Capítulo 9

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—¿Está lista para ordenar? —La mesera se me acerca por quinta vez y niego apenada.

Llevo una hora en el restaurante y Ruddy no ha dado señales de vida. Reviso mi celular para ver si me ha mandado algún mensaje y no hay nada. Lo he llamado varias veces, pero no contesta.

Soy una tonta, siempre me pasan las mismas cosas una y otra vez. Debo resignarme, tendré que ir buscando los gatos que me harán compañía dentro de unos años.

No lo entiendo, mi vida amorosa es un asco y no es que piense que entre Ruddy y yo pase algo, pero teníamos una cita. Estuve horas decidiendo qué ponerme y arreglando mi pelo. No es justo que me haga esto.

Me levanto de la mesa, tomo mi bolso y camino hacia la salida con mi dignidad por los suelos. Odio sentirme así, como si no fuera buena para nadie.

No debí venir, tengo mucho trabajo qué hacer de mis tareas pendientes y que pude avanzar. Pero no, decidí salir con un chico que me ha dejado plantada y ni siquiera se digna a tomar una llamada.

La desolación que siento en el pecho me ahoga, no es que esté enamorada, pero soy consciente que quizás no sea suficiente. También me arrepiento de haber venido en taxi, debí traer a Violeta.

Suspiro desganada y camino por la calle, es una noche fría y el viento hace volar mi pelo. Mal momento para usar vestido, es como si todas las decisiones que tomo me salen mal.

Detengo mi andar y me percato del auto que rueda lentamente, como si quisiera ir a la par conmigo. Sé quién es y me molesta que haga estas cosas.

  —Sube al auto, Amelia. —Matías baja del vehículo y se me acerca. Me quedo en el mismo lugar, molesta por la osadía que tuvo de venir a espiarme.

—¿Quién crees que eres? —Me acerco peligrosamente y él toma mis muñecas evitando que lo golpee—. Suéltame. —Forcejeo, pero él ni se inmuta.

—Perdóname, Amelia, sé que he sido un idiota, pero quiero que estemos como antes. Eres mi mejor amiga. —Me quedo quieta al escucharlo.

Me desagrada tanto saber que solo me mira de esa forma, ¿cómo gritarle que lo amo? Que desde niña he estado loca por él. No puedo, eso sería muy bajo porque estoy consciente que él no siente lo mismo que yo. Él ama a la loca de Claire, la prefiere a ella antes que a mí y lo comprendo.

Sus ojos no dejan los míos, su agarre se suaviza y posa sus manos en mis hombros. Desvió la mirada hacia sus labios, me muero por probarlos, quiero que él me bese con la misma intensidad que besa a la otra.

Quiero que me haga el amor, necesito saber qué se siente entregarse a la persona que uno ama.

Se acerca más, siento su respiración en mi rostro y con su pulgar levanta mi cabeza. Sus ojos me gritan algo que no logro descifrar, están más brillosos y claros que siempre.

Acaricia mi mejilla suavemente, pasa la lengua por sus labios y deja la boca entreabierta. Los míos arden locos por sentirlo, quiero que me bese y que haga de mí lo que quiera.

Besa mi frente, deja sus labios ahí, mis manos van a su pecho y puedo sentir lo acelerado que está su corazón. ¿Por qué está así? ¿Acaso él siente lo mismo que yo? No lo creo.

—Lástima que no lo recuerdas —susurra con pesar, expresa tanto dolor en esas palabras. ¿Recordar qué?

—Matías...

—No puedo hacer nada, linda, pero estoy aquí para ti. —Se aleja un poco dejando mi piel quemando donde tenía sus labios.

—Gracias —es lo único que puedo decir.

Has sido tú © [Disponible En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora