—Adelante —informó Lena con el ceño fruncido.

—Hola, perdón por interrumpir —Kara se asomó por la puerta y ambas empresarias miraron hacia la rubia—, pero es importante.

—Es importante... —susurró Lena con molestia.

No era la primera vez que lo hacía. La rubia se acercaba cada dos por tres a la pelinegra cuando pasaba por Luthor Corp y revisaba su oficina. Le hacía preguntas estúpidas sobre la decoración cuando tenía perfectamente un plano donde recalcaba todo. Si era una de esas, Lena pensó en que la mataría y escondería su cadáver por el edificio.

A pesar de eso, también había suspiros de alivio. Ambas temían en echarse gasolina mutuamente y lanzarse un mechero para ver el mundo arder, pero todo lo que sucedía era normal —normal entre ellas—. Gracias a Dios, no fue a peor. Realmente volvían a tener once años, regañándose una a la otra, vacilada tras fastidios y burlas por doquier. Como si no hubiera pasado nada, pero claramente había pasado una cosa: siete años.

—No serán más de cinco minutos, señora Luthor.

—Señorita —corrigió de nuevo apretando el bolígrafo de sus manos para no lanzárselo directamente a los ojos.

—No te preocupes, Lena. No me voy a mover de aquí. Además, no dejará sola a esta preciosidad con ese asunto importante, ¿verdad? —le dedicó una sonrisa y la rubia sonrió de inmediato, alagada.

—Hum... Me gustas —dijo Kara con descaro haciendo que la sonrisa de la morena se expandiera—. Es más amable que aquella de allí... ¿cómo se llama? —preguntó con una sonrisa traviesa y la chica estuvo dispuesta a contestar, pero la pelinegra se adelantó.

—Diana —interrumpió Lena levantándose de su asiento—, volveré en seguida.

—Diana... —respiró Kara como si oliese un humeante café—, nombre de Diosa —soltó sin más haciendo que la morena alzara las cejas con picardía—. Ahora que sé tu nombre, podré invitarte a cenar.

—Ni hablar —le cortó Lena, empujando su cuerpo hacia afuera y miró a la otra CEO—. Ahora vengo. Y no te fíes de Kara, es una diabla.

—Me encantan las chicas así... —gruñó sensualmente haciendo que Lena sacudiera la cabeza.

—Te aseguro que ésta directamente te manda al infierno —sentenció cerrando la puerta.

.

No se dirigieron la palabra hasta llegar a su oficina. Lena se sorprendió, pues estaba todo tal y cómo lo había deseado. Realmente Kara había hecho un buen trabajo junto las demás personas que ayudaron a que esto fuese posible. Arrugó la frente, no entendiendo el motivo de la llamada y qué era tan importante.

—¿Qué pasa? Lo veo todo bien —se sinceró Lena observando un lado a otro.

—Gracias Luthor, ya sé que estoy estupendamente. Es la única vez que me halagas desde que nos encontramos, ¿te das cuenta? —se burló Kara cogiendo el tablón de apoyo.

—He halagado tu trabajo, no a ti —replicó Lena cruzándose de brazos—. Además, mírate: estás en rollo hípster. Pelo lacio con flequillo y puntas blancas, gafas pasta, vaqueros pegados, camisa ancha suelta y botines. Te falta el sombrero.

—Y sin embargo piensas que estoy muy guapa... Más que antes incluso —puntualizó divertida y Lena negó con la cabeza volteando los ojos—. Bueno, pues tú vas en modo pija —contratacó molesta al ver que la ignoraba, mirándose e intentando que Lena no tuviera razón.

—¿Modo qué? —preguntó arrugando la frente.

—Modo presumida: pelo bien cuidado, maquillaje hasta las clavículas, pendientes y collares de plata y oro, camisa ajustada luciendo escote, americana en conjunto con la falda de tubo y tacones de aguja. Te faltaba el rosa, pero hiciste que lo cambiara —señaló Kara a su oficina.

Vecinas incontrolables | SupercorpWhere stories live. Discover now