El saber que la oscuridad de cada demonio tenía que aceptar ser uno con su dueño era una tarea difícil, conociendo mi personalidad desconocia de como reaccionaria si esto significa que se volverá poder y no la volveré a ver.

Me sacó de mis pensamientos el dolor que comenzó a provocar en mis muñecas, las estaba apretando tanto que tuve que arrodillarme del dolor.

- Eleanor, solo me demostrarás que eres capaz de hacer esto tu sola si haces una última cosa por mí. - dijo y soltó mis muñecas, las acaricié y noté que a pesar de que sentí que quedaría marca, no veo que me quedara nada.

Me levanté, basta de juegos.

- ¿Qué es lo que quieres? Mi alma esta condenada al demonio que amo, no hay mucho que pueda hacer por ti. - aclaré antes de que mi diga para hacer una tontería.

Se encogió de hombros.

- No es mucho la verdad. - dijo pasando su mirada por todo el lugar, hasta que se detuvo al ver algo interesante, y sabía lo que era. - Sólo quiero que la mates.

Me sorprendí tanto, volteo a ver a Lydia, pero a ella parece no importarle en lo absoluto.

- No lo voy hacer, no la voy a matar. - me negué, por supuesto que no lo haré, es una locura.

Se escuchó su risa mientras se acercaba a mí. No era gracioso, estaba jugando conmigo, como siempre lo hacía.

- ¿No puedes o... no quieres? - me preguntó cautelosa, no sabía a dónde quería llegar con esto.

- Lo hará. - respondió Lydia caminando hacia nosotras. - No es tan malo, es para un bien mayor.

Ellas se miraron un momento antes de volver a mirarme, algo no me cuadraba, de hecho, nunca me cuadro. Lydia aparece aquí para ayudarme y ella me pide que la mate, de locos no?

¿Y si están planeando algo? Lydia ya está muerta, no puedo matarla... o si?

 Estaban jugando con mi mente, odio estar en esta situación en estos instantes, pero tenía que hacer las cosas de una forma en la que no se esperen.

- ¿Y si lo hago así? – dije mientras sonreía maliciosamente, apuntando la daga a mi vientre. Sus reacciones fueron todo un poema, supongo que no se esperaban que hiciera lo contrario a lo que me dijeran.

Comenzó a reírse de nosotras a la vez que encogía su cuerpo para abrazar su barriga, a Lydia y a mí no nos quedó más que observarla dar el siguiente paso, así que esto si lo esperaba.

-Tan terca, ya lo veía venir, querida. – dijo a la vez que se quitaba una lagrima falsa del ojo, estaba sobreactuando todo esto, algo no estaba bien. – ¿Lo harás o esperas a que lo haga? – dijo pasando su mirada en Lydia.

Tocaba mi movimiento, era imposible que la mate, ya estaba muerta. Ya tengo su aprobación para salir de aquí, solo necesito que me saque, a las buenas o a las malas. Estaba cansada de seguir todo lo que me digan, quería participar en esto por mi cuenta, así sea el camino equivocado.

-A ella no la puedo matar, pero sé de alguien que si puede morir. – dije enterrando la daga en mi vientre, si muero, ella también lo hará, esto es definitivo. Hicieron ademán de acercarse, pero se mantuvieron en su lugar, no querían que haga otro movimiento en falso para lastimarme más.

No quería morir en este lugar, y mucho menos sin poder ver a Kaled una vez más, pero necesito tomar riesgos para provocar diferentes reacciones en ella, y me deje ir. Al fin y al cabo, soy yo, sabe lo que hay que hacer, y lo único que queda es aceptar mi voluntad.

-Déjame ir. – dije mientras intentaba no clavar tan profundo la daga que sostenía firme en mis manos, sin temblar, sin miedo, sólo mi valentía dándose a notar.

DemonioWhere stories live. Discover now