En un nuevo dormitorio... otra vez

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Sentí como la penumbra a mi alrededor desaparecía, halándome en un tortuoso delirio. Finalmente. Hacía muchos años que no me citaban, casi no distinguía el límite entre mi cuerpo y las habituales sombras.

Lo primero que enfoqué de mi nueva locación fue los tonos oscuros que cubrían la habitación: desde las paredes hasta el color de la fornitura y el suelo. Aún estaba algo débil y confundido en el letargo de mi mente, por lo que avancé y me apoyé en la barandilla del balcón que invitaba a asomarse.

Mis pupilas se dilataron al contemplar el etéreo cielo estrellado, tan efímero para mí. Hermoso. Las estrellas titilaban acompañando al astro de los amantes nocturnos y por consecuencia, el mío. Mis sentidos trataban de captar todo lo que pudiesen, después de tanto tiempo. Por ahora, me permití apreciar el paisaje antes de acudir a la razón por la cual me habían llamado.


Hace varios siglos perdí la esperanza de liberarme de estas ataduras y sólo me resigné a seguir mi papel, sucumbir a la maldición.

Me desplacé hasta la cama que abarcaba un gran espacio de la habitación. Reí ante la ironía del destino, su apariencia ya la conocía, no obstante, ella no es "ella".

La muchacha era joven, no más de veinte años de edad. Su pelo caoba le aportaba un contraste sobrenatural a su blanca piel. No pude ver el color de sus ojos, parecía estar dormida. O tal vez estaba fingiendo. A veces mis invocadoras lo hacían, les entretenía cualquier juego mórbido y divertido a la hora de follar.

Solamente le seguí la corriente, ya se despertaría si en serio estaba durmiendo.

La aprisioné colocándome encima de ella, su camisón estaba de más así que lo deslicé por encima de su cabeza.

Sí, mucho mejor.

La vista de su cuerpo dócil a merced del mío fue suficiente para que mi polla se hiciera presente, genial. Ignorando el dolor realicé un camino con mi boca hasta dar con un pezón. Succioné y mordí, sentí sus leves movimientos, pero aún no despegaba sus párpados.

¿Con que esas tenemos? Bien.

Mi pelvis empezó movimientos lentos y factibles sobre sus bragas, que ya mostraban símbolos de humedad. Esta vez gemidos salían de su boca, acabando con la farsa de la siesta. Sus ojos asomaron de entre unas tupidas pestañas y los míos se ampliaron increíblemente. Un par de zafiros se fijaron en mí. Eran jodidamente bellos, justo ahora parecían un mar tempestuoso.

Corté nuestro vínculo con un beso, no me sentía cómodo con aquella mirada. Me daba la sensación de ser indigno ante aquellos ojos que reflejaban aparente pureza, aún nublados por la lujuria.

Me levanté dejando que un hilo de saliva uniera nuestras lenguas. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, trazando caminos por mi pelo con sus dedos, que enviaron escalofríos a mis nervios. Volví a atrapar su boca y arranqué la molesta tela que ocultaba su entrada. De una estocada mi miembro la perforó, mientras su cuerpo se encorvaba. Realicé esta acción una y otra vez en crescendo, sintiendo su vagina apretarse próxima al orgasmo.

En esos momentos fue como si se apoderase una bestia de mí, avancé sobre ella y mordí suavemente su hombro. Salí justo a tiempo de su interior para correrme e inspiré, olor a sexo impregnaba el aire. Sus pies tocaron mi trasero cuando cerró los ojos.

Increíble ¿En serio estaba durmiendo?

¿Todo este tiempo no fue un engaño?

Levantándome, cubrí su figura con una sábana. Ahí recostada, parecía Blanca Nieves a la espera de su príncipe que, obviamente, no soy yo.

Al menos no ahora.

De golpe volví a la realidad. Claro, ella sólo era otra Master que necesitaba de mi querida polla porque sus incompetentes ligues no pueden satisfacer ni a su abuela, nada más.

Mi único papel aquí es servirla, al menos hasta que tenga que volver a mi prisión.

O hasta que vuelvan a torturar mi mente dañada con la apariencia de mi amada Ishtar.

My Servant Of Pleasures (Archer X Rin)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora