Capítulo 2

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Miré a todos lados extrañada, observando con atención a cada uno de los presentes. Pasé mi mano por mi cabello, disimulado la ansiedad que siento.

《Estas siendo paranoica, Allison. Relájate de una buena vez》

Respiré profundo y seguí caminando hasta llegar a mi clase de filosofía. Me dirigí a la última mesa en el salón. Tiene solo dos sillas. Me senté y cerréos ojos por unos segundos.

《Cálmate, Allison. Debe haber una explicación lógica para todo esto》

Alguien se sentó a mi lado en la mesa, sobresaltándome.

Sentí una rara mezcla entre frustración y alivio. Solo era el niño bonito.

—¿Qué quieres ahora, Rizzo?—Dije con voz calmada, disimulando el temor que sentía y el alivio que me causaba verle, lo último que quiero ahora es estar sola.

—Mmm—apoyó la cara en su mano. Su dedo índice acarició sus labios—quiero muchas cosas, Allison.

—¿Y no puedes quererlas en otro asiento?—pregunté rodando los ojos.

—Este asiento me atrae. 

—¿Te atrae el asiento o te atraigo yo?—provoqué con arrogancia.

Ethan se mordió el labio, impotente. Se está conteniendo de decirme muchas cosas.

—No me atraen engreídas.—me guiñó un ojo.

—A ver, te explico, vuelve a guiñarme ese ojo y juro que te lo saco con el lápiz ¿Cappicci?

—¿Qué?, pffs —Escupió un poco—No te guiñe nada,¿No ves que tengo un tick?
—Dijo guiñando mil veces.

 El celular vibró,  justo a la llegada del profesor.  Entró con porte confiado pero a la vez despreocupado y comenzó a hablar.

—Como muchos me conocerán, soy el profesor Graham de filosofía. Hoy  discutiremos dos grandes cosas. Uno de ellos es un tema que les encanta a ustedes las mujeres.—Sonrió.—Feminismo.—se acomodó su corbata y nos guiñó un ojo—y el segundo, es algo que nos encanta a los hombres ya que somos todos unos sensibles romanticones. El concepto de amor según los grandes filósofos de la historia.

—¿Ustedes creen que El Feminismo y la religión pueden unirse? —preguntó el profesor.—sin irrespetar a la religión y a su vez, dándole a las mujeres sus derechos.

Un murmullo se extendió por toda la clase. Las chicas, mayormente alzaban la voz y respondían que no. Los hombres no parecía interesarles mucho.

—Sí se puede. —Respondí yo en voz alta. Todos me miraron. Hubo un silencio en todo el salón. Y luego risas, burlas.

—¡Eso es ridículo!—exclamó una.

—Ella es árabe, está adoctrinada para pensar que su religión la beneficia cuando es completamente machista—exclamó un chico de ojos azules. Fruncí el ceño confundida.

Soy nueva,

¿como sabía que soy árabe?

—¡Silencio!—ordenó el profesor.—Señorita, explique su punto de vista.

—Las películas y la desinformación es lo que los ha adoctrinado a ustedes—defendí. Todos me miraban con seriedad. Alcé el mentón con arrogancia.—No soy musulmana, pero el Islam fue la primera religión en darles derechos a las mujeres. Que la sociedad machista se haya empeñado en quitarles los derechos, es otra cosa. Pero no es culpa de la religión. De hecho, es culpa de ustedes los hombres.

Esta vez, las mujeres quedaron calladas, pensativas.  Y los hombres protestaron. Se levantó un chico de ojos azules, mirándome con fijeza. Respondió con la misma arrogancia que yo.

El Peligro de AmarnosWhere stories live. Discover now