🔸Celos🔸

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No fui a clases aquella primera hora, anduve rondando por el patio de la escuela, que parecía casi por completo desierto, a excepción del equipo de fútbol que practicaba en las canchas, más allá de las áreas verdes de los terrenos escolares

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No fui a clases aquella primera hora, anduve rondando por el patio de la escuela, que parecía casi por completo desierto, a excepción del equipo de fútbol que practicaba en las canchas, más allá de las áreas verdes de los terrenos escolares.
Mi mente se había convertido en un completo caos, un centro de batalla en el que competían mis sentimientos en pleno. Los celos trataban de salir a flote, más mi orgullo y temor impedían a toda costa que se hicieran presentes; no podía ir a reclamar a Alex por hablar con Renee, simplemente no podía hacerlo, pues como claramente lo había dicho: No éramos novios.

El tiempo fue pasando lentamente conforme iba esclareciendo todo, y cuando la campana sonó dentro del edificio, me acerqué para asistir a la siguiente clase.

― ¿Ya vio la hora, señorita Bower? ― preguntó el profesor Doyle.

― Eemm... sí ― contesté.

Pero lo cierto es que no tenía ni la más remota idea de qué hora era hasta que alcé la vista y pude darme cuenta de que ya había transcurrido un cuarto de aquella hora de clases.

― ¿Y cree que es justo que la deje entrar a mi clase?

Bueno, la química no me gustaba, pero qué más daba, ninguna clase me gustaba mucho en realidad.

― Puede ponerme falta si quiere ― contesté encogiéndome de hombros ―. Solo no quiero pasar otra hora fuera sin nada qué hacer.

― ¡Válgame el cielo! ― exclamó el hombre en tono exagerado ―. Es usted una sínica, una sinvergüenza, una irresponsable...

― Vale, vale... he captado. Me iré a sentar, ¿está bien? ― dije mientras me encaminaba hasta mi banca.

Al echar un vistazo hasta la banca a la que me dirigía recordé algo muy importante, aquella clase no sólo la compartía con Alex, si no que me sentaba en la misma banca con aquel chico pelirrojo, quien ya me esperaba con los brazos cruzados sobre la mesa y una sonrisa irónica en sus rosados labios.
Sentí una extraña sensación en el estómago, como en esas ocasiones en las que te saltas un escalón sin darte cuenta, algo que va desde el abdomen y termina en el pecho... justo al lado del corazón.

El señor Doyle había continuado su discurso, diciendo que alumnos como yo deberían tomarse los estudios más en serio, porque de eso dependía nuestro futuro y blah, blah, blah...

― Estás loca, ¿lo sabías? dijo el muchacho en un susurro y entre risas.

― No olvides que además soy una sínica, sinvergüenza e irresponsable ― añadí en el momento que colgaba mi mochila en el respaldo del asiento.

― ¿En dónde has estado? ― preguntó en voz baja.

― Por ahí ― contesté evitando su mirada.

Posé la vista al frente, como si en verdad me interesara escuchar aquella clase... ¿les mencioné que odio la química? Bueno, así es, y peor aún era llevar esa clase con el profesor Doyle, un hombre un tanto prepotente, escandaloso y el cuál presumía de estar totalmente en lo correcto y apegado a las normas. Y lo cierto es que me interesaba su clase tanto como me interesaba ponerme un vestido rojo y bailar un vals en medio del salón en aquel preciso momento.

Destellos escarlata  [COMPLETA ✔️ Novela 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora