Capítulo 22 (Parte II)

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Intenté calmarme, respirar. 

Todo estaba oscuro. Solo oía los latidos acelerados de mi corazón. 

«Ahí viene» 

Temblaba asustada. Un fuerte dolor en mi estómago me hizo jadear. Abrió la puerta con brusquedad. El olor a alcohol inundó mis fosas nasales. Apestaba. Sus profundos ojos me miraron con disgusto. Intenté correr, intenté escapar. 

Pero ya era tarde. 

 Ya era muy tarde.

 Abrí mis ojos sobresaltada. Un escalofrío me recorrió la espalda, erizándome la piel. Mi estómago se removió con fuerza. Las lágrimas ardieron en mis ojos mientras mi corazón latía adolorido. Me levanté con rapidez y corrí tambaleante mientras me tapaba la boca con las manos. Un sudor frío recorrió mi espalda mientras expulsaba de mi organismo todo lo que había comido. Mis ojos ardieron ante las arcadas que me sobrevenían. 

Después de unos minutos, que parecieron horas, las arcadas cesaron. Mi garganta ardía y mi cuerpo temblaba. Un incesante dolor me acuchillaba mis piernas. Gemí adolorida. 

 «Contrólate, Allison» 

 Apoyé mi espalda contra el suelo. El frío del piso logró calmarme un poco. Observé adormecida el techo. Parecía moverse ligeramente. 

Estaba agotada. 

Física y mentalmente agotada. 

Cerré los ojos con fuerza. Los acontecimientos del día nublaron mis pensamientos con rapidez.  La pelea. 

Los golpes. 

Las armas. 

Alex. 

Ethan... El beso.

 «Quizás esté es mi castigo por besarle» 

 Pero algo me decía que no. Qué el castigo sería mucho peor... 

 El sonido de mi alarma de despertó. Abrí los ojos con cansancio mientras veía el techo de mi baño. Parpadeé confundida unos segundos hasta que recordé que me había quedado dormida en el piso del baño en plena madrugada, después de vomitar. Me levanté tambaleante, ayudándome del lavamanos y me observé en el espejo. Me veía destruida. Estaba agotada. El dolor en mis piernas había cesado casi completamente, pero aún seguía latente. Mi espalda estaba adolorida por dormir en el suelo. 

Después de lavarme los dientes y la cara, sin ganas y con lentitud, me vestí para ir al instituto. Lo que sea excepto quedarme un día encerrada en esta asquerosa casa.

—¿Papá?—fruncí el ceño mientras bajaba las escaleras. Tenía los codos apoyados en los muslos y su cara entre sus manos. Una pose que le hacia ver débil, algo que el nunca le había gustado ser. Detestaba ver a mi padre así. Últimamente ha estado más frío, más... Destruido.—¿Todo bien? 

Me miró sorprendido por unos instantes. Luego se levantó con lentitud. Y, con un solo parpadeo, toda su vulnerabilidad desapareció. Me abrazó con fuerza y subió para cambiarse y llevarme al instituto. 

Algo sobre ese abrazo me dio mala espina. Sentía algo fuera de lugar. Sentía que me estaba perdiendo de algo. 

 «Al pasar de los días todo se descubre» pensé. 

Pero temo que sea demasiado tarde cuando lo descubra.

 Al llegar al instituto, ver la imagen de un difunto Tyler Jones en una especie de altar me hizo jadear. Me mordí el labio inquieta. 

El Peligro de AmarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora