SEGUNDA TEMPORADA DE HEREDEROS DEL OLIMPO
Han pasado cinco años desde que los hijos de los dioses más poderosos del Olimpo dejaron su sangre divina para vivir como mortales. En el momento en donde disfrutaban de su libertad se dieron cuenta que ten...
Capitulo dedicado a LindaHernandez221 Feliz cumpleaños hermosa, te quiero mucho.
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Ambas tropas avanzaron con un único objetivo, defender sus ideales y ganar la guerra, diversos monstruos y guerreros que no tenían miedo a luchar, algunos simples humanos, otros dioses embravecidos por haber sido peones del destino, caminaban con decisión por el campo de batalla. Las armas tomadas con fuerza y las armaduras que resplandecían bajo la luz de la tarde, era el momento, el mismo dios de la guerra lo había predicho, la guerra estaba arribando de una forma feroz, nadie tenía escapatoria, en el campo de batalla se respiraba el aroma a muerte, sabían que ese momento era decisivo.
El encuentro sucedió afuera de la morada de las Moiras, cerca de la muralla invisible que los mantenía afuera, sin embargo, estaban seguros que esta podía romperse en miles de pedazos, eso al tener al dios supremos en el frente de la batalla, Zeus caminaba imponente, tomando su espada planeada, el emblema del Olimpo estaba marcado en su pecho, sus ojos fríos observaban a aquellos que habían tenido la osadía de traicionarlo.
—No está—dijo Poseidón a su lado—. Nemesis no está al frente, debe mantenerse dentro de la morada.
—Ella está aquí—dijo observando a su ejército—. Siento a Ares, pero no puedo verlo.
—Ha de mantenerse cerca, en cualquier momento puede aparecer.
Con frialdad evaluaba a cada uno de los que estaban frente a la batalla, reconoció a Hestia, a Eris y a Eros, a otros guerreros que en el pasado le habían servido y las criaturas de la noche.
—¡Zeus! —dijo Eris en voz alta, siendo seguida por Pandora, quien amarradas a sus muñecas se encontraban las personificaciones de la mentira y la esperanza, Lie y Hope—. ¡Retrocede! Sé lo que quieres, pero no lo vas a tener ni ahora ni nunca.
—¡Los traidores no tienen voz! —soltó Hermes con los ojos entrecerrados.
—¡El único traidor en este campo está ahí! —dijo señalando a Zeus, con una sonrisa carmín extasiada—. Cuando la verdad se sepa, ellos verán que han seguido a un falso rey, a quien no le importa destruirlos para obtener lo que quiere.
—¡¿No es lo que ustedes han hecho?! —preguntó con una ceja alzada—. Has engañado, te has metido con nuestros hijos y has liberado a un monstruo, caerán bajo sus propios pies y verán que al final del día yo tenía la razón, soy el dios supremo del Olimpo, y no voy a permitir que nada ni nadie destruya lo que he creado.
—¿Estás tan seguro Zeus?
El sonido de aquella voz le llenó de una sensación que hace siglos no había sido capaz de sentir, miró hacia el cielo, y vio como ella bajaba, mostrando sus alas negras, imponente, su cabello azabache llegaba hasta su cintura, las joyas que adornaban su cuello y muñecas brillaban, el vestido negro que llevaba destacaba su piel pálida. Nemesis, quien le había servido hace siglos, quien nació del caos, una deidad primordial, señora de la venganza, la solidaridad, la justicia y la fortuna, quien estaba molesta y buscaba vengar su destierro y el amor perdido.
