El Destino Del Olimpo (Yoonmin/Namjin/KookTae)

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—Has perdido condición Eclipse—dijo Caronte antes de soltar una carcajada—. Cuando vi la escena, no pensé que serías tú el afectado, pero me he equivocado ¿No eres aquel que dio muerte a la misma muerte? La sangre de tu hermano Tanatos está en tus manos.

—Si yo hubiese querido, el escuincle de Ares estaría siendo juzgado en el inframundo, pero, ambos sabemos que las cosas ya no funcionan de esa manera, ya nadie nos respeta—bufó con falsa alarma, sus ojos revolotearon alrededor, una extraña sensación se extendió por su cuerpo, pero estaba muy débil como para reconocer la razón.

—Ese niño lleva dentro al bebé de la destrucción ¿Verdad? —preguntó el barquero mirándolo sobre su hombro derecho.

—Oh...no hablemos de mi TaeTae, soy un poco sensible con ese tema—sonrió de manera sarcástica, sin dejar la advertencia en su voz.

Caronte soltó una carcajada, una que retumbo en las aguas del Aqueronte, Eclipse estaba fatigado, sentía su cuerpo cansado, entumecido, debido a la actividad que había hecho, no estaba en la mejor forma, mucho menos después de designar gran parte de su energía para mantener seguro a Taehyung en su interior, el bebé también estaba nutriéndose de ella, lo estaban secando lentamente, pronto tendría que entrar en invernación para recuperar las fuerzas, pero antes necesitaba llegar con los demás, los únicos que podrían cuidar de Taehyung mientras se regeneraba.

—Bonito collar de perlas llevas en el cuello—señaló al barquero quien levantó una ceja con coquetería.

—Lo es, una verdadera divinidad, viene de la misma reina Afrodita, su hijo lo donó para mí—se encogió de hombros.

—Así que ese fue su pago, maldito idiota, se supone que no tienes que dejar a nadie subir sin el pago—bufó cruzándose de brazos.

—Él pagó—dijo con una sonrisa ladina—. Sabes bien que a los hijos de los dioses no debemos darles la espalda, tú mismo cuidas de uno ¿No es así?

—Repito, no hablemos de mi Tae, que realmente me pone muy sensible—rio entre dientes—. Nos conoceemos desde que yo no era más que un polvo viajando en el universo, debes de saber que mi vida está ligada a este mocoso, no hay nada que pueda hacer al respecto.

—Lo quieres Eclipse, incluso más de lo que tenías permitido—le miró fijamente—. Y ese amor, es el que te ha llevado a ponerte en riesgo ¿Sabes lo que pasará una vez que entres al inframundo?

—No entiendes—susurró con una mueca—. Juré protegerlo con mi vida, juré guardarlo del mal, juré que le amaría por la eternidad, pero de repente llegó él y lo destruyó por completo. Toda protección que construí a lo largo de los años, quedó en el escombro cuando se encontraron, ahora dime, viejo Caronte ¿Cómo hago para armarlo de nuevo?

El barquero negó con seriedad. —¿Reconociste la energía de ese muchacho?

—Lo hice—dijo al momento que el cielo retumbaba, los relampagos viajaron a gran velocidad por el cielo nublado, trayendo consigo una aparatosa tormenta.

—Una tormenta ¿Sabes lo que eso significa? El cielo se ha abierto, el olimpo está abriendo sus puertas.

—Zeus ha salido de su escondite—miró alrededor—. Esto se está poniendo interesante.

Espero la respuesta de Caronte, pero esta no llegó, en su lugar hubo un grito de poder mientras navegaba contra la corriente del Aqueronte, Eclipse se quedó sentado, mojándose con el agua que entraba a la barca, frente a ellos había una cueva, tragó en seco, la oscuridad cegó sus ojos, era frío, la primera instancia para entrar al infierno, el calor comenzó a sentirse, así como se escucharon los lamentos, que enchinaron su piel casi por completo, en el otro extremo estaba el inframundo, con su cielo rojo y sus ríos de dolor, las montañas negras como carbón a lo lejos, donde hacían erupción tren volcanes de inmenso tamaño, ese era el santuario de los monstruos más atroces y de los titanes, el Tártaro.