Sol.
La verdad que la pasamos exelente.
Mientras tomábamos la coca, que el otro equipo tuvo que pagar, pudimos hablar de temas variados, y conocernos más. Pegamos amistad con todos.
Pero todo lo bueno termina, y ya estamos volviendo a nuestras casas. Cómo es de noche, Mateo y Valentin se ofrecieron a acompañarnos por las dudas, así que acá estamos, caminando, hablando de boludeces. Todos, menos Mateo, que bueno, sabemos que el prefiere mil veces estar en silencio. Pero aún así iba escuchando todo lo que hablábamos, y riéndose de las pelotudeces que dice Dani.
—No sé, yo me cansé de caerme, debo tener tierra hasta en la raya del hoyo.—dije yo siguiendo el tema de conversación que estábamos teniendo.
Todos rieron ante mi comentario, incluso Mateo.
Pasamos primero a dejar a Shuli en su casa, después a Sofi, y ahora estábamos yendo hacia la mía.
Cuándo iba llegando a mi casa, recién ahí, recordé que yo me había escapado. ¿Y cómo mierda voy a subir ahora?
Me frené en seco, y me llevé una mano a la frente. Todos voltearon, y me miraron desconcertados.
Dani al ver mi cara entendió todo.
—La puta madre, ¿cómo vas a subir?—preguntó alterado.
—¿Que pasó?—preguntó Mateo confundido.
—Bueno, digamos que no me dejaron salir y me tire del balcón.—respondí.
—¿Que?—Valen me miró con sorpresa y a la vez diversión.
—Si eso, pero nunca pensé como iba a hacer para subir.—mire mi balcón, buscando alguna posibilidad.
—¿Tenés que llegar ahí?—Valen señaló el balcón, y yo asentí—Bueno, te ayudamos, somos expertos en treparnos.—rió.
—No quiero saber por qué—dije divertida—Vengan, en silencio, no hagan ruido porque sino estoy muerta.—ellos asintieron y me siguieron.
Los llevé hacia dónde se encuentra mi balcón. Vigilando que no haya ninguna ventana abierta por dónde nos puedan ver.
—Que alguno de ustedes dos—dijo Dani señalando a Valentín y a Mateo—Suba, yo la ayudo a subir a ella desde acá, y ahí arriba la agarran.—sugirió Dani.
—Perdón Dani, pero sos tremendo enano—dije yo provocando la risa de los otros dos presentes—Yo también eh, ojo. Dale no me mires así estúpido, pero no llegas a subirme ahí ni a palo.—Dani se cruzó de brazos ofendido.
Yo me reí, y lo abraze fuertemente.
—Mateo subite vos, y yo la ayudo desde acá. Rápido mira si sale alguien.—dijo Valentín y yo asentí.
Mateo asintió. Y en cuestión de segundos, sin exagerar, ya estába en mi balcón mirándonos desde ahí. Subió como si nada, sin dudarlo, sin pensarlo, sin miedo, que hijo de puta.
Me quedé con la boca abierta.
—Te dije que sabemos treparnos.—Valentín me guiñó un ojo.
—No creo que sea porque les gusta ir a escalar a las montañas ¿no?—pregunté yo.
—No, por escaparnos de la gorra—respondió Mateo desde arriba—Dale sonrisitas, que va a salir tu mamá y te va a cagar a cintazos adelante nuestro.—dijo divertido, y todos rieron, menos yo, que lo mire mal.
