido mientras abría la bolsa y la miraba. Lentamente, la abrió y encontró la cajita de música y rió levemente al verla.

—Sé que es un poco femenino pero, uh, mira, tiene pájaros y si lo abres...—comenzó a explicar mientras se sentaba al lado de Charlie y tomaba la cajita entre sus manos para abrirla y mostrarle las pequeñas figuras bailando.—Somos nosotros.—susurró como si fuera un pequeño secreto.

Charlie sonrió, las lágrimas en sus ojos provenían de la dulzura.—Somos nosotros.—repitió tocando las figuras con suavidad.—Bueno, si están bailando, creo que nosotros también deberíamos hacerlo.

—Pero, Charlie, tu trasero...—Eliza rió mientras se levantaba.

—No importa.—le aseguró, tomando su mano y acercándola a él.—Solo tú importas.

Eliza sonrió mientras se abrazaban y bailaban lentamente en medio de su habitación, las luces tenues y el silencio reinó en la habitación. Giraron como los bailarines, empapándose de la calma antes de la tormenta que estaba destinada a venir por ellos. Eliza sonrió, apoyando su cabeza en su pecho y Charlie sonrió; su trasero dolía por los latigazos, pero eso no importaba.

fiat nox ━ charlie dalton. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora