—Soma Uchiha —dijo ella moviendo el hombro izquierdo para luego mover el otro—. Y... —de a poco calló pasando a ver al hombre esperando que dijera algún nombre.

—Um... —pensó unos momentos observando a la pequeña criatura—. ¿Te gusta Ren?

Los ojos de Mina se abrieron más y brillaron en encanto, adorando como sonaba a sus oídos.

—Soma y Ren Uchiha —determino mirándolos con una sonrisa encariñada mientras la medica anotaba todo para hacer el certificado.

Ya habiendo dejado que ambos los tuvieran un poco, las profesionales se llevaron a los recién nacidos para poder hacerle los exámenes normales de control, permitiendo así que los padres tuvieran un pequeño momento.

—Lo hiciste espectacular —halago Utakata tomando sin miedo su mano otra vez.

—Lo hicimos, te pase algo del dolor por la mano —aclaro ella guiñando un ojo—. Los pariste un poco.

Él rió tirando su cabeza hacia atrás unos momentos.

—No mas bebes al menos que sepas donde conseguir una nueva —indico levantando el miembro dañado.

—Oh, por supuesto que no, al menos que los hombres puedan parir, dos de una son suficientes —suspiro cerrando los ojos.

Pasó un rato hasta que un enfermero ingresara con los bebes, este entregándole a Soma a Utakata mientras Mina recibía gustosa a Ren.

—Felicidades y disfrútenlos —deseo amable para salir por donde entró.

—Tienen cabello negro —dijo ella tocándolo, recién lavado mientras en su cuerpo ya tenía puesto tierna ropa de bebe.

—La genética Uchiha siempre son predominantes, no dudo que tengan tus ojos —comento él sentándose en el borde de la camilla.

—¿¡Imaginas lo guapo que serian si salen con los tuyos!? —pregunto repentinamente encantada con la idea—. Tendré que vigilar a las chicas...

—Seguramente serán bellos incluso si son de color negro, y ya tendrás tiempo de ser una suegra de temer cuando crezcan, ahora disfrútalos —sonrió bajando a ver el pequeño entre sus brazos.

Mina noto su mirada de amor incondicional y orgullo que le daban sus hijos, y se dio cuenta que no podía haber elegido mejor hombre, novio y padre para sus hijos.

—Te amo.

—Y yo a ti —contesto él inclinándose para besarla, escuchando de sorpresa una pequeña queda por parte de Soma—. ¡Abrió los ojos! ¡Abrió los ojos! —exclamo como si no supiera que hacer con ello.

—¡Son marrones! —hablo impactada—. ¡Esto quedara para la historia! Ningún Uchiha antes había tenido otro color de ojos que no fuera el negro.

—Unimos dos clanes y comenzamos una nueva generación de Uchihas, sin resentimiento o maldición —indico él adorando el cambio, porque sabría que mucha gente dejaría de sufrir por ella.

Ante esas palabras, Mina inspiro profundo y exhalo segura de que se encargaría de que así fuera y que a partir de ahora se obtuviera el sharingan por emociones fuertes positivas, no negativas como ella, sus primos y todos los Uchihas anteriores lograron el dojutsu.

Al día siguiente, los nuevos padres salieron del hospital con sus hijos teniendo en el trayecto a su casa las miradas de todos sobre ellos y en los nuevos bebes de la aldea.

Al llegar a su hogar, los recibió una emocionada Mitzuki que se había quedado allí para cuidar de la casa a sabiendas de que el alta a su amiga se le entregaría rápido y podría ver a los bebes de forma rápida, aunque estuvo a punto de irse al hospital al enterarse de que eran dos en vez de uno.

—¡Son muy lindos! —exclamo al verlos, siendo la única de afuera que podía entrar e irse por varias razones—. Déjenme llevarlos conmigo a Kusakagure —pidió abrazando a Ren como a un peluche a uno, gimiendo apenas por el repentino movimiento del acto—. Perdóname, bebe —murmuro dejándolo en la cuna donde estaría a salvo de ella hasta que se hiciera más grande.

—Creeme que los podrás tener todo lo que quieras, pero, Mitzuki... —empezó a decir captando su atención—. ¿Acaso hoy no tenías cita con Kiyoshi?

—¡Rayos, si! —exclamo entrando velozmente en pánico viendo alrededor sin saber que hacer primero, a lo que Mina camino y agarró su campera mientras ella corría al baño.

Luego de hacer sus necesidades, arreglarse y ponerse la prenda, tomo su cartera y salió como un rayo del lugar.

—No hay duda de que él nunca se aburrirá con ella —comento Utakata doblando una de las mantas de los niños que le entregaron al hospital.

—Es verdad, ¿crees que lleguen a algo serio?

—Nunca se sabe, pero si es así, ella posiblemente se deberá mudar aquí —comento con una sonrisa, sabiendo que eso podría feliz a su pareja si es que Kiyoshi no decía mudarse a Kusagakure.

—No me ilusiones —lo reprendió en broma palmeando su hombro—. Hay que hacerlos dormir.

—Si, de todas formas es lo único que harán por los próximos meses, los bebes duermen bastante.

—Menos en las noches, según sé —rió Mina un poco tomando a Soma, mientras el chico agarraba a Ren.

En silencio los dos se movieron y los mecieron un poco, pero realmente no se necesito demasiado para que cerraran sus ojos y ellos los acostaran a descansar, vistiéndolos con prendas de distintos colores para los dos ser capaces de poder diferenciarlos en un principio.

—¿Vamos? —pregunto él en un susurro amagando a salir de la habitación, pero su compañera no se movía—. ¿Mina?

—Ayer en el parto... tenía miedo.

—¿Miedo?

—No sé si sabías, pero mi madre murió al darme luz y por un momento temí... Reconozco que no tenía por qué pensar eso, pero en un momento se me cruzo por la mente y me pregunte si podía pasarme también a mi, además de pensar que no podría pasar ningún momento con mis hijos o contigo, los cuatro juntos.

Utakata se le quedo viendo en silencio, no sabía que decir más que solamente acariciar un poco su brazo.

—De todas formas, lo logramos —fue lo único que dijo—. Logramos estar juntos y formar una familia —le sonrió volteando a verlo.

El chico le devolvió el gesto.

—Gracias por hacerme el hombre mas feliz, mas feliz de lo que fui en toda mi vida antes de conocerte —dijo abriéndose mientras la abrazaba unos momentos, sintiendo como ella depositaba un beso en su pecho.

—A ti por ser mi ángel que me rescato y me hizo volver a creer en el amor.

Mina ahora que tenia todo lo que una vez pudo soñar, así que lucharía por esta aldea, lucharía por sus hijos, y el hombre que lo hizo posible: Utakata.

𝐑𝐄𝐍𝐄𝐆𝐀𝐃𝐀 [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora