Capítulo 22

4.7K 552 127
                                    

Observo el perfil de Matías mientras conduce muy concentrado por la carretera rodeada de árboles, me encojo en el asiento y desvío mis ojos antes que note que lo estoy mirando de más. Aún no sale el sol y ya vamos camino a casa de mis padres, él se ofreció a traerme y no aceptó un no por respuesta.

Me siento culpable porque son dos días que se ausentará al trabajo por mí. Me dijo que no importaba porque le deben vacaciones y ha decidido tomarlas, yo sí tendré problemas, de eso estoy segura. No llevo mucho tiempo en el gimnasio y puede que el lunes me despidan cuando haga acto de presencia.

Pero eso es lo de menos ahora, no pude dormir imaginando las cosas horribles que debieron pasar para que mis padres me hayan llamando de la manera que lo hicieron y que me quieran ver de repente. Tengo miedo, la incertidumbre no me deja tranquila y un sabor amargo no ha abandonado mi boca.

-Tranquila, Amelia, estoy seguro que no es nada grave. Sabes lo exagerados que son ellos. -Gira su rostro hacia mí por un segundo, sonriendo.

Asiento no muy convencida, mi padre se escuchaba agitado. Es cierto que son unos dramáticos, pero tengo un mal presentimiento.

-Eso espero, tengo tanto miedo. -Toma mi mano entre la suya y la aprieta levemente. En todo el camino no la retira y eso es suficiente para sentirme segura.

Mi madre abre la puerta y se abalanza sobre mí con lágrimas en los ojos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Mi madre abre la puerta y se abalanza sobre mí con lágrimas en los ojos. Es oficial, algo muy malo está pasando.

-Que bueno que estás aquí. -Se aleja y toca mis mejillas con suavidad.

-¿Qué está pasando? -Niega varias veces y se hace a un lado para que entre.

-Hola, Susane -Matías saluda. Se me hace raro que ella solo asiente con la cabeza, mis padres siempre han sido fanáticos de él y lo adulan cada que tienen la oportunidad.

-Pensé que vendrías sola, Amelia. -Me mira con reclamo, haciendo que abra la boca en sorpresa.

Estoy más confundida que antes, siempre me ha dicho que no viaje sola y que trate de estar con Matías. No puede ser que me esté reprochando ahora que vine con él. ¿Qué está pasando?

-Amelia no estaba en facultad de venir sola, Aníbal lo sabe, me sorprende que no se lo haya dicho -mi amigo replica bruscamente, haciendo que lo mire estupefacta.

-Muchas gracias, pero debes irte, queremos hablar a solas con ella. -Me siento fuera de lugar, como si esto fuera un mundo paralelo. ¿Por qué hablan como si no estuviera presente?

-¿Por qué dices eso, mamá? Matías está aquí por mí, de hecho, no fue a su trabajo por eso -le reclamo cansada de su hipocresía. Cuando lo necesita es el mejor, pero por alguna razón que desconozco lo trata de esta forma no tan amable.

-Tranquila, linda, de todos modos tenía pensado ir a ver unos amigos. -Se me acerca y toma mis manos, sus ojos fijos en mí-. Me llamas si me necesitas, vendré por ti en la tarde. -Deposita un beso en mi frente y se retira sin despedirse de mi mamá.

Mi madre me observa de mala manera, con los brazos cruzados y moviendo los pies. Algo debió pasar entre ellos para que se comporten así, tengo mucha curiosidad porque no me agrada que se traten mal. Matías siempre ha sido como un hijo para mis padres y de repente es como si no lo soportan, por lo menos ella ha demostrado eso.

-Te guardé desayuno, cariño. -Su semblante cambia ahora, luce contenta y de buen humor.

-Gracias, mamá, pero Matías me preparó algo antes de salir de casa. -Sonrío pensando en la tostada con chocolate que me hizo y que me comí en el camino.

-Ya veo, ustedes han estado muy unidos. ¿Ha pasado algo que deba saber, Amelia? -Su mirada molesta me recorre completa.

Niego repetidamente porque no ha pasado nada, pero es porque él no me quiere. Salvo los besos y caricias que nos dimos la última vez que estuvimos aquí.

-No, mamá, ¿por qué preguntas eso? -Suspira dudosa y camina hacia la cocina. La sigo despacio, arrastrando mi maleta de ruedas.

-Debes cuidarte de los hombres, solo se mueven por sus propios intereses -parlotea, mientras saca algo del refrigerador-. Matías es un chico muy bueno, lo sé, pero eso no quita que quiera usarte para su conveniencia. -Ella no lo sabe, pero sus palabras me han herido de una manera inexplicable.

-Él solo me ve como su amiga, mamá. -Coloca un plato de frutas frente a mí y me pasa un tenedor-. Puedes estar tranquila, además, creo que Irina y él están saliendo. -Pincho una uva desganada.

Estoy consciente que no le gusto como quisiera, aunque a veces me da la impresión que sí y eso me confunde.

-Irina es la sobrina de Aníbal, no ha tenido una vida muy buena y por eso quisimos apoyarla. -Desvío la mirada para rodar los ojos, pudieron ayudarla sin que la enviaran a mi casa.

-Creo que le caigo mal, ella se comporta muy raro... -Hago silencio al ver la mirada acusatoria que me da.

-Amelia, debes ayudar y dar soporte a tu familia. Aníbal ha ayudado mucho a Mirian porque se quedó sin marido cuando Irina era una adolescente. -Asiento resignada, no tiene caso que siga con esta conversación.

-¿Qué es eso tan importante que deben decirme? -Ella se sienta frente a mí con una taza de café humeante entre las manos, sus ojos opacos de un momento a otro.

-Me gustaría que Aníbal esté aquí para que hablemos los tres, pero él tuvo que ir a hacer un trabajo.

Mi padre es electricista y muchas veces debe ir a otros pueblos y ciudades a trabajar. Asiento a lo que dice, mientras juego con la merienda.

-Pudieron esperar a mañana entonces, es una desventaja para mí faltar a clases y a mi empleo. -Niega varias veces.

-Por lo pronto quiero pedirte algo, cariño, pero debes prometer que no te negarás. -Toma mi mano entre las suyas y la acaricia con suavidad. Asiento y trago saliva, siendo consciente de que cada vez que me piden algo así no es bueno.

-Eso depende...

-¡No, Amelia! -me interrumpe molesta-. Querías saber qué se siente vivir sola y lo has logrado. Ahora ya es tiempo de que regreses a casa. -Retiro mi mano de su toque, espantada.

-No, mamá, lo siento mucho, pero estoy bien así. -Sus ojos tristes me hacen sentir mal.

-Por favor, Amelia, hazlo por tu padre. -Cierra la boca de repente.

-¿Pasa algo con él, mamá? -Sus ojos tristes ahora derraman lágrimas que hacen que mi corazón se encoja.

-Aníbal se está muriendo.




Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Has sido tú © [Disponible En Físico]Where stories live. Discover now