Capítulo 47

2.9K 371 87
                                    

Nunca había dormido tan plena, tan tranquila, sin pesadillas, sin despertarme cada media hora, sin dolor de corazón, sin ansiedad, hasta ese día.

Abrí los ojos observando el simple techo blanco de mi habitación. Extendí el brazo intentando tocar el cuerpo de Alexander, no estaba. En su lugar, toqué algo sólido y arrugado. Una nota. Me incorporé con lentitud y parpadeé varias veces hasta lograr estar lo suficientemente despierta como para leer.

Hablas mucho entre sueños... te veo en unas horas, Sirius.
-A.

Rodé los ojos soltando una pequeña sonrisa.

Hoy es el día.

Sin poder evitarlo, volví a acostarme en la cama, tapandome hasta la cabeza con la sabana. Apreté los ojos con fuerza, una extraña emoción me recorría el pecho.
Solté un profundo suspiro recordando cómo me había abrazado toda la noche. Como me había tranquilizado.

《—¿Allison... sigues despierta?—Alexander había murmurando mientras yo estaba somnolienta, a punto de caer dormida, vagando entre la realidad y los sueños. Tenía mi cabeza en su pecho, escuchando los suaves latidos de su corazón que en ese momento parecían acelerarse.

—Mmhm—solté como respuesta.

—¿Me prometerías algo tú también?—susurró acariciando mi cabello. Yo asentí con lentitud, sin alejarme de su pecho. Mi mejilla haciendo fricción con su camisa.—¿Prometes... perdonarme?

—¿Por... qué?—las palabras salieron bajas y arrastradas. Intentaba con todas mis fuerzas abrir los ojos pero no podía. Lograba entreabrirlos por un segundo y los volvía a cerrar.

—No lo sé... por lo que sea—susurró.—solo... prométeme tú perdón. Prométemelo por Allah— suspiró. Su otra mano acarició mi hombro con suavidad.—prométeme que siempre me creerás. Que me perdonarás...

—L-lo prometo, Alexander Abboud—las palabras salieron en un bajo jadeo.

—No la merezco.—no sabía si lo había escuchado o soñado. En ese instante caí en un profundo y calmo sueño》

Suspiré recordando sus caricias, su suave voz. En ese momento alguien intentó abrir la puerta. El seguro evitó que entrara.

—¿Allison?—la voz de mi padre me inundó los oídos. Escondí la nota en mi brasier, bajé la sábana hasta mi cuello y fingí estar dormida. El seguro de la puerta evitó que entrara. En ese momento escuché cómo deslizó la llave dentro del seguro. Después de un suave chasquido, escuché sus pasos entrar. El colchón se hundió a mi izquierda. Mi padre se había sentado, su mano me sacudió ligeramente.—despierta, Allison. Tienes que arreglarte.

—Mmhm—solté fingiendo somnoliecia.

—Vamos, levántate.—me sacudió un poco más fuerte. Yo asentí incorporándome con lentitud. En ese momento me sorprendió ver dos chicas a un lado, cargando gruesas maletas en sus manos. Observé sus ojos con fijeza.

No, ninguna tenía ojos verdes.

—Ellas te van a ayudar a arreglarte. Rápido, no tenemos mucho tiempo. Me dio un beso en la frente, se levantó de mi cama y salió. Con lentitud también me levanté de la cama.

—Hola...—les di una pequeña sonrisa amable. Me la devolvieron algo Incómodas. Me dirigí al baño, me lavé los dientes y la cara y volví al cuarto. Me senté en mi taburete de terciopelo y les indiqué que podían comenzar. —no sé qué indicaciones les haya dado mi madre o mi padre pero no quiero nada... loco en el cabello, por favor.

En las bodas arabes se acostumbra hacer muchos modelos exagerados en el cabello. Nunca me gustó. Se echan tanta laca en el cabello que queda tieso, siempre odie eso. En cambio, la chica hizo un gran trabajo con mi cabello. Sencillo y elegante. Primero lo alisó y luego le hizo ligeras ondas en las puntas. Agarró dos mechones de mi cabello y los amarró con un lazo blanco en la parte trasera de mi cabeza, a la altura de la nuca. Solo dejó dos finos mechones a cada lado de mis sienes para enmarcarse la cara.

El Peligro de AmarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora