🔸Juegos sucios🔸

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― ¿Crees que las cosas mejoren? ― pregunté recostándome boca abajo apoyando mi rostro sobre las palmas de mis manos

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― ¿Crees que las cosas mejoren? ― pregunté recostándome boca abajo apoyando mi rostro sobre las palmas de mis manos.

― No lo creo... ― dijo Alex mirando el cielo ― Estoy seguro de ello ― exclamó mostrándome la más sincera de las sonrisas.

― Pero tú mismo viste lo que son capaces de hacer...

― Solo un montón de bromas infantiles ― respondió sin la más leve señal de preocupación.

No dije más, sabía que mi preocupación y negatividad no era nada contra su buen humor y esa característica suya tan peculiar de ver siempre lo positivo de todo y mostrar una sonrisa incluso ante el más grande de los problemas.

Lancé un suspiro que se alejó con la brisa de aquel día de verano, agaché la mirada hasta el pasto que poco a poco se había ido cociendo bajo el intenso sol. Ahí, una pequeña hormiguita cargaba algo que parecía ser el trocito de una fruta vieja y reseca; imaginé su cansancio y el largo camino que le esperaba hasta su hormiguero, quizá no llegaría a él. Pero la vida era así después de todo, ¿no? Un largo camino para todos en el que al final se encuentra nuestro destino, y al cuál muchos no logran llegar. Y si todos teníamos un destino... ¿cuál era el mío?

― Me siento verdaderamente cansada ― le dije posando mi cabeza en el suelo y cerrando los ojos.

― Yo igual ― repuso él.

Escuché como su cuerpo se tiraba por completo en el suelo junto a mí. Una pequeña ráfaga de viendo trajo hasta mi el olor de su cabello, algo que me hizo recordar cierto momento en el que lo tuve tan cerca de mí, cuando por instantes mis dedos se enredaron entre sus rojizos cabellos. Abrí los ojos y me encontré con su rostro a escasos quince centímetros. Sus claras pestañas palidecían con la luz del sol cuando lograba filtrarse entre las hojas del árbol que nos cubría. Lo miré por un momento en silencio, tal vez tratando de memorizar el lugar de cada una de sus pecas, el color exacto de su piel, la forma en que caía su cabello escarlata sobre su rostro, el color de sus ojos...

—¿Pasa algo?

No me había percatado de que sus ojos estaban abiertos y me miraban aun cuando lo estuve observando durante un par de minutos hasta que sus labios se despegaron y me hablaron, rompiendo el silencio que se había formado.

― No — respondí desviando mis ojos hacia un punto lejano de los suyos.

― ¿No estabas cansada? — preguntó con una sonrisa traviesa y divertida.

—Sí, lo estoy... — dije con un hilo de voz que mostraba mi cansancio.

Y es que la verdad lo estaba. El cuerpo me dolía tal y como se podría sentir una persona después de una paliza brutal, mi voz sonaba más baja lo de normal y mis párpados pesaban como un bloque de hierro en una superficie quieta de agua.

Destellos escarlata  [COMPLETA ✔️ Novela 1] Where stories live. Discover now