Capítulo 10

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El jardín de Kara estaba recién cortado, así que le fue más fácil practicar sus pasos de baile. A mitad de la canción, después de un giro rápido y mirada alta, observó la ventana de Lena. Hacía una semana que no se hablaban. Pensó en que se sentiría normal, como si se hubiera peleado con alguien y ya está, que ya lo arreglarían, pero le estaba matando por dentro cuando se cruzaban por los pasillos y le apartaba la mirada.

Sus ojos verdosos tristes. Su sonrisa apagada. Sus ojeras de no dormir.

Preparó como tres discursos de disculpas, pero no sabía exactamente porque tenía que pedirle perdón. Ella finalmente dijo la verdad, ¿no? Porque pedir perdón cuando querías abrirle los ojos a tu amiga.

«Tarde, Kara. Le dijiste la verdad tarde», pensó quitándose la chaqueta beisbolera del instituto.

Quizá debería haberle pedido perdón por no haber dicho las cosas apropiadamente o por haberle gritado hasta el final, pero, aunque iba perjudicada, sabía perfectamente que quien empezó toda la pelea fue Lena.

No es que ella no quisiera ir detrás de ella a pesar de eso, sino que no sabía exactamente porqué empezó todo; Lena comenzó a burlarse de ella de esa manera que no sabía por qué fue tan hostil.

Se quedó parada. Sea por lo que sea quería arreglarlo, pero no se atrevía. Era una cobarde porque no quería empeorar las cosas. Después de haberle dicho lo de Jack, seguramente su novio se había lavado las manos para no perder a Lena y eso hacía que Kara se echase hacia atrás.

Debió habérselo contado antes, justo cuando pilló al cerdo de su novio en los vestuarios enrollándose con Beth en los últimos días de instituto en el tercer año. Se enfrentó a él casi matándole con la mirada, pero se arrodilló ante Kara pidiéndole perdón y prometió que no volvería a suceder, que a cambio no se lo contase a Lena. Fue un error y ya está. Kara no quería imaginarse a Lena triste y rota, así que fue una egoísta y aceptó.

Por si las moscas, no le quitó el ojo de encima a ninguno de los dos, pero Jack fue leal a su promesa. Alejó a Beth borrándola de todas partes e ignorándola por los pasillos. Así que si Lena preguntase si era cierto lo que dijo ella, no habría ninguna prueba o evidencia sobre los respectivos cuernos.

Tonta.

Sintió algo en la cara y tocó su rostro. Estaba llorando. Encima la música de su playlist no le hacía ninguna tregua. Sonaba la canción triste de Gracie Abrams, "I miss you, I'm sorry". Se agachó poniéndose en cuclillas y se abrazó a sí misma, liberándose por fin después de retener las lágrimas durante una semana.

Lloró gritando al suelo, agradecida de que su madre estuviera en el trabajo para no escucharla. Lloró desconsoladamente, se sentía incontrolable. Lloró como una niña pequeña e indefensa. Hasta que dejó de llorar cuando algo impactó contra su cabeza con fuerza.

—Joder...

Murmuró rascándose y peinándose el pelo, saliendo de su escondite entre sus piernas y buscó el objeto. El estuche de Lena. Se quedó de piedra y miró hacia arriba con los ojos muy abiertos. La pelinegra estaba asomada, con los ojos verdes vidriosos. Kara se levantó en seguida.

—Estoy estudiando... —murmuró apenas inaudible, pero lo suficientemente alto para que Kara se percatara.

—Lo siento —fue lo único que dijo antes de apartar la mirada.

Kara caminó limpiándose cada lágrima como si Lena nunca le hubiese visto y con el corazón encogido para apagar la música. No supo cómo es que Spotify había cambiado drásticamente su música motivada a una playlist de cortarse el cuello. Luego observó que estaba en su lista de favoritas y cobró sentido. Cuando apagó el equipo de música, sintió otra cosa aterrizar sobre su espalda.

Vecinas incontrolables | SupercorpWhere stories live. Discover now